El 23 está al caer, mi querencia es escribir sobre lo que nos espera o lo que esperamos que nos esté esperando en ese futuro tan cercano. Sin embargo, me dicen que los cánones dictan que antes de Navidad toca un resumen de lo que ha sido el 22. No seamos demasiado disruptivos, pues, y aunque no soy un entusiasta del retrovisor, seamos prudentes y demos un vistazo a lo sucedido.
Escribir de lo que uno supone que va a venir es un ejercicio fantasioso, pero solo tiene el riesgo que representa ser más o menos adivino, el mismo que se corre cuando uno se acerca a una expendeduría de lotería. Existen excusas fáciles para que el más que probable error sea aceptable y aceptado. En cambio, hacer una memoria resumida es mucho más arriesgado: porque las ausencias van a ser interpretadas como un olvido intencionado, y porque la valoración que del hecho recogido hace el que lo escribe implica una opinión, y sobre eso no hay nada escrito. Ese ejercicio retrospectivo sí que te asegura la crítica. Por tanto, aunque parezca más arriesgado lo uno, realmente lo es lo otro. Vamos allá.
Parece que aún no. También me dicen que el espacio es el que es y que no podremos recoger en un escueto editorial todo lo que el sector ha realizado y vivido. Que la selección va a ser muy complicada y que las muy merecidas exaltaciones, agasajos y celebraciones que conllevaría siempre se iban a quedar cortas. Entre unos y otros van a hacerme cambiar todo lo que tenía pensado escribir, pero cualquier sugerencia es bienvenida si su intención es que el texto quede redondo y objetivo, y para que la opinión de quien lo escribe no tiña de un solo color lo que pretende poner un digno colofón a otro año intenso, como siempre lo son en el sector.
Ahora que ya no hay voz que quiera aconsejarme sobre lo que conviene que escriba, me doy cuenta de que con mis disquisiciones me he zampado el espacio del que dispongo, este rincón tan querido que he ido llenando con mis cosas. Sin embargo, algo debería escribir en el espacio que me queda, algo escueto, indiscutible, objetivo, que sirviera para un editorial de final de año, algo así como la lista de lo que continúa inalterado en este final de curso, sin novedad, como siempre:
— El cupón.
— Las aplicaciones asistenciales de la receta electrónica.
— La falta de conexión fluida y segura con Atención Primaria.
— La dependencia de la remuneración de la farmacia del precio del medicamento.
— El escaso reconocimiento de la capacidad de actuación del farmacéutico en patologías de baja complejidad.
— El escaso reconocimiento de la capacidad del farmacéutico para sustituir de forma farmacéutica y para la continuación de tratamientos crónicos en pacientes estabilizados.
Resumiendo, el día a día de 2022.
Feliz Navidad y próspero año nuevo. No perdáis la esperanza.