Primer modelo de coordinación médico-farmacéutico para la atención al paciente crónico

Dar un paso adelante en la mejora de la atención integral a los pacientes con enfermedades crónicas, conseguir una mayor coordinación entre profesionales y convertirse en un pilar para la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud (SNS). Estos son tres de los objetivos fundamentales a los que quiere contribuir el documento Modelo de coordinación médico-farmacéutico para la atención al paciente con enfermedad crónica en atención primaria, promovido por la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC), la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) y la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Primer modelo de coordinación médico-farmacéutico para la atención al paciente crónico

El documento ha sido presentado hoy por los presidentes de las distintas sociedades: Jesús C. Gómez (SEFAC), José Luis Llisterri (SEMERGEN), Salvador Tranche (semFYC) y Antonio Fernández-Pro (SEMG).

Es la primera vez que expertos de estas sociedades trabajan conjuntamente en un documento de estas características, que pretende ser un punto de partida para mejorar el abordaje colaborativo del reto de la cronicidad desde un punto de vista realista y práctico. No en vano, las enfermedades crónicas han pasado de suponer un 10% (a principios del siglo XX) al 90% actual.

Esto, unido a que apenas hay experiencias de implantación de colaboración real entre médicos y farmacéuticos en un entorno reproducible y de manera sostenida (no aislada), es lo que ha motivado a las distintas sociedades científicas a redactar este documento.

Requisitos
Para alcanzar sus objetivos, el modelo planteado busca cumplir los siguientes requisitos:
1. Ser compatible con el trabajo diario de los profesionales.
2. Ser atemporal.
3. Ser aplicable independientemente de la patología que sufra el paciente.
4. Ser capaz de promover la comunicación y la confianza entre profesionales.
5. Ser capaz de medir resultados en salud y económicos.
6. Ser capaz de integrar a enfermería y a otros profesionales sin los que no puede concebirse la atención adecuada al paciente crónico.

El documento analiza las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades que en la actualidad se dan en el sistema sanitario español. Además, se estudian los aspectos clínicos de la colaboración entre médicos y farmacéuticos, incidiendo en la existencia de dos niveles de actuación (pilotajes o experiencias locales y experiencias apoyadas por la Administración) y dos tipos de intervenciones, que pueden ser bien sobre el tratamiento (interacciones y efectos adversos, duplicidades, adherencia terapéutica, deprescripción, etc.) e intervenciones preventivas y de promoción de la salud (como, por ejemplo, los cribados).

Asimismo, se recogen los requisitos necesarios para poner en práctica este modelo colaborativo. Estos requisitos tienen que ver con aumentar la confianza entre médico y farmacéutico y con la compatibilidad con la rutina de cada uno de estos profesionales. Para ello, el texto hace una serie de recomendaciones que van desde acciones concretas para iniciar una relación profesional entre médicos y farmacéuticos (por ejemplo, tener un primer contacto por correo electrónico o teléfono y concertar posteriormente una cita presencial, aprovechar las reuniones de los centros de salud para presentar a los farmacéuticos de la zona, etc.) hasta acciones para alcanzar el grado de confianza adecuado (por ejemplo, creando una comisión de seguimiento, empezar por tareas sencillas que impliquen comunicación bidireccional, etc.). Para mantener esa confianza en el tiempo también se concretan acciones como crear un calendario de contactos periódicos protocolizados y fomentar la realización de trabajos de investigación conjunta, entre otras.

Gestión del tiempo, comunicación y herramientas
En cuanto a la compatibilidad con la rutina de los profesionales, el documento propone distintas medidas respecto a la gestión del tiempo, la comunicación y las herramientas que se pueden emplear. Respecto a la gestión del tiempo se recomienda trabajar con protocolos para dar una atención más rápida, diferencias las intervenciones rutinarias de las complejas, limitar las acciones a aquellas que tienen un elevado impacto potencial sobre la salud del paciente, evitar duplicidades en las tareas, etc. En comunicación, se debe potenciar la bidireccionalidad fluida, rápida y la comunicación directa, evitando el uso del paciente como intermediario. Por último, respecto a las herramientas, hay que trabajar en protocolos y en que estos estén disponibles no solo en papel, sino también informatizados.

Precisamente, el último capítulo del documento hace referencia a la redacción de protocolos y a la operativa del modelo. Para ellos, las sociedades científicas elaborarán de forma consensuada una propuesta de partida que sirvan de base para que, posteriormente, puedan ser adaptados y avalados por la Administración e incorporados en las distintas estrategias de salud. El documento indica también cómo deberían ser los contenidos de esos protocolos, qué información debería recogerse (justificación, objetivos, población diana, sistema de registro, cronograma para su puesta en marcha, recursos necesarios, etc.), cómo se validarían y actualizarían, cómo deben ser las fuentes para la redacción y el flujo de trabajo para la identificación de pacientes diana y su inclusión en los protocolos.

Las sociedades promotoras esperan que este modelo pueda pilotarse próximamente a nivel local y trasladarlo a otras organizaciones, tanto profesionales como de la Administración con vistas a su utilización de forma generalizada.