Los aromas primarios son los que hacen referencia al tipo de vid, pero también a la climatología, al suelo y, en definitiva, al entorno. Cada tipo de uva presenta una paleta aromática distinta y, según su lugar de cultivo, puede mostrarse diferente. Reconocer ciertos tipos de uva puede ayudar a «adivinar» la procedencia de un vino, siempre que sea monovarietal. Estos aromas primarios normalmente se desprenden de la superficie del vino y aumentan si lo agitamos.
En cuanto a las variedades blancas, podemos empezar hablando de la chardonnay, con aromas a avellana, mantequilla, fresa y melocotón; la parellada, con aromas a flor de viña y manzanilla; la sauvignon blanc, a grosella, menta y frutos tropicales; la macabeo, a pomelo y manzana; la moscatel, a vino de moscatel, rosa, nardo y jazmín, o la riesling, con aromas a limón, miel, albaricoque, acacia y romero.
Entre las variedades tintas encontramos la de cabernet sauvignon, con aromas a arándanos, moras, frambuesas y grosellas; la pinot noir, con aromas a cerezas, violetas, fresas, cassís y grosellas; la garnacha, a confituras y especias; la syrah, a moras silvestres, cassís y laurel; la tempranillo, con aromas a bayas rojas y ciruelas negras, y la merlot, con aromas a cassís, confitura de bayas rojas y pimiento verde.
Los aromas secundarios se originan en el proceso de fermentación del vino. Se desprenden al contacto con la lengua y al agitarlo con la boca. Entre ellos encontramos la serie de fermentación, con aromas a levadura, miga de pan, galleta, pastelería o bollería fina; la serie láctea, con aromas a yogur, leche, mantequilla fresca o queso fresco, y la serie amílica, con aromas a plátano, caramelo ácido, laca de uñas o barniz.
Los aromas terciarios se desarrollan en la fase de envejecimiento o crianza en barricas y, al igual que los secundarios, se obtienen por vía retronasal. En vinos blancos, podemos encontrar aromas a flores secas, frutos secos, miel, praliné, cera de abeja, cedro, vainilla, humo, resina, coco rallado o tabaco. En vinos tintos, aromas a sotobosque, setas, trufa, higos, aceitunas negras, roble, regaliz, canela, pan tostado, café o cuero, entre otros.
Vall de Molinàs 2015
Celler Hugas de Batlle
Precio 23,75 €
Este monovarietal de garnacha negra elaborado al norte del Alt Empordà es Mediterráneo puro, con nariz elegante a roble fino y perfumado, reposado e intenso, con notas a frutos rojos pochados a fuego lento, moras y laurel. En boca es amplio y aterciopelado, con notas balsámicas muy sutiles. Perfecto para maridar con cualquier ave o animal de caza mayor.