También los vinos dulces o ligeramente dulces tienen su espacio en el mundo de los aperitivos, y es habitual encontrar vinos como los oportos, Pedro Ximénez u otros emparejados con un snack para empezar a comer.
El jerez se obtiene de uvas muy maduras. Tomado en su típica copa es el ejemplo perfecto de vino que estimula el apetito y es fantástico en cualquiera de sus tres tipos –fino, oloroso o palo cortado– para snacks salados, frutos secos u hojaldres. Los madeira se elaboran casi del mismo modo que el jerez, pero se añade alcohol para parar la fermentación y así mantener una gran parte del azúcar natural. Tienen una vida larguísima, especialmente los madeira sercial, que resultan un excelente aperitivo debido a su carácter seco y un poco amargo en boca.
Pero es el vermú el que se ha erigido como el gran triunfador de las aperturas del apetito en cualquier reunión. Originario de Italia y Francia, este vino, al que se agregan una serie de sustancias vegetales y aromáticas, abrirá el apetito y curiosidad de cualquier amante del buen comer en cualquiera de sus vertientes: el blanco seco, el blanco dulce y el tinto dulce.
Históricamente los aperitivos eran bebidas secas y bajas en azúcar; además, siempre tenían un carácter ácido, amargo y con bajo contenido de alcohol. Hoy en día, sin embargo, los vinos ligeramente dulces tienen cada vez más seguidores, y es frecuente encontrar maridajes de foie, aceitunas, hojaldres o patatas bravas con un Pedro Ximénez, un licor de amaretto o un buen limoncello.
Precio: 14 €
Este vino generoso de Oporto es una maravilla en nariz y en boca. Con aromas a frutos secos, almendras amargas, nueces verdes y algún cítrico, se presenta en boca ligeramente amargo y seco y perfectamente equilibrado entre el dulzor y el alcohol. Es un vino perfecto para estimular el apetito y para maridar con cualquier tipo de tentempié salado o pica-pica, y absolutamente encantador usado en forma de reducción para acompañar un foie a la plancha.