En Senegal es un desafío hacer vino porque no existen estaciones definidas, no se vendimia en fecha fija, y la falta de agua en un territorio de clima seco obliga a los viticultores a ser imaginativos. Hacia el 2000, dos franceses sin ninguna relación con el mundo del vino decidieron aventurarse a hacer vino en territorio hostil, bajo el nombre de Clos des Baobabs, en referencia a los gigantes guardianes de las 10 hectáreas que adquirieron. Optaron por un costoso sistema de irrigación por goteo, posible tan sólo tras una perforación de un pozo a 180 m de profundidad. En 2014 empezaron a explotar sólo una hectárea para comprobar la reacción de las cepas que habían importado de Francia: cabernet sauvignon, cinsault, garnacha, syrah y sangiovese.
Aparte del clima «complicado» para la vid, Senegal tiene un 95% de población musulmana y hay mucha hipocresía con el sector del vino y destilados; así que debido al arancel del 125% impuesto por el gobierno a los vinos importados, los senegaleses suelen consumir brebajes locales, a veces con efectos devastadores sobre la salud.
Todos estos inconvenientes no han parado a los padres de Clos des Baobabs, que han sabido introducir en Senegal un vino tinto y rosado de carácter clásico, haciendo un producto que casa bien con los platos típicos de la cocina senegalesa y así ayudar a este nacimiento de la cultura del vino en Senegal.
7030
D.O. Conca de Barberà
Precio: 8,5 €
En esta pequeña bodega en Rodonyà cultivan mediante agricultura ecológica, escogen el viñedo y la uva más adecuados para el vino que quieren hacer, y todas las fermentaciones se elaboran con levaduras autóctonas de forma espontánea. 7030 está elaborado con un 70% de syrah y un 30% de tempranillo, con crianza y determinación en boca. Tiene aromas marcados a moras y frutos rojos en conserva, es meloso y largo en paladar, con retrogusto de vainilla. Puro y limpio y con un posgusto largo y franco. Fantástico para carnes adobadas, comidas picantes y caza.