Este artículo es el último de la serie que hemos dedicado al comportamiento del consumidor y está pensado para ti como comprador, como persona que toma decisiones constantes, a menudo bajo los efectos de alguna influencia. Hay influencias sutiles, discretas, aparentemente sin importancia, pero ¡ojo!, no son inocuas, a veces lo cambian todo.
Tus clientes no entienden los precios. Así de sencillo. Por si te sirve de consuelo, éste no es un problema que tengas tú en particular por tener una farmacia. Afecta a todos los establecimientos comerciales porque, en realidad, los clientes no entendemos los precios.
¿Tener o no tener una tarjeta? Ahí está el dilemaEn marketing, como en todas las profesiones, hay modas que hace que se popularicen ciertas prácticas. Si algo acaba implantándose es porque produce mejores resultados. No podemos perder de vista que a los de marketing nos evalúan con cifras: ventas y satisfacción del cliente.
Un plan de marketing es un documento que ayuda al titular de una oficina de farmacia a conseguir sus objetivos a un año (ventas, fidelización...), organizando las actividades de marketing que hará y el presupuesto que esto supone.
Siento, ¡luego compro!Nuestras decisiones están guiadas por emociones. Esta frase habría sido imposible hace un siglo, incluso hace cincuenta años, porque las decisiones y las compras se explicaban en función de lo que pensábamos o creíamos. El principal objetivo del marketing era conseguir que los consumidores pensaran «cosas» sobre los establecimientos, los productos o las marcas, y que recordaran esa información.
Nuestra última entrega terminó con un cliente que había realizado su primera compra de un producto tras un proceso al que llamamos «customer decision journey» (una expresión que no suele traducirse, pero que se refiere al viaje del cliente hacia la decisión). Ahora vamos a ver cómo este cliente va a seguir evolucionando a medida que repite sus compras, lo que representa nuevas oportunidades y retos para nosotros. Hablemos del «ciclo de vida del cliente».
Cuando se habla de marketing en la oficina de farmacia todo empieza a mitad de la película con un cliente que ya está en el mostrador, que ha decidido que viene a comprar y ha pedido un producto y al que, por lo menos, le vamos a vender ese producto si lo hacemos moderadamente bien. Nuestro personal está instruido para presentar varias marcas y, en contadas ocasiones, recomendar con pudor algo que complemente la petición del cliente.
Pensamos, pero menos de lo que pensamosA los humanos nos gusta vernos a nosotros mismos como seres razonables y lógicos que no se dejan influir fácilmente en sus decisiones, salvo cuando explícitamente se busca una opinión o un consejo. Cuando los humanos nos ponemos en modo comprador, esta imagen de consumidores reflexivos y sensatos nos parece todavía más atractiva y deseable. Sin embargo, la realidad es bien distinta.
El siglo XXI es el siglo de la Economía de las Experiencias. El motor de las transacciones económicas ya no son los productos, ni los servicios –por amables y atentos que sean–. Hoy lo que impulsa las compras y el consumo son las experiencias, vivir momentos que sean memorables, sorprendentes, gratificantes y generadores de valor en un sentido amplio.