Fatiga, cansancio, astenia, debilidad, son palabras que a menudo se utilizan como sinónimos cuando una persona se acerca a la farmacia en busca de consejo y ayuda para recuperar la energía y poder afrontar el día a día. Evidentemente, una buena alimentación y un descanso adecuado son elementos necesarios para recuperar la energía perdida. Sin embargo, conviene entender y definir bien cada uno de estos conceptos, ver la diferencia entre ellos y saber cuáles son las causas que originan o pueden originar estos estados para poder dar una respuesta individualizada, eficaz y segura al problema planteado.
Cansancio, fatiga, flojera, astenia...
La Real Academia Española define el cansancio como la «falta de fuerzas que resulta de haberse fatigado». A su vez, define la fatiga como «cansancio» y, en su segunda acepción, como «molestia ocasionada por un esfuerzo más o menos prolongado o por otras causas, y que en ocasiones produce alteraciones físicas». En la definición de astenia, en cambio, introduce un matiz distinto: define esta palabra como un término médico que designa la «falta o decaimiento de fuerzas caracterizado por apatía, fatiga física o ausencia de iniciativa».
Por tanto, conviene no confundir estos términos: si la fatiga o cansancio puede ser una respuesta normal al esfuerzo físico o intelectual, al estrés emocional o a la falta de descanso1, la astenia comporta una sensación de cansancio que es independiente de la actividad efectuada y se presenta previamente a la actividad. Asimismo, otro concepto que cabe considerar es el de debilidad o pérdida de fuerza muscular tras la realización de una actividad.
El cansancio o fatiga es un síntoma común y por lo general no se debe a una enfermedad; sin embargo, puede ser subsecuente a ella o a un tratamiento médico, o ser un signo de un trastorno mental más grave, por lo que hay que protocolizar bien cada consulta para no banalizar y pasar por alto signos o síntomas de alarma que indiquen la conveniencia de una derivación al médico.
El cansancio es la consecuencia de un desequilibrio entre la cantidad de energía gastada y la capacidad del organismo para producir energía. Este desequilibrio puede afectar física o intelectualmente a la persona, y conducir a estados de cansancio, fatiga, malestar, disminución del rendimiento, baja forma física, falta de concentración o dificultades de memoria, y a veces también a mal descanso nocturno, irritabilidad y desmotivación subsecuentes al cansancio.
Principales mecanismos fisiológicos por los que se produce cansancio
La energía celular se obtiene a partir de la glucosa y se canaliza mediante el trifosfato de adenosina (ATP). Los principales mecanismos que influyen en la aparición de la fatiga son los siguientes:
• Disminución del ATP o de la glucosa disponible (glucógeno).
• Acumulación de radicales libres (productos de la oxidación celular).
• Temperatura elevada (produce vasodilatación cutánea, disminución del flujo sanguíneo muscular y alteraciones metabólicas).
La mayor parte de las consultas que se reciben en la farmacia relacionadas con síntomas de cansancio, bajo rendimiento físico o mental y, en definitiva, falta de energía se deben a causas o situaciones fisiológicas no patológicas, en las que el desequilibrio energético es fácilmente reversible estableciendo unas pautas nutricionales y de estilo de vida adecuadas y aconsejando un suplemento nutricional que ayude a restablecer el equilibrio en los mecanismos de obtención de energía. No obstante, también pueden tener causas patológicas que deben tenerse en cuenta, y cuya sospecha debe llevar al farmacéutico a hacer una derivación médica.
En la tabla 1 se relacionan las principales causas, patológicas y no patológicas, por las que puede producirse un desequilibrio en la obtención de energía.
Consulta en la farmacia
Las consultas más frecuentes en la farmacia en relación con la falta de energía son las que el paciente plantea mediante frases del tipo: «deme algo para el cansancio», «deme algo que me ayude a rendir más» (física o intelectualmente), «deme unas vitaminas»... Como ya se ha señalado, el cansancio puede tener diferentes causas no patológicas, pero también puede deberse a causas patológicas. Así pues, lo primero que hay que hacer ante la consulta de un paciente es averiguar cuáles son los síntomas concretos y cuándo se producen, y relacionarlos con las posibles causas. Y para ello es necesario formular al paciente las preguntas adecuadas que permitan descubrir si el cansancio es fruto de una situación fisiológica y transitoria o si el paciente debe ser derivado al médico.
Cuando se sospecha que la causa puede estar relacionada con una patología o un tratamiento farmacológico, o cuando los síntomas son intensos y/o incapacitantes, hay que derivar al médico.
