Para Jordi Vila, las características óptimas de un test de diagnóstico microbiológico serían «una elevada sensibilidad y especificidad; en segundo lugar, que sea rápido -en minutos mejor que horas-; que tenga una buena capacidad para procesar un elevado número de muestras; si es automatizable, mucho mejor, y, por último, barato«.
En cuanto a la muestra clínica, el doctor remarcó que «para un diagnóstico óptimo es crucial una buena recogida de la muestra». Concretamente, los diversos tipos de muestra que podemos recoger a día de hoy para el diagnóstico de la COVID-19 son los siguientes –ordenados de menor a mayor rentabilidad–: el frotis orofaríngeo (32%), el frotis nasofaríngeo (63%), el esputo (72%) y las muestras de las vías respiratorias bajas (92%). «Todas estas muestras deben tomarse con las máximas medidas de bioseguridad, es decir, la persona que toma la muestra tiene que utilizar un equipo de protección individual», añadió el jefe del Servicio de Microbiología del Centro de Diagnóstico Biomédico del Hospital Clínic de Barcelona.
Principales técnicas para el diagnóstico microbiológico de la COVID-19
El Dr. Vila centró su exposición en las tres técnicas que se utilizan fundamentalmente en la actualidad para el diagnóstico microbiológico de la COVID-19: la RT-PCR (PCR a tiempo real con transcripción reversa) y la detección de antígenos virales, ambas consideradas como herramientas de diagnóstico directo; por otro lado, también disponemos de una prueba de diagnóstico indirecto, mediante la detección de anticuerpos frente a SARS-CoV2, que pueden ser inmunoglobulinas A, M o G.
RT-PCR (PCR a tiempo real con transcripción reversa)
Tal y como explicó el doctor, la PCR sigue siendo a día de hoy el método más utilizado para detectar SARS-CoV-2, ya sea mediante sistemas integrados, cuando necesitamos un diagnóstico rápido (el resultado se obtiene en menos 1 hora), teniendo en cuenta que solo se pueden procesar pocas muestras a la vez; o bien con plataformas específicas, que permiten procesar un gran número de muestras, pero el resultado tarda entre 4 y 5 horas.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la PCR puede dar falsos negativos que pueden estar asociados a diversos factores: la mala calidad de la muestra, si se recogió tarde o muy temprano en la infección, o si no fue manipulada y enviada adecuadamente. También encontramos factores inherentes a la prueba, como la presencia de inhibidores de la PCR en la muestra o mutaciones en el gen que se está amplificando.
Detección de antígenos y de anticuerpos
La detección de antígenos, para Jordi Vila, habría sido un enfoque ideal para un diagnóstico rápido si la sensibilidad hubiera sido mucho mayor. Por otro lado, el doctor concluyó que la detección de anticuerpos podría ser un ensayo complementario para el diagnóstico si la sensibilidad es superior al 80% y si el paciente ha sido sintomático durante más de cinco días.
La saliva como muestra clínica
Durante su intervención, el jefe del Servicio de Microbiología del Centro de Diagnóstico Biomédico del Hospital Clínic de Barcelona hizo referencia a un estudio reciente donde se quería ver la rentabilidad que tenía la saliva como muestra. «La saliva es mucho más sencilla de conseguir, la puede obtener el mismo paciente, la persona no hace falta que se ponga un EPI e incorporamos otra modificación: en lugar de extraer el RNA, solo calentábamos la muestra y la sometíamos a PCR», explicó. «Si la muestra estaba recogida antes de los 9 días de empezar con la sintomatología, la sensibilidad era de un 90% y el valor predictivo negativo de un 98,7%», detalló.
Para Jordi Vila, los resultados de este estudio presentan tres grandes ventajas: reducción del tiempo de espera a 40 minutos, disminución de los costes y el hecho de combinar una prueba con un alto valor predictivo negativo y la logística simplificada de la recolección de muestras, ya que los pacientes proporcionan las muestras de saliva sin necesidad de EPI, sería especialmente útil para descartar infección en tiempos de baja incidencia y también en entornos de bajos recursos.