Los dos presidentes colegiales coincidieron al señalar que el modelo australiano es un camino que se puede seguir en la farmacia española. De Dalmases destacó que «Australia no es una apuesta, sino una realidad, con un sistema que podría ser factible para nuestro modelo».
Las 5.350 oficinas de farmacia abiertas en el país austral llevan trabajando en el desarrollo de servicios farmacéuticos complementarios a la dispensación desde hace más de 25 años, según explicó el representante australiano. Paul Sinclair describió un sistema donde la propiedad de las oficinas de farmacia está reservada a los farmacéuticos y donde los farmacéuticos negocian a través del Guild (The Pharmacy Guild of Australia) con el Gobierno el marco financiero de la prestación a través de acuerdos que tienen una duración de cinco años. Dichos acuerdos, dijo, ofrecen al sector «estabilidad y capacidad para abrir nuevas farmacias e invertir y pensar en el largo plazo».
En la actualidad, el quinto acuerdo firmado entre la farmacia y el Gobierno está vigente para el periodo 2010-2015 y cuenta con un presupuesto de 15.384 millones de dólares, de los que 11.471 millones financian la dispensación y 663,4 millones sufragan programas y servicios profesionales desarrollados por las farmacias, entre otras partidas cubiertas.
Cartera de servicios y financiación
Gracias a este marco financiero y profesional, en el último lustro la farmacia comunitaria australiana ha podido explotar también su vertiente clínica y ha puesto en marcha nuevos servicios con el apoyo del Gobierno como los Programas de Gestión de la Medicación, que incluyen revisiones de la medicación a domicilio, revisiones de la gestión de la medicación residencial en centros y residencias para mayores, los chequeos del uso de la medicación o los chequeos de diabetes.
Sólo las revisiones requieren derivación del médico y los farmacéuticos acreditados por el Guild para prestar este servicio cobran 150 euros por paciente, que es el valor asignado en el acuerdo como coste en el que incurre el farmacéutico para dar este servicio. En el caso de los chequeos, es el farmacéutico quien puede iniciarlos y se concretan en un mejor conocimiento del tratamiento y del uso de los medicamentos por parte de los pacientes. El Gobierno financia los chequeos, que tienen una duración de 45 minutos, con 60 euros por paciente, mientras que las revisiones a domicilio por farmacéuticos acreditados cuestan 60 euros por paciente. «Hay que poner precio por los servicios prestados que son beneficiosos tanto para el paciente como para el sistema de salud porque hemos demostrado nuestro valor», ha asegurado.
Aparte de estos servicios, las farmacias autralianas también hacen cribados de distintas enfermedades, llevan a cabo programas de deshabituación tabáquica entre otras adicciones, mediciones antropométricas o seguimiento de enfermedades respiratorias, diabetes, cardiovasculares, demencia, artritis, entre otras prestaciones que responden a necesidades concretas del paciente.
Control y seguimiento
El Guild de Australia ha creado una compañía específica para prestar y desarrollar nuevos servicios en colaboración con las universidades en las farmacias, que reciben apoyo, formación y asesoramiento online. Dispone, además, de una plataforma de software que registra las actuaciones llevadas a cabo por las farmacias, los resultados en los pacientes, entre otra información sobre el seguimiento y el cumplimiento del acuerdo firmado con el Gobierno.
Si bien sólo el 6% de los ingresos de las farmacias proceden de la prestación de servicios avanzados, el objetivo es trabajar para elevar hasta el 20 y 25% este porcentaje porque «hay oportunidades, hay que rentabilizar la prestación de servicios cardiovasculares, hipertensión, diabetes, control de dieta, ya que el papel del farmacéutico en atención primaria ha aumentado», señaló.
Paul Sinclair reconoce que la farmacia debe buscar nuevos financiadores como aseguradoras o los propios pacientes que ya copagan por los medicamentos, además de contar con el paciente e implicar a otros profesionales sanitarios. Para ello, este farmacéutico considera que hay que evaluar las necesidades de los pacientes, analizar los resultados de la actuación farmacéutica y dar soluciones. «Tenemos que cambiar lo que hacemos, demostrar nuestro valor y dar soluciones», subrayó, y también afirmó: «Si queremos ser serios con los servicios que ofrecemos, también tenemos que serlo con el valor económico que les damos».