El papel no va a desaparecer del todo, pero el objetivo de las dos partes es que quede reducido a menos del 10% a primeros de septiembre. Según han indicado fuentes del Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Farmacéuticos «esta disminución busca incrementar las prescripciones a través de la Receta XXI o electrónica, que en estos momentos supone el 80% del total». Desde la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía se insiste en que esto aprovechará el nuevo sistema de copago farmacéutico de los pensionistas.
Entre las ventajas de lograr esa disminución están evitar los robos de talonarios de recetas, el ahorro de papel, evitar errores de interpretación de la letra de los médicos prescriptores, no tener que entrar en el ordenador para digitalizarlos y agilizar las facturas que debe pagar el SAS.
Esta medida de ir dejando en desuso el papel de las recetas ha sido bien recibida por los farmacéuticos, en un proceso que