Un año más, el Instituto de Formación Cofares acertó a plantear un tema en el que la farmacia –y todos los ‘actores’ del mundo sanitario– debe posicionarse para seguir siendo ese servicio sanitario de proximidad que reivindica. En esta ocasión se habló de la denominada ‘atención farmacéutica domiciliaria’, que según concluyeron los diversos ponentes es «una innovadora aportación a la humanización de la asistencia sanitaria» que «contribuye a mejorar la calidad de vida de los pacientes, de los cuidadores y de sus familiares».
Pero esta es solo una de las 12 conclusiones que ha elaborado el Instituto de Formación Cofares tras la celebración de las cinco mesas redondas y las dos conferencias que conformaron el encuentro.
Conclusiones
Primera
La longevidad es y va a seguir siendo uno de los factores más importantes en la configuración de nuestra sociedad. Un 19,1% de nuestra población tiene ya más de 65 años y dentro de 25 habrá más de 10 millones de personas que superarán esta edad. Por ello, cabe decir que se está produciendo una auténtica revolución demográfica.
Segunda
Frente a los que presentan la longevidad como un serio problema que amenaza la sostenibilidad del sistema sanitario, es necesario enfatizar que es el resultado de grandes avances científicos, biomedicos y farmacológicos. En definitiva, longevidad equivale a éxito de la sanidad del siglo XXI.
Tercera
Longevidad, cronicidad (19 millones de pacientes crónicos) y dependencia (más 2 millones) estan dando lugar a un cambio en el paradigma sanitario. Hasta hace poco los episodios agudos y la atención hospitalaria definían el modelo sanitario. Ahora y en el futuro cada vez más lo fundamental serán los cuidados de larga duración y la atención primaria.
Cuarta
Desde el punto de vista social destacan el debilitamiento de las estructuras familiares y la soledad de muchos mayores que, pese a su edad avanzada, optan por seguir viviendo en su domicilio.
Parte de ellos padecen situaciones de seria vulnerabilidad social como consecuencia de discapacidad, de limitaciones en su movilidad o problemas de tipo mental.
Por ello, se hacen indispensables políticas que garanticen una acción asistencial domiciliaria continuada y favorezcan la convivencia y la integración íntergeneracional y social.
Quinta
La atención domiciliaria habría de estar orientada por políticas basadas en la estrecha cooperación de los servicios sociales y sanitarios e implementarse a través de un «continuum» asistencial a cargo de equipos multiprofesionales.
Sexta
Para propiciar el éxito de estas políticas en términos de calidad y eficiencia, habría que redefinir el contenido de algunas profesiones sanitarias, ademas de utilizar de modo inteligente las posibilidades que encierran las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.
Séptima
Hay que avanzar hacia un modelo integrador de organización asistencial, sustentado en la cooperación entre las distintas profesiones y estructuras sociales y sanitarias, optimizando la utilizacion de todos los recursos disponibles a través de la colaboración público-privada.
En este modelo han de estar incluidos los farmacéuticos y las oficinas de farmacia. Su profesionalidad y cercanía hacia los pacientes son notorias.
Octava
Para evitar inequidades y desigualdades territoriales la atención domiciliaria debería ser objeto de una Estrategia aprobada por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, en la que figure incluida la atención farmaceutica domiciliaria (AFD)
Novena
La AFD, que cuenta con importantes experiencias a nivel internacional, constituye una innovadora aportación a la humanización de la asistencia sanitaria y contribuye a mejorar la calidad de vida de los pacientes, de los cuidadores y de sus familiares.
Decima
La AFD en nuestro país cuenta con respaldo legal y empieza a abrirse camino, bajo distintas modalidades, tomando como base algunos acuerdos autonómicos con los Colegios Oficiales de Farmacéuticos y por medio de programas piloto.
El marco regulatorio tiene su base en la Ley 16/1997, que regula los servicios de las oficinas de farmacia; en la Ley de Cohesion y Calidad del Sistema Nacional de Salud, en la Ley de Ordenacion de las Profesiones Sanitarias, en la Ley de Dependencia y en la Ley Básica de Autonomía del Paciente, pero haría falta un desarrollo normativo complementario, que es competencia de las comunidades autónomas.
Undécima
La AFD necesitaría contar con un catálogo de servicios y estandarizar sus contenidos (SPD, adherencia, PRM, seguimiento y control en el uso de fármacos y productos, apoyos técnicos, información, promoción de hábitos saludables, prevención...).
También habría que abordar, entre otros aspectos, los relativos a su voluntariedad (tanto para el paciente como para la oficina de farmacia), requisitos y procedimiento para su acreditación, formación, confidencialidad y privacidad de los datos de los pacientes, modalidades presencial, a distancia o mixta y régimen económico.
Duodécima
La AFD requeriría protocolos consensuados con otras profesiones sanitarias, a partir del respeto mutuo de sus competencias y contando con la homologación de las Administraciones competentes. Esto propiciará una práctica colaborativa y evitará malentendidos y estériles disputas competenciales.