«La seguridad es un aspecto básico a la hora de valorar la calidad de la atención prestada, ya que los efectos secundarios y no deseados suponen una importante causa de mortalidad y morbilidad. En este contexto, los farmacéuticos de hospital trabajamos para facilitar la terapia más eficaz, segura y cómoda», afirmó el doctor. «Ningún medicamento –añadió– está exento de riesgo, pero debe ponerse especial cuidado en aquellos que son de uso frecuente y cuyo empleo inadecuado puede provocar reacciones adversas graves».
Pacientes vulnerables
Aunque cualquier paciente puede sufrir una reacción adversa a un fármaco, «hay determinados enfermos que son más vulnerables a tener reacciones inesperadas a la medicación, lo cual no significa que las sufran con más frecuencia, sino que las consecuencias son más graves», aclaró el doctor Faus. Se trata de pacientes más frágiles, como aquellos en estado crítico, ancianos o enfermos hospitalizados por una situación de urgencia.
Además, están especialmente indefensos aquellos que no pueden comunicarse, bien porque están sedados, sufren deterioro neurológico o bien por la simple barrera del idioma. No obstante, en opinión del Dr. Faus «si hay un colectivo especialmente susceptible de sufrir reacciones adversas son los niños y recién nacidos. Ellos son frágiles, apenas se comunican y a esto hay que unir una mayor complejidad de la farmacoterapia y una menor adecuación de los sistemas de utilización de medicamentos a su entorno».
Farmacovigilancia
En farmacia hospitalaria a la hora de evaluar los riesgos de los medicamentos se aplican metodologías muy experimentadas. El doctor Faus explicó que la más desarrollada es el análisis modal de fallos y efectos (AMFE), «un sistema –explicó– que permite estudiar un proceso con sus posibles fallos para priorizar medidas de mejora».
Otro sistema es el análisis de causa raíz o ACR, el cual tiene mucha utilidad en el estudio de eventos graves, los denominados «sucesos centinela». Pero como indica este experto de la SEFH, «un aspecto muy importante para la detección y evaluación de riesgos es la comunicación anónima de errores de medicación, lo que nos permite conocer fallos en el sistema comunicados directamente por los profesionales y sin el cual no se concibe actualmente una política de seguridad del paciente».
En cualquier caso, para garantizar la seguridad del paciente en el uso de medicamentos hay una serie de medidas de primer orden: promover la comunicación entre profesionales, la precisión en la identificación del paciente, y garantizar la seguridad de los medicamentos de alto riesgo. Asimismo, la implantación de la historia digital, de la prescripción electrónica o de las smartpumps contribuye también a garantizar la seguridad de los procesos en los que participan.
Unas estrategias a las que hay que sumar otras más específicas. «La integración del farmacéutico en la unidad de hospitalización, la protocolización de la farmacoterapia o la centralización de la preparación de mezclas son aspectos incuestionables que mejoran la seguridad del paciente», añadió el doctor Vicente Faus.
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