Hay que tener cuidado en no confundir el cansancio con la fatiga crónica. Ésta se caracteriza por un cansancio intenso y continuo, que no se alivia con el descanso, no se relaciona con las estaciones del año y no es causado directamente por otras enfermedades ni por la toma de medicamentos. La fatiga crónica es otra condición cuya sospecha es motivo de derivación médica.
En el algoritmo de la figura 1 se señalan las situaciones que indican necesidad de derivación médica.
Una vez se ha descartado la presencia de síntomas de alarma o criterios de remisión al médico y se ha constatado que el cansancio puede relacionarse con situaciones transitorias de sobrecarga física o mental (tabla 1, «Causas no patológicas»), el consejo y el tratamiento deben ir encaminados a la recuperación de la energía. En primer lugar, se dará al paciente consejo nutricional y de estilo de vida destinado a corregir aquellos hábitos que puedan causar o agravar el problema, y se indicarán pautas nutricionales y de descanso que puedan mejorar la situación (tabla 2).
Además, si es necesario, se recomendará un suplemento nutricional de indicación farmacéutica para restablecer los procesos de obtención de la energía que permitan la desaparición del cansancio y los síntomas asociados.
Plantas medicinales y nutrientes que favorecen la recuperación de la energía
En la naturaleza encontramos distintas plantas medicinales con una acción beneficiosa sobre los sistemas de adaptación al estrés, que refuerzan el sistema inmunitario y los sistemas de recuperación de la energía, y que están indicadas para combatir los estados de cansancio. Entre las plantas que tradicionalmente han venido utilizándose como tónicos para la recuperación en situaciones de falta de energía, cabe destacar el ginseng (Panax ginseng C.A. Meyer), el eleuterococo (Eleutherococcus senticosus [Rupr. et Maxim.] Maxim.), la rodiola (Rhodiola rosea L) y el guaraná (Paullinia cupana Kunth); de hecho, las cuatro plantas mencionadas cuentan con una monografía de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y están aprobadas para el tratamiento de los síntomas de fatiga y sensación de debilidad.
El ginseng, una de las plantas más estudiadas
El ginseng (P. ginseng C.A. Meyer) es una de las plantas fundamentales de la medicina tradicional china y una de las plantas tradicionales más conocidas y estudiadas en Occidente, desde que se introdujo en Europa a finales del siglo XVII, en la corte francesa de Luis XIV. Los estudios sobre el ginseng en Occidente se remontan a mediados del siglo XIX, aunque los mayores avances en el conocimiento de sus propiedades y mecanismos de acción se han producido desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días.
El ginseng es una planta herbácea, perenne y vivaz que de forma silvestre mide alrededor de 50 cm de altura, pero alcanza los 60-80 cm cuando se cultiva. Su hábitat natural comprende diferentes regiones asiáticas: China, Corea, Japón, etc. El tallo es liso y verde, en ocasiones rojizo; las hojas palmeadas están compuestas por cinco foliolos. Florece al cabo de 4 años, con pequeñas flores blancas, hermafroditas y agrupadas en umbrelas. Los frutos son bayas carnosas de color rojo. La parte utilizada es la raíz, que tiene la particularidad morfológica de recordar un cuerpo humano con las piernas abiertas. Está formada por tres partes: la corona de crecimiento, el cuello (parte estrecha), y el cuerpo carnoso y ramificado, con 2-5 raíces laterales de distinto grosor, con numerosas raíces laterales. La raíz de mayor calidad es la que se recoge al inicio del otoño procedente de plantas de al menos 6 años de edad, momento en que las raíces de ginseng presentan todos sus componentes activos en las cantidades óptimas.
La actividad de la raíz de ginseng se debe principalmente a su contenido en saponinas triterpénicas (2-3%), llamadas ginsenósidos o panaxósidos. Más de 30 ginsenósidos derivan de la estructura del dammarano (los derivados del protopanaxadiol y del protopanaxatriol) y uno deriva del ácido oleanólico. Según su genina, se clasifican en:
• Derivados del protopanaxadiol, principalmente los ginsenósidos Ra1, Ra2, Ra3, Rb1, Rb2 y Rb3; los notoginsenósidos R4, Rs1, Rs2, Rs3 y Rs4, y los malonilginsenósidos Rb1, Rc y Rd.
• Derivados del protopanaxatriol, principalmente los ginsenósidos Re, Rf y Rg1, y el notoginsenósido R1.
• Derivados del ácido oleanólico: ginsenósido Ro.
