Evolución histórica
Existe una errónea consideración acerca del descubrimiento de la Aspirina, atribuyéndolo a Felix Hoffmann. No obstante, recientes estudios han objetado este dato, siendo reconocido Artur Eichengrün como el autor más importante.
Este fármaco cuenta con una gran evolución histórica. Si nos remontamos muchos siglos atrás, encontramos evidencias del uso de la corteza de sauce como tratamiento para la fiebre y el dolor por parte de las civilizaciones egipcias y amerindias. Fue Hipócrates en el siglo V a.C. quien recomendaba la utilización de las hojas y corteza de sauce para combatir los dolores ocasionados por el parto y para el tratamiento de la fiebre. También promovió la utilización del álamo para mejorar las enfermedades oculares. Posteriormente, el griego del siglo I Dioscórides, de mucha influencia en la época renacentista, propone la decocción de las drogas del sauce como un excelente alivio de la gota y los dolores de oído, añadiendo que si estas eran administradas en fragmentos de pequeño tamaño y con un poco de vino y pimienta ejercían presumiblemente como una buena cura de dolores menstruales y cólicos.
Durante la Edad Media la corteza del sauce se utilizó como febrífugo en la medicina popular en forma de infusión, aunque en algunos países su uso fue prohibido para proteger a los artesanos de la industria y la manufactura de los artículos de mimbre como rejillas, cestos, etc. Se alegaron razones ecológicas.
En el año 1763 el reverendo Edward Stone presentó un informe referente a las propiedades terapéuticas de esta corteza, destacando su efecto antipirético. Stone había administrado el extracto en forma de té o cerveza a 50 pacientes febriles aliviándoles el síntoma. Investigaciones posteriores determinaron el principio activo de la planta, que fue llamado salicilina (derivado del ácido salicílico y del ácido acetilsalicílico) y fue aislado por primera vez en 1826 por el químico italiano Ludovico Brugnatelli. Se trataba de una sustancia amarga y amarillenta, en forma de agujas cristalinas.
Los avances científicos de la época favorecieron las investigaciones sobre el principio activo. Se produjo la obtención del ácido salicílico a partir de la salicilina y posteriormente su acetilación, siendo importante la labor de Arthur Eichengrün y demostrándose que el AAS era mejor tolerado que el resto de sus precursores o compuestos homólogos y presentaba idéntica actividad analgésica.
Arthur Eichengrün empieza su trabajo en la compañía Bayer y durante varios años ejerce como director de la síntesis del ácido acetilsalicílico; posteriormente, abandonó la compañía dedicándose especialmente a la disminución de la toxicidad de algunos productos y encargando a su ayudante de laboratorio, Hoffmann, la síntesis de dos fármacos de interés: el ácido salicílico y la morfina. Este último consiguió preparar el AAS, pero mejorando la pureza del producto terminado hasta la calidad farmacéutica.
Fue Eichengrün la primera persona en probar el producto, comenzando a suministrárselo a sí mismo, y al darse cuenta de que no observaba aspectos negativos, fue objeto de críticas muy positivas por parte de los intelectuales de la época.
A finales del siglo XIX, con la apreciación que tiene un nombre corto y fácil de usar desde el punto de vista comercial, se decidió registrar el nombre de Aspirina. Una explicación llamativa es que esta denominación se debe a San Aspirino, un obispo napolitano patrón protector frente a las cefaleas.
Aspirina se convirtió en una palabra habitual utilizada en todos los hogares del mundo y con la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, Bayer perdió sus derechos exclusivos de utilizar este nombre pasando a ser un vocablo de utilización pública. Aspirina acompañó a la primera expedición para conquistar el Everest y a los astronautas del Apolo XI en la primera expedición humana en la Luna.
Años después de su introducción en el ámbito clínico, solo se puede decir que el interés científico por el compuesto crece exponencialmente.
Fuentes importantes de salicilatos
Entre las plantas que contienen salicilatos se encuentran el sauce (Slix), el mirto y el álamo (Spiraea). La «Reina de los prados» (Spiraea ulmaria) frecuentemente formaba parte de los jardines ingleses. Todas estas plantas contienen salicilina, el glucósido natural a partir del cual pueden extraerse los salicilatos.
Los metilsalicilatos pueden estar presentes también en arbustos espinosos, en el haya, abedul, regaliz y aceitunas, en las cerezas, ciruelas, fresas, uvas, naranjas y manzanas. Incluso las características del té pueden estar influidas por su contenido en estos compuestos.
