El estudio, que ha contado con la participación de 1.251 farmacéuticos, 332 estudiantes y 3.251 usuarios de farmacia, es pionero en España, tanto por poner el foco en el entorno de la farmacia comunitaria como por abarcar a todos los implicados actuales, pero también futuros, en el problema de las resistencias. El estudio, cuyos resultados completos se presentarán próximamente, ha sido clasificado como Estudio postautorización de tipo observacional «otros diseños» [EPA-OD] por la AEMPS y aprobado por el Comité de Ética de la Fundación Sant Joan de Deu.
Según los resultados del estudio, más de la mitad de usuarios de farmacia ha presionado a su médico para que le prescriba antibióticos, o ha demandado en la farmacia un antibiótico sin receta, principalmente porque ya lo habían utilizado anteriormente para tratar los síntomas que padecen, en su gran mayoría infecciones del tracto respiratorio superior en las que se recurre a antibióticos como amoxicilina, amoxicilina/ácido clavulánico o azitromicina. Por lo que respecta a los hábitos erróneos de uso y conservación, casi el 50% de los encuestados utiliza el antibiótico sobrante de otras ocasiones, y un tercio no termina el tratamiento.
El 62% de los usuarios de farmacia almacena el antibiótico sobrante en casa, pese a que en su gran mayoría conocen que reaprovecharlo puede conducir a la creación de resistencias. En el 40% de los casos, esta última información ha sido proporcionada por su farmacéutico. «En España un 37% de la población sabe que un antibiótico no sirve para una infección gripal o un catarro, y aún así presiona en su centro de salud o farmacia para obtenerlo. Si no nos concienciamos todos del problema que suponen las resistencias bacterianas puede que en un futuro no tengamos arsenal terapéutico para tratar las infecciones, como ocurría a principios del siglo pasado», señala Ana Molinero, vicepresidenta 2ª de SEFAC y coordinadora del estudio.
Resistencia y adherencia
Casi la mitad de los farmacéuticos participantes en el estudio asocian el problema de las resistencias a la falta de adherencia a los tratamientos, y son mayoritariamente conscientes –en un 89% de los casos– de que el uso inadecuado de los antibióticos acaba repercutiendo en su falta de eficacia. Entre las medidas propuestas por los farmacéuticos para combatir el problema de las resistencias a los antibióticos, la práctica totalidad de los encuestados apuesta por fabricar envases con el número exacto de comprimidos que tiene que tomar el usuario, así como por concienciar de la necesidad de depositar el antibiótico sobrante en el punto SIGRE. Además, dos tercios de los farmacéuticos recomiendan utilizar unidosis para evitar que se creen bolsas de medicamentos sobrantes (63%). Se trata de porcentajes muy similares a los registrados en las encuestas realizadas por Estudiantes de Farmacia.
La práctica totalidad de los farmacéuticos coincide en que para combatir el problema es necesario un mayor grado de educación sanitaria por parte de los usuarios, pero también de formación por parte de los profesionales sanitarios. En este sentido, el 86% reconoce que necesita una actualización periódica de sus conocimientos sobre la materia (un 10% más en el caso de los estudiantes, aún a pesar de que cuatro de cada cinco encuestados han recibido formación específica sobre la materia).
De acuerdo con el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), un total de 33.000 personas mueren cada año en toda Europa como consecuencia de infecciones provocadas por bacterias resistentes. En España, la resistencia a los antibióticos mata alrededor de 3.000 personas anualmente, más del doble de las muertes por accidentes de tráfico. En el año 2050* la resistencia a los antibióticos podría causar 10 millones de muertes al año y acarrear costes que superarán los 80 mil millones de euros*.
El problema de la resistencia bacteriana a los antibióticos es multifactorial e implica, además de a las administraciones públicas, instituciones sanitarias y universitarias y ciudadanos en general, a todas las profesiones.