El objetivo es que todos los agentes implicados puedan colaborar para realizar estas pruebas, bajo criterios epidemiológicos y de salud pública que considere la administración sanitaria y, de este modo, detectar posibles casos positivos asintomáticos y cortar rápidamente las cadenas de contagio, aumentando la frecuencia de realización de los mismos.
Asimismo, el CCFC recuerda que «los test de antígenos son una prueba más rápida y económica que la PCR, pero la sensibilidad es inferior» y añade que «puede ser una estrategia complementaria a otros cribados, pero en ningún caso un resultado negativo en test de antígenos puede eximir al usuario de tomar las medidas de prevención ante la COVID-19».