El informe, que ha estudiado la respuesta de la farmacias en los países miembros del WPC, señala que los farmacéuticos han estado en primera línea, asumiendo nuevas funciones y responsabilidades y llevando a cabo una labor fundamental y concluye que hay que aprovechar el potencial de las farmacias en todas las fases de la pandemia: preparación, respuesta y recuperación.
En el caso de España el WPC subraya de CISMED que el proceso analítico que desarrolla permite anticipar cuando una tendencia de faltas de suministro de un medicamento puede agravarse, generando alertas tempranas que durante la pandemia han permitido tomar medidas y evitar desabastecimientos de medicamentos relacionados con la COVID-19. Además, recuerda que solo durante el primer mes de pandemia 850.000 pacientes se beneficiaron del servicio de atención farmacéutica domiciliaria. En el ámbito de salud pública y prevención se recoge la distribución en farmacias de mascarillas según criterios de necesidad y mediante la tarjeta sanitaria y la labor de divulgación llevada cabo desde las farmacias apoyadas por el material que generaban los colegios y el Consejo General de Farmacéuticos, entre otros los videoconsejos para combatir los bulos.
En sus conclusiones el informe propone una serie acciones que las farmacias pueden llevar a cabo para reforzar a los sistemas sanitarios. Así, entre otras, en una primera fase, es necesario integrar a las farmacias en protocolos de detección temprana y en redes de vigilancia epidemiológica. En la fase de respuesta hay que garantizar el acceso a los medicamentos y servicios farmacéuticos, entre otros, ampliando la renovación de las prescripciones, facilitando la sustitución por el farmacéutico en los casos necesarios y promoviendo la vacunación en las farmacias. Por último, en la fase de recuperación y ante posibles nuevas oleadas, las farmacias pueden prestar un valioso apoyo con medidas preventivas, incluyendo pruebas COVID-19.