La perspectiva del paciente cada vez se tiene más en cuenta a la hora de diseñar cualquier intervención enfocada a la mejora del uso de los medicamentos, ya que se ha demostrado que incorporar esta perspectiva mejora los resultados de las intervenciones y presenta beneficios tanto para los pacientes como para el sistema sanitario.
Los farmacéuticos de atención primaria son los encargados de diseñar esas intervenciones de mejora del uso de los medicamentos, pero como reconoce Mariola Caraballo Camacho, farmacéutica de Atención Primaria del Distrito Sanitario Sevilla, en esas intervenciones tradicionalmente se ha obviado la perspectiva del paciente. “Intervenimos mucho sobre médicos y profesionales de enfermería intentando modificar determinados hábitos de prescripción que, en ocasiones, pueden dar lugar a que los médicos tengan que realizar cambios de tratamiento, pero pocas veces habíamos contemplado sentarnos antes con los pacientes para ver cuáles son las barreras a lo que nosotros les proponemos y cómo les podríamos facilitar esos cambios”, ha afirmado la FAP durante su ponencia ‘La participación del paciente en el diseño de intervenciones para la mejora del uso de los medicamentos’.
La ponencia se enmarca dentro del programa científico del 25º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP), que reúne en el Teatro Villamarta de Jerez de la Frontera a casi 400 farmacéuticos de AP. Mariola Caraballo presentó en la misma los resultados preliminares obtenidos de las entrevistas realizadas por profesionales sanitarios con actividad asistencial a pacientes complejos polimedicados en atención primaria de un ensayo clínico financiado por la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía.
A partir de esas entrevistas con pacientes, los miembros del equipo investigador identificaron tres temas relevantes relacionados con medicamentos y herramientas de ayuda, deprescripción y relación de los pacientes con el médico de atención primaria y con otros profesionales sanitarios.
Respecto al primer tema, el de los medicamentos, las principales barreras detectadas estaban relacionadas con los conocimientos insuficientes de los pacientes sobre la indicación y los efectos adversos de los fármacos. “Vimos un perfil de pacientes que no se plantean preguntas sobre su tratamiento, sometiéndose al criterio del profesional sanitario y que, a pesar de confesar dificultad para la toma de la medicación, desconocían y no hacía uso de las herramientas de ayuda (Sistema personalizado de dosificación, pastilleros, lista actualizada de medicación, etc.)”, ha explicado Mariola Caraballo, que no obstante ha señalado que también encontraron pacientes que confesaban “tener capacidad y habilidad para el manejo de su medicación y conocer su necesidad y utilidad, aunque señalaban ser conscientes de que algunos de los fármacos que tomaban no eran necesarios”.
En el segundo tema, el de la deprescripción, los pacientes mostraron cierta resignación a la polimedicación y a tomar fármacos que consideraban que no eran necesarios. En las entrevistas se encontró, por un lado, a pacientes que se sienten cómodos con la polimedicación y que confían en sus efectos. Por otro, a pacientes que creen que consumen muchos medicamentos y que estarían dispuestos a tomar menos, siempre y cuando se les garantice que son los que necesitan. “Consideran que algunos de los fármacos que toman no son necesarios o pueden producirles daños e indican miedo a que lo que les beneficie en un sentido les pueda perjudicar en otro”, ha subrayado la farmacéutica de atención primaria.
Por último, en lo que respecta a la relación médico de atención primaria-paciente y a la participación de otros profesionales en el proceso de revisión de la medicación, a los investigadores les llamó la atención el rol que algún paciente asigna al especialista hospitalario como el profesional que instaura los medicamentos y también la falta de implicación de los pacientes en la toma de decisiones; en ese sentido, éstos señalan los encuentros con el médico del hospital como fuente principal de sus dudas acerca de su medicación y también la “confianza ciega” en su médico de atención primaria en relación a la toma de decisiones sobre medicamentos. “Se pone de manifiesto una disposición a aceptar los cambios de tratamiento porque confían en su médico sin que los cambios le provoquen agobio o intranquilidad. Hemos visto también que hay un desconocimiento de la figura del FAP, si bien entre los facilitadores los pacientes aceptarían nuestra participación en el proceso de revisión”, ha subrayado Mariola Caraballo.