La Organización Mundial de la Salud ya ha pedido a los países tanto de Latinoamérica como de África que refuercen las medidas de prevención antes de que se propague más el número de infectados. Por ello, Farmamundi ha activado un protocolo de recomendaciones frente al COVID-19 para mantener su actividad en la medida de lo posible. Actualmente, hay más de 80 proyectos de cooperación y acción humanitaria en 16 países. «Nuestra prioridad es que las actuaciones no se vean comprometidas y seguir prestando ayuda a las comunidades más vulnerables, que serán sobre las que esta pandemia golpee con especial crudeza, por no hablar de las consecuencias económicas que vendrán después», comenta el director general de Farmamundi, Joan Peris.
El virus amenaza a los sistemas sanitarios más débiles
Y es que la verdadera vulnerabilidad de los países empobrecidos en los que trabaja la ONG reside en la especial debilidad de sus sistemas de salud y en los escasos recursos económicos con los que cuentan. «Las autoridades sanitarias nicaragüenses aseguran estar preparadas para atender a las personas afectadas por el nuevo coronavirus», informa el responsable de Farmamundi en Nicaragua, Carlos Berríos. Sin embargo, a diferencia de otros países, el gobierno todavía no ha dado detalles sobre el protocolo de actuación ante el COVID-19 y por el momento el Ministerio de Salud (Minsa) ha decidido «orientar» cuarentena a las personas que llegan de países con «transmisión activa» del virus.
Esta situación contrasta con las iniciativas puestas a cabo por otros países como Guatemala, Perú, Ecuador o El Salvador. «Nuestro equipo ha estado coordinado y en constante comunicación desde el inicio de la declaración del Estado de Calamidad Pública por parte del Gobierno», comenta desde Farmamundi Guatemala su responsable, Giovanni Salazar. «Debemos mantener en la medida de lo posible la marcha de los proyectos y, sobre todo, que no se vea comprometido el acompañamiento a las comunidades más vulnerables». No obstante, hay actividades que se han visto obligadas a anularse, como en el caso de El Salvador. «Las que implican formación, foros, festivales e interlocución con las autoridades han sido canceladas, lo que nos ha hecho trabajar en una reorientación de la ejecución ante la poca certeza de cuánto más se dilatará esta situación», afirma desde la sede de la ONG en el país, Lidia Jiménez.
En Ecuador «las cosas van de mal en peor». El gobierno ha decretado el estado de excepción desde la semana pasada, y cada día aumenta el número de contagiados. «Esperamos que se logre controlar, ya que de darse algún caso en los pueblos indígenas sería fatal, pues no se cuenta con centros de salud equipados, y menos con medios de prevención frente a este virus», explica desde Quito el responsable de Farmamundi en el país, Jorge Irazola, donde ya está totalmente restringida la movilidad de las personas. Por su parte, en un Perú prácticamente paralizado, las ONG locales con las que Farmamundi trabaja, como Flora Tristán, ponen la alarma sobre las consecuencias que tiene la situación de encierro domiciliar en mujeres que sufren violencia de género. Además, evidencian un problema grave de higiene frente al virus: «En muchas zonas el agua es un recurso limitado, por lo que las recomendaciones de higiene frente al coronavirus no se adaptan a la realidad cotidiana de esta población», cuenta Irazola, coordinador también de las actuaciones de Farmamundi en Perú.
Cómo impacta el coronavirus en África y Oriente Medio
La situación en el continente africano o en Oriente Medio no dista mucho de la de Latinoamérica. En África, con 46 países afectados, ya se superan los casi 3.000 contagios y el paso de los días va tiñendo el mapa de casos, que podrían ser muchos más ante la falta de acceso a test. «En República Democrática del Congo (RDC), Uganda o Kenia ya han impuesto restricciones en el movimiento de la población, lo que hace peligrar el curso normal de los proyectos», comenta la responsable de Acción Humanitaria en Farmamundi, Tania Montesinos.
Después de más de un año combatiendo el brote de ébola, con el alta de la última paciente a principios de marzo, RDC se enfrenta ahora a una nueva epidemia. Malí, hasta ayer, era de los pocos países que no presentaba ningún caso de contagio. Hoy ya tienen confirmados dos positivos. El Ministerio de Salud comparte comunicados con frecuencia. «La población, por norma general, sigue las recomendaciones de evitar contacto físico, mayor higiene, etc., así que no se ha previsto cuarentena por el momento. Las elecciones legislativas de este domingo siguen en marcha, pero la situación cambia bastante rápido, así que es posible que en los próximos días haya nuevas medidas», informa desde Bamako el coordinador de Farmamundi en el país, Aday Serrano.
La misma mala suerte corren en Oriente Medio, especialmente en Yemen. Tras cinco años de guerra y sumido en una crisis humanitaria sin precedentes, el país teme la llegada del virus. Los vuelos de entrada y salida se han cancelado y solo el 50% de los centros de salud funcionan, pero sin apenas medicamentos, equipos o personal.
Especial preocupación por la población refugiada
Farmamundi lleva años prestando asistencia sanitaria y alimentaria en campos de desplazados y refugiados tanto en Palestina como en Siria. Mientras Gaza se encuentra bloqueada desde 2007 por Israel, lo que limita los recursos para hacer frente a la pandemia, en los campamentos cercanos a Damasco las precarias infraestructuras sanitarias, la falta de acceso a medios para la higiene y el desabastecimiento de medicamentos o alimentos -fruto de nueve años de conflicto- hacen especialmente vulnerables estos núcleos. En Irak, donde Farmamundi ofrece atención a las personas desplazadas, se están viendo comprometidos los proyectos, ya que el gobierno regional ha anunciado un bloqueo en todas las provincias (Erbil, Sulaymaniyah y Dohuk), con el fin de frenar la propagación del coronavirus en la región del Kurdistán.