Llevo 20 años detrás del mostrador, entre recetas, consejos y muchas ganas de hacer cosas nuevas. He sido titular o hija de titular, así que la perspectiva del adjunto, reconozco, no siempre ha estado en mi radar. Y aquí empieza el reto: por mucho que lo intentes, si no has estado en el otro lado, es complicado entender del todo su punto de vista. Por eso, a veces me pongo en «modo escucha activa» (o modo cotilla profesional, como prefieras) y hablo con compañeros adjuntos para entender qué es lo que los motiva.
Al final, todos trabajamos por lo mismo: mejorar económicamente, crecer profesionalmente y/o tener más tiempo de calidad. Yo parto de esta base para motivar a mi equipo e involucrarlos en nuevos proyectos.
Preguntar, aclarar y asegurarte de que estáis en el mismo camino es lo que marca la diferencia entre un equipo que cumple y otro que crece contigo
Hace tiempo, en una formación, nos hicieron leer un texto; después nos pidieron que lo interpretáramos, y ¡sorpresa! Cada uno había entendido algo diferente.
La conclusión fue clara: hay que preguntar siempre qué motiva a cada miembro del equipo. No todos tienen los mismos objetivos ni las mismas prioridades. Y, sobre todo, hay que explicar con claridad qué esperas de ellos. Muchas veces las cosas no se hacen de cierta manera ni por desinterés ni por rebeldía, sino simplemente porque el mensaje no se entendió bien.
La comunicación es clave: preguntar, aclarar y asegurarte de que estáis en el mismo camino es lo que marca la diferencia entre un equipo que simplemente cumple y uno que crece contigo.
Recuerda: liderar no es imponer, es inspirar; cuando tu equipo entiende el por qué y el para qué, el cómo se vuelve mucho más sencillo.