Otros componentes importantes son: polisacáridos heterogéneos (panaxanos A-U), proteínas (panaxagina) y peptidoglicanos (panaceno), así como otras sustancias que se encuentran en menor cantidad, como aceite esencial (trazas), ácidos fenólicos derivados del ácido benzoico (salicílico, vaníllico), poliínos y esteroides y vitaminas del grupo B (B1, B2, B3, B5, B6, B8, B9 y B12), C y E, principalmente.
Actividad
Se han realizado numerosos ensayos clínicos sobre los efectos de las preparaciones de ginseng como tónico, sus beneficios para la función cognitiva, el metabolismo (especialmente sobre los niveles de glucosa y de lípidos en sangre), la función cardiovascular, la disfunción eréctil, la calidad de vida, la vitalidad y la mejora del sistema inmunitario y respiratorio crónico.
Una llamada a la calidad
La eficacia y seguridad del ginseng está determinada por sus componentes, pero la composición cualitativa y cuantitativa de los extractos de la raíz de ginseng puede variar según el método extractivo utilizado. Algunos productos y extractos comercializados no están bien caracterizados; así lo ha advertido el Comité de Plantas Medicinales de la EMA (HMPC), que en cambio sí considera bien caracterizado el extracto usualmente referido como G115 (extracto de raíz de ginseng DER 3-7: 1, solvente de extracción etanol al 40% V/V que contiene un 4% de ginsenósidos [suma de Rb1, Rb2, Rc, Rd, Re, Rf, Rg1 y Rg2]). Este extracto ha dado lugar a numerosos estudios, bien diseñados, que se recogen en el informe de evaluación del HMPC de la EMA.
Efecto en el cansancio y la recuperación de la energía
Como se ha mencionado, la energía celular se obtiene a partir de la glucosa y se canaliza mediante el ATP. Para tratar el cansancio es clave incrementar la disponibilidad de oxígeno en las células; así se consigue que predomine la glucólisis aeróbica y que aumente la producción de ATP. Para que esto ocurra, una vía preferente de actuación es la mejora en la respiración celular; así ha demostrado hacerlo el ginseng G115 (incrementa la captación de oxígeno en las células y la reoxigenación de la hemoglobina en el sistema de circulación sanguínea), que actúa en la primera fase del ciclo de Krebs, optimizando el aporte de oxígeno y posibilitando la respiración aerobia, la más rentable energéticamente. Esto es lo que lo diferencia de otros bioactivos como la L-carnitina, que activa la degradación de lípidos (cuya combustión no es útil para el cerebro), o la coenzima Q10, que actúa a nivel mitocondrial en la cadena de transporte de electrones, en la fase final (figura 2).
Además, como se desprende también de los estudios realizados, el ginseng mejora la función cognitiva y tiene acción inmunomoduladora, aparte de otros efectos metabólicos beneficiosos.
Seguridad del ginseng
No se han descrito interacciones y tampoco se han señalado contraindicaciones, aparte de la posible hipersensibilidad individual a la sustancia y su uso durante el embarazo y la lactancia.
En la tabla 3 se resumen y rebaten los principales mitos en torno a los supuestos efectos excitantes del ginseng sobre el sistema nervioso y cardiovascular.
Vitaminas y minerales. Esenciales en los procesos de recuperación de la energía
Es de sobra conocida la participación de vitaminas y minerales en los procesos metabólicos y de obtención de la energía. Unas y otros intervienen como catalizadores en diversas reacciones bioquímicas que facilitan la transformación de los sustratos nutricionales a través de las vías metabólicas. Así, por ejemplo, las vitaminas del grupo B desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento de los ciclos de transferencia de carbono mediante la regulación de enzimas mitocondriales. En cuanto a los minerales, se destaca especialmente su función en la conservación de la capacidad de aumentar el gasto energético y el trabajo.
En la tabla 4 se detalla la actividad de distintas vitaminas y minerales en diversas situaciones que causan cansancio.
Sinergias de acción
Como se desprende de lo expuesto hasta aquí, gracias a los distintos mecanismos de acción del ginseng, las vitaminas y los minerales, una combinación de estos componentes puede ayudar al organismo a incrementar la energía y recuperarse del cansancio, siempre que se acompañe de una alimentación equilibrada y de los oportunos cambios en el estilo de vida (tabla 5).
Se ha demostrado que la combinación de vitaminas y minerales con un extracto de ginseng estandarizado (P. ginseng G115) ayuda a restablecer el equilibrio físico y mental en situaciones de cansancio físico y/o mental y tiene efectos superiores a los de un multivitamínico/mineral solo.
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