En algunas entregas anteriores hablamos de los vinos monovarietales. Estos vinos están elaborados solamente con una variedad frente a los vinos ensamblados o coupage, en los que distintas variedades se combinan en proporciones. Algunos tipos de uvas permiten elaborar vinos sin mezclar variedades ya que son de una gran complejidad; otras, en cambio, prefieren «compañía».
Tradicionalmente, el ensamblaje más frecuente de vinos de La Rioja ha unido las variedades tempranillo o garnacha y otras en una proporción menor. Así, generalmente en la DOCa Rioja siempre hemos encontrado coupages o monovarietales de tempranillo.
Entre las variedades minoritarias está la graciano, autóctona de La Rioja y utilizada hasta ahora fundamentalmente en coupages. Esta variedad es difícil de trabajar, pero, por suerte, hay algunas bodegas que se han atrevido a sacar todas las propiedades de esta variedad y a realizar elaboraciones realmente sorprendentes.
La graciano es una variedad escasa, singular y diferente a otras que, si se sabe trabajar con mimo y dedicación, da lugar a vinos que no dejan indiferente. Tienen un color intenso, una amplia variedad de aromas (especias, balsámicos, frutas rojas y vainilla) y un paladar largo, amplio y sedoso con un final persistente. El problema de esta variedad es que resulta difícil de cultivar, da bastante trabajo, y es muy sensible a la sequía y a la deshidratación del racimo, lo que provoca que sea complicado obtener una maduración óptima de la baya manteniendo la frescura y la vivacidad de la fruta. Otra de sus características es la mayor acidez de la uva y un pH más bajo que el del tempranillo. Este último rasgo es la clave para entender por qué se mezcla graciano con tempranillo: le da un punto de acidez perfecto al coupage.
El potencial de esta variedad radica en su originalidad: no hay otro vino con los matices que da la variedad graciano. Estos vinos, cada vez más presentes en La Rioja, son también una clara declaración de intenciones de los aires de cambios que en esta DOCa están haciendo las nuevas generaciones de vitivinicultores y enólogos riojanos, con ganas de sorprender al consumidor medio.
Dominio de Berzal
DOCa Rioja
Precio: 15,50 €
En La Rioja alavesa es donde se elabora este monovarietal de graciano. Únicamente representa el 5% de sus plantaciones, pero con tan solo ese porcentaje y una crianza en barricas bordelesas de roble americano se obtiene un caldo de color rojo picota intenso con bordes azulados y vivos. Posee unos taninos suaves y elegantes con un retrogusto torrefacto, que deja un tenue recuerdo a chocolate amargo. Resulta fresco y sedoso en boca, con una acidez cítrica típica de la variedad y unos toques ligeros a hierba. Este vino es perfecto para acompañar platos de caza menor y de pluma, setas, carnes rosas, patos y quesos. Ideal para degustar su singularidad con una copa sin más.