El resto del Comité Ejecutivo está formado por Ernesto Cervilla (presidente del Colegio de Farmacéuticos de Cádiz) como vicepresidente; Manuel Pérez (presidente del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla) como tesorero; Juan Pedro Vaquero (secretario del Colegio de Sevilla) como secretario; Francisco Florido (presidente del Colegio de Málaga) como vicesecretario y Rafael Casaño (presidente del Colegio de Córdoba) como contador.
Entre los objetivos del CACOF aparece intensificar los esfuerzos «para seguir demostrando con hechos ante la ciudadanía y la Administración que el modelo asistencial de farmacia es parte de la solución a dos de los principales retos de los sistemas públicos de salud y protección social: el cambio demográfico y la despoblación».
En la toma de posesión Antonio Mingorance aseguró que los farmacéuticos «formamos parte esencial del dique de contención de la sociedad frente a la vulnerabilidad, los determinantes sociales que condicionan la salud y la sostenibilidad de las cuentas públicas. Pero para afrontar esos dos grandes retos es necesario avanzar en la integración funcional de la farmacia en el sistema de salud. Y por ello, estamos desplegando desde las instituciones colegiales servicios y proyectos que hacen visible, precisamente, que los farmacéuticos somos profesionales sanitarios con competencias propias que son muy relevantes».
El CACOF reiteró que «la farmacia andaluza espera que el Gobierno Andaluz cumpla su promesa de dejar sin efecto todas las subastas de medicamentos convocadas por el Gobierno anterior» y, especialmente, derogue el Decreto por el que se convocaron. «Nunca me cansaré de repetir que la farmacia no puede desplegar su dimensión asistencial, de servicio sanitario, si no es viable económicamente», subrayó Mingorance, para quien las subastas «fueron una agresión a nuestra legítima competencia en el manejo de las situaciones especiales a las que algunos de nuestros pacientes se enfrentan, relacionadas con excipientes o isoapariencia, tan importantes en el ámbito de la adherencia, y también supusieron un perjuicio económico importante para las farmacias, pues se quedaron sin capacidad para gestionar stocks con diferentes proveedores que pudieran trabajar con un mismo principio activo».
«Es fundamental –añadió Mingorance– que la Administración deje de mirarnos como una fuente de gasto (un gasto que, por cierto, no generamos nosotros, aunque seamos un actor clave en su gestión) y nos vea como un agente dinamizador del ecosistema de salud, como una inversión que reporta al sistema retornos garantizados, especialmente en el ámbito asistencial, en resultados en salud, no solo en el aspecto económico.»