Montilla destacó que la carrera profesional produce «farmacéuticos más competentes, mayor calidad asistencial y un perfeccionamiento progresivo del sistema sanitario», y permitiría, entre otros beneficios, reducir en un 20% los ingresos hospitalarios relacionados con la medicación de los pacientes.
Para Montilla, la base de la carrera profesional es la formación continuada de los profesionales farmacéuticos, que arranca desde el mismo momento en que obtienen su titulación universitaria. Para ello, el modelo propuesto en la Ley 44/2003 de ordenación de las profesiones sanitarias establece cuatro niveles de certificación profesional para el farmacéutico. El paso a un nivel superior requiere, según explicó Montilla, la acreditación de cinco años de ejercicio profesional y un número determinado de créditos que se pueden obtener mediante cursos de formación, actividad investigadora, actividad docente y participación en campañas sanitarias.
Asimismo, el presidente de la Comisión Nacional de Farmacia Industrial y Galénica recordó que la carrera profesional no se limita a los farmacéuticos que ejercen su labor en la farmacia comunitaria, sino que es aplicable a aquellos que desarrollan su actividad en almacenes de distribución de medicamentos y productos sanitarios y laboratorios farmacéuticos.
Para Manuel Delgado, abogado de Cambre Asociados, el desarrollo de la carrera profesional es un «poderoso motivador para actualizar y mejorar los conocimientos, las habilidades y las actitudes del farmacéutico». Pese a que este desarrollo de la carrera profesional conlleva costes asociados a los cursos de formación y a la gestión del sistema de acreditación, también implica ventajas en cuanto a aumento de la productividad en la farmacia y a un mayor valor añadido en el consejo profesional. En este sentido, Delgado recordó que un informe del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, realizado en 2010, cifró en 1,28 millones de euros el ahorro directo que la carrera profesional supondría para el sistema de salud madrileño como consecuencia de un uso más eficiente y racional de los medicamentos.
El desarrollo de la carrera profesional aparece esbozado en la Ley 44/2003 de ordenación de las profesiones sanitarias. Esta ley, según Ricardo Muñoz, de la firma legal Muñoz García Abogados, establece en su artículo 40 un catálogo de derechos y deberes de los farmacéuticos en el ejercicio privado de su profesión que puede considerarse «un auténtico estatuto del farmacéutico comunitario». Además, Muñoz resaltó que los objetivos de dicha ley son proporcionar al farmacéutico «estabilidad legal y margen de mejora en el ejercicio de su profesión». Por último, Muñoz subrayó la necesidad de profundizar en el marco legal de la carrera profesional del farmacéutico en España mediante el desarrollo autonómico de la Ley 44/2003, que aún no se ha producido.
Responsabilidad social del farmacéutico
Una segunda mesa redonda celebrada ayer analizó la responsabilidad social, medioambiental y en materia de salud pública del farmacéutico. Juan Carlos Mampaso, director de Sigre, abordó el problema de los residuos de medicamentos y cómo su incorrecta gestión supone un peligro para la salud pública. Mampaso recordó que Sigre se hace cargo de los envases y medicamentos que el sector farmacéutico pone en el mercado y que los consumidores desechan.
Mampaso puntualizó que estos residuos son «delicados y sensibles» y que hay que tratarlos con cuidado para asegurar su destrucción, ya que incluso los envases vacíos pueden contener trazas de medicamentos. Por ello, el director de Sigre recalcó el importante papel del farmacéutico para concienciar a los ciudadanos sobre el cuidado del medio ambiente.
Por su parte, José María Ordóñez, presidente de la Sociedad Española de Sanidad Ambiental, aseguró que hay dos millones de personas en toda España que acuden a las oficinas de farmacia y, por ello, hay que encarar activamente «el papel estelar de las farmacias en el liderazgo de la salud pública» en coordinación con la Administración. Para mejorar la participación del farmacéutico en la salud pública, Ordóñez apostó por incentivar a las farmacias centinelas, dar información activa a la población, más allá del folleto y el prospecto, más educación sanitaria e, incluso, «ofrecer una cartera de servicios».
Pilar Riaza, gerente de Calidad y RSC del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, aclaró que la responsabilidad social corporativa «no es una estrategia de marketing ni una moda empresarial». Para Riaza es muy importante que las farmacias tengan claro cuáles son sus grupos de interés y abran canales de comunicación con ellos. La representante del Colegio de Madrid explicó que cada año los farmacéuticos realizan 182 millones de actuaciones sanitarias ajenas a la dispensación de medicamentos, por lo que animó a los profesionales del sector a ser más transparentes para que el conjunto de la sociedad conozca su actividad en el campo de la responsabilidad social corporativa.
La última conferencia de la mañana se dedicó a analizar los factores que intervienen en el desarrollo del síndrome metabólico y los nuevos enfoques terapéuticos. Marta García Collía, vocal nacional de Análisis Clínicos del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, señaló que las enfermedades cardiovasculares constituyen la principal causa de mortalidad en países desarrollados.
Por su parte, José Antonio García Donaire, especialista en nefrología del Hospital Doce de Octubre de Madrid, apuntó que los cambios en los hábitos higiénicos y dietéticos han favorecido un aumento de la prevalencia de la obesidad y la diabetes de tipo 2, las principales causas del síndrome metabólico. García Donaire destacó que no existe un único etiopatogénico que sea causante del síndrome metabólico, ya que influyen otros factores, como la hipertensión, el colesterol o niveles elevados de triglicéridos.
Olga González, especialista en endocrinología y nutrición del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, se refirió a las nuevas dianas terapéuticas en el campo del síndrome metabólico, resaltando que existen fármacos que han mejorado notablemente el control de la glucosa en diabéticos. Para González, en los últimos años se ha producido una importante innovación terapéutica en el tratamiento de la diabetes gracias a fármacos como los análogos de la GLP-1 y los inhibidores de la dipeptidil peptidasa-4 (DPP-4). Según González, en breve llegarán a las farmacias fármacos basados en la reabsorción de la glucosa, que actualmente se encuentran en fase III de investigación clínica.
Para cerrar esta mesa redonda, Carmela Vargas, especialista en análisis clínicos y bioquímica del Hospital Doce de Octubre, se refirió a la importancia de las diferentes pruebas analíticas que existen para el diagnóstico y el seguimiento del síndrome metabólico. Para Vargas, el laboratorio cumple un papel fundamental también en cuestión de vigilancia y en el seguimiento de los objetivos del tratamiento, y no sólo en la caracterización del síndrome metabólico.