Con esta nueva Comisión, definida por sus miembros con las palabras «motor, implicación, compromiso, valores, mejorar, solidaridad, ética y conciencia», el COFB tiene, por un lado, el objetivo de dar continuidad a proyectos que ya se están haciendo en el campo de la RSC –como el programa Radares que, en colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona, vela por las personas mayores que viven solas en riesgo de aislamiento social–, por otro, dar respuesta, desde el sector, a necesidades sociales, laborales y medioambientales; y a la vez, contribuir a identificar la acción farmacéutica también con compromiso social. «Creemos que es importante dedicarle parte de nuestro tiempo porque, como profesionales sanitarios, tenemos mucho para aportar en la mejora de la salud y bienestar de las personas», añadió Calduch, también jefe de la Comisión.
Pobreza farmacéutica
Paliar los efectos de la pobreza farmacéutica, entendida como la situación socioeconómica personal que no permite hacer frente a los costes derivados de la adquisición de la medicación prescrita, es uno de los retos en los que pueden colaborar las farmacias desde la vertiente de la RSC. En esta línea, durante el encuentro se presentaron tres iniciativas impulsadas por la ONG Banco Farmacéutico que tienen por objetivo acabar con esta situación.
La primera de ellas es la Jornada de Recogida de Medicamentos, una campaña anual que persigue «recoger medicamentos nuevos que no requieran prescripción médica para entregar a las entidades asistenciales como Cáritas o Cruz Roja», explicó Jordi Bosch, director de Banco Farmacéutico. Hasta el momento, 327 farmacias de Barcelona ya participan en esta iniciativa que está presente en 12 provincias de todo el Estado.
La venta de caramelos solidarios en las farmacias es otro proyecto en marcha que permite recoger fondos para financiar la medicación que necesitan las personas sin recursos. Y, por último, se encuentra el Fondo Social de Medicamentos (FSM), creado para «cubrir las necesidades de medicamentos sujetos a receta médica de personas en riesgo de exclusión social y pobreza», concretó Ana Planella, responsable del FSM. Gracias a esta iniciativa, más de 700 pacientes de Barcelona ciudad, identificados previamente por un trabajador social, han podido acceder de forma gratuita a los medicamentos dispensados a las más de 200 farmacias que participan. Estos tipos de proyectos, en palabras del farmacéutico colaborador en el FSM Joan Anton Soriano, son los que facilitan dar respuesta a «las ganas que tenemos de ayudar a alguien porque vemos que lo necesita».
Oportunidades y retos de la RSC
Para finalizar el acto, Joan Fontrodona, director del Departamento de Ética Empresarial del IESE, hizo un repaso de las oportunidades y retos que presenta la RSC. «La responsabilidad debe entenderse como se entiende el funcionamiento de un corazón: el movimiento de la diástole hace que nos sintamos llamados por los problemas de nuestro alrededor sin límite; el de la sístole, en cambio, muestra que por más que vemos los problemas humanos, no podemos llegar a todo», explicó Fontrodona. Uno de los retos de la RSC se encuentra, precisamente, en saber combinar estos dos movimientos para mantener el «sentimiento de llegar a todo el mundo, pero al mismo tiempo, poner orden en nuestras responsabilidades».
«El farmacéutico no es sólo alguien que custodia medicamentos, también tiene una labor de asesor y consultor, la gente pregunta, le va a ver porque es la persona en la que confía, y esto es crear capital social y relaciones afectivas», añadió. «Pero, ¿qué impacto tiene esto? ¿Por qué tenemos que trabajar por la Responsabilidad Social? La gran razón es porque sí, porque nos lo creemos y sentimos que es nuestro papel, como profesionales, hacer algo más y contribuir a mejorar la sociedad», concluyó.