¿Por qué tomarlos?
Las frutas y las verduras no deberían faltar nunca en nuestro menú. La OMS advierte que «la integración de estas en la dieta diaria podría ayudar a prevenir importantes enfermedades no transmisibles, ya que una ingesta variada garantiza un consumo suficiente de la mayoría de los micronutrientes, de fibra dietética y de una serie de sustancias no nutrientes esenciales» y es que además de vitaminas (especialmente A, C, E, D y ácido fólico) y minerales (como calcio, hierro y potasio), algunas de ellas aportan una valiosa acción antioxidante que influye decisivamente a la hora de prevenir y retrasar el envejecimiento. Por ejemplo: la alcachofa, el ajo y el zumo de granada o de pomelo rosa. Si queremos aprovechar al máximo su capacidad antioxidante, el Prof. Pier Luigi Rossi, médico italiano, especialista en Ciencia de la Alimentación y en Higiene de Medicina Preventiva y catedrático con una amplia trayectoria en el campo de la docencia, aconseja tomar preferentemente estos alimentos frescos, aunque si no fuera posible, «los productos vegetales procesados de calidad (envasados ready to eat, deshidratados o congelados) mantienen parte de sus propiedades antioxidantes».
Los zumos pueden tener también efectos diuréticos y depurativos. Y, por si esto fuera poco, las hortalizas frescas y crudas de temporada pueden intervenir activamente en el bienestar intestinal, ya que aportan fibra alimentaria que necesita el organismo. Al prepararlos con licuadora, se concentran sus principios nutritivos haciendo que se asimilen mejor; de este modo, además de contener las mismas moléculas que la fruta y la verdura que ayudan a adelgazar, aportan una valiosa cantidad de agua biológica y consiguen mejorar la digestión de aquellas personas que tienen tendencia a comer rápido y no masticar bien. Para no perder las vitaminas que contienen, conviene tomarlos justo después de su preparación.
El Prof. Rossi propone que los bebamos a media tarde, a la hora de la merienda, para evitar así llegar a la cena hambrientos y remarca que es fundamental realizar cinco comidas diarias cuyo objetivo es impedir que se produzcan aumentos excesivos del nivel de glucemia, de lipemia y, sobre todo, de insulina, hormona responsable de la acumulación de peso y de la sensación de hambre continua.
Cuatro propuestas saludables
Y si además de entretener el estómago, quieres disfrutar obteniendo más beneficios para tu salud, en su libro De las calorías a las Moléculas, editado por Aboca, el Prof. Rossi nos sugiere cuatro propuestas deliciosas y efectivas para:
– Favorecer la diuresis: 1 corazón de hinojo, 2 tallos de apio, 2 rodajas de piña, varias hojas de endibia, 1 cucharilla de semillas de anís y hojas frescas de menta. Preparar licuando el hinojo, el apio, la endibia y por último la piña. Mezclar después con el anís y la menta. Es rico en: magnesio, calcio, enzimas digestivas, ácido fólico y potasio.
– Controlar el colesterol: 5 nueces o una manzana, 100 g de judías verdes, 1 alcachofa, 1 puñado de brotes de soja y 1 limón. Licuar las judías verdes y añadir después el resto. En el caso de optar por la nueces, triturarlas bien antes de mezclarlas con el zumo. Es beneficioso por: poseer fitosteroles e inulina, que limitan la absorción intestinal del colesterol.
– Mejorar la vista: 2 zanahorias, 2 tomates, 200 g de hojas de espinaca. Licuar por orden los ingredientes. Aporta un plus: los carotenoides presentes en las zanahorias y las espinacas, unidos al licopeno del tomate, preservan la salud ocular.
– Evitar el meteorismo intestinal: 2 kiwis, 1 hinojo pequeño, 1 alcachofa y 1 rodaja de piña fresca. Primero licuar el hinojo y luego la fruta. Agregar al final la alcachofa. Para potenciar sus efectos: debe tomarse aproximadamente una hora antes de las comidas.