«Los farmacéuticos comunitarios han desempeñado un rol esencial durante la pandemia de la COVID-19 y han demostrado su compromiso y colaboración con el sistema sanitario». Así se ha puesto de manifiesto en la jornada que la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (SEFAC) ha celebrado en Santiago de Compostela, en el marco de los actos del Día Mundial del Farmacéutico.
La jornada ha sido inaugurada por la subdirectora general de Farmacia del Servicio Gallego de Salud, Silvia Reboredo, quien ha destacado que «la farmacia comunitaria ha sido un ejemplo de compromiso y colaboración con el sistema sanitario durante la pandemia de COVID-19». La mesa inaugural ha contado también con la participación de Vicente J. Baixauli, presidente de SEFAC; Montse Lage, presidenta de SEFAC Galicia, y Héctor Castro, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos (COF) de A Coruña. Todos ellos han coincidido en reivindicar la labor de los farmacéuticos durante la pandemia.
La jornada, que ha contado con distintos talleres prácticos para mejorar la formación asistencial en distintas patologías, ha servido para debatir también sobre las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades de la profesión. En ella han participado expertos como Ángel Sanz, consultor farmacéutico especialista en la evaluación de tecnologías sanitarias; Juan del Río, director general de Unnefar; Nina Villasuso, vocal del COF de A Coruña, y Montse Lage, presidenta de SEFAC Galicia.
Tanto Villasuso como Lage han defendido aspectos fuertes de la farmacia como la accesibilidad y proximidad a la población y la cualificación de sus profesionales, «que les han permitido colaborar en aspectos como los test de antígenos para la detección rápida de COVID-19». Asimismo, Lage ha señalado que es fundamental que los farmacéuticos comunitarios sean autocríticos y aprovechen las oportunidades que se les presentan para avanzar hacia una farmacia de servicios profesionales farmacéuticos asistenciales: «Debemos centrarnos en servicios que no estén vinculados a ofrecer un producto, sino al conocimiento que solo posee el farmacéutico».
Dentro de las debilidades, han destacado la falta de estudios que midan el impacto en salud de las intervenciones sanitarias que llevan a cabo estos profesionales y que dificultan su reconocimiento y retribución. Según Sanz, «demostrar los resultados en salud es necesario para ver el valor de cada intervención desde el punto de vista clínico y económico. Si esto no se produce no se puede aspirar a que la Administración remunere algunos servicios, ya que la Administración exige demostración de valor de cualquier tecnología para poder pagarla». Por su parte, del Río ha señalado que existen amenazas sobre el sector que pueden dividirse en dos bloques:
- Las derivadas de posibles cambios normativos que introduzca la Administración y provoquen que la cualificación de los farmacéuticos sea insuficiente para la prestación de algunos servicios.
- Las amenazas que provienen de agentes como las grandes plataformas de e-commerce.
El otro tema abordado en las jornadas ha sido la transformación digital que vive la sociedad y de la que la farmacia comunitaria no es ajena. En este sentido, Baixauli ha recordado que «la pandemia de COVID-19 ha acelerado 15 años muchos de los procesos de transformación digital que tienen que ver con la comunicación entre los profesionales de la salud y los pacientes» y ha insistido en que la farmacia debe adaptarse a los cambios. «La aplicación de nuevas tecnologías de la información y la comunicación deben ser siempre un complemento de la atención presencial, que sigue siendo imprescindible para muchos pacientes, por lo que no podemos caer en la deshumanización de la atención sanitaria por un exceso en la aplicación de la tecnología», ha recalcado.
Por su parte, Varela ha señalado también que es necesario adaptar la parte logística para ofrecer una atención de calidad por parte de las farmacias y también se ha mostrado crítico por el hecho de que, en algunas ocasiones, se haya utilizado a agentes externos para hacer llegar el medicamento a determinados pacientes durante la pandemia, «cuando es una labor que se podría haber llevado a cabo perfectamente a través de la red de farmacias y su distribución».