La FEFE considera que la reforma anterior actuó «por encima de su finalidad racionalizadora, obligando a algunos ciudadanos a abandonar tratamientos por motivos económicos». Asimismo, asegura que otro de los efectos negativos que se produjeron fue «la extraordinaria caída del consumo de la que prácticamente todavía no se han recuperado». Sin embargo, la reforma del año 2012 también ha propiciado un cambio cultural en la farmacia, cuya manifestación más importante es el aumento de la cuota de mercado de los productos de autocuidado, que ha ganado desde entonces casi 10 puntos de cuota. Otras de sus contribuciones han sido el cambio de cultura en la población que imponía pagar algo en la farmacia, y la necesidad de mejorar los márgenes a partir de productos no financiados.
Por todas estas razones, dicho organismo es partidario de la existencia de copagos, aunque sean en una cuantía mínima. De hecho, desde la FEFE piensan que es conveniente la existencia de una aportación mínima para evitar los abusos que provoca la gratuidad, porque «un porcentaje de pacientes se limitaba a acudir a la farmacia para recoger los medicamentos como si se tratase de un organismo de beneficencia». Por último, esperan que «la vuelta a la gratuidad en varios millones de personas no suponga un retroceso en esta tendencia».