Existen, además, numerosas bacterias que producen ácido salicílico, que participará en el transporte del hierro y como controladores del crecimiento. Es interesante destacar la existencia de dos únicas fuentes animales de salicilatos: por una parte la secreción oleosa de algunas glándulas de los castores y, por otra, la secreción a modo de defensa de un tipo concreto de hormigas.
La salicilina es extraída a partir de la corteza de las ramas jóvenes del sauce. Por maceración en agua, se produce una hidrólisis del enlace O-glucosídico hasta obtener alcohol salicílico. A partir de él se lleva a cabo una oxidación para obtener ácido salicílico, y una acetilación final hasta llegar al ácido acetilsalicílico.
Mecanismos de acción e interacciones
El mecanismo de acción de este fármaco fue descrito por Sir John Vane y sus colaboradores de los laboratorios del Royal College of Surgeons de Londres. En el año 1971 fueron publicados varios artículos donde Vane demostró que el AAS y otros fármacos relacionados inhibían la síntesis de prostanglandinas a partir del ácido araquidónico en preparaciones de pulmón de cobaya, al mismo tiempo que otros colaboradores observaron una inhibición selectiva de la prostanglandín-sintetasa en las plaquetas. Estos y otros hallazgos permitieron dar una fácil explicación a los efectos analgésicos, antipiréticos, antiinflamatorios y antiagregantes plaquetarios del ácido acetilsalicílico. Por todos sus estudios y trabajos relacionados con la Aspirina, Vane recibió el Premio Novel de Medicina y Fisiología en el año 1982.
De tal manera podemos decir que el ácido acetilsalicílico inhibe selectivamente a la COX-1, enzima constitutiva, impidiendo la síntesis de prostaglandinas y tromboxanos que intervienen en la agregación plaquetaria, ejerciendo su acción de antiagregante plaquetario a dosis bajas. Por otro lado, ejerce una inhibición sobre la COX-2, enzima inducible, impidiendo la liberación de prostaglandina E2 responsable de la inflamación, dolor e hipertermia, quedando así justificada su actividad antiinflamatoria, analgésica y antipirética respectivamente.
Este ácido puede interaccionar, una vez administrado, mediante unión a proteínas plasmáticas y desplazando a los anticoagulantes e hipoglucemiantes orales, además de incrementar la ototoxicidad de la vancomicina. Se ha demostrado que fármacos como la cafeína o el dipiramidol incrementan la absorción del AAS por parte del organismo, mientras que otros como la colestiramina o griseofulvina la disminuyen.
Como en todos los casos, se han descrito algunas reacciones adversas en pacientes, aunque cabe decir que los efectos secundarios a dosis profilácticas suelen ser leves y ocurren con poca frecuencia. Los síntomas gastrointestinales como náuseas, vómitos, gastritis o diarrea son los que se presentan con mayor incidencia y se encuentran relacionados con la dosis. Las complicaciones hemorrágicas pueden ser graves y pueden aparecer sin sintomatología, siendo el riesgo superior en personas de edad avanzada, en los pacientes con úlcera péptica y en aquellas personas que se tratan junto con otros antiinflamatorios y son consumidores de bebidas alcohólicas.
Las reacciones de hipersensibilidad se producen con menor frecuencia y se pueden manifestar como reacciones respiratorias, apareciendo broncoespasmos, o como reacciones cutáneas, observando urticarias o edemas. Es destacable también el salicilismo en aquellos pacientes con consumo crónico del fármaco. Por último, en aquellos casos en los que exista una intoxicación por sobredosis se procedería a realizar un lavado gástrico, tratamiento con carbón activo e hidratación.
Conclusiones
Durante la mayor parte del s. XX el ácido acetilsalicílico ha sido el fármaco más utilizado en todo el mundo. En Norteamérica se estima que el consumo anual es de 20.000 millones de comprimidos de Aspirina, aproximadamente 100 por ciudadano. Además, muchos personas de edad media los consumen regularmente para disminuir los riesgos de sufrir accidentes vasculares. Pocos han sido los fármacos que han tenido tanto impacto sobre la morbimortalidad ni parecen tener la probabilidad de usarse tan frecuentemente en los próximos años, y es que la Aspirina se ha convertido en un remedio a disposición de todos contra dolores, fiebre o inflamaciones, siendo considerada por muchos como el AINE «de bolsillo».
Bibliografía
http/Salud.bayer.es
Guía médica aspirina. Antony Bayer MB. Editoriales Médicos. 2000
Plantas medicinales. Quer, P.F. Península. 2ª edición. 2000.
Historia de la Química. Brock W.H. Alianza Editorial 1ª edición 1998.
La verdadera historia de la Aspirina. An. R. Acad. Nac. Farm., 2005, 71: 813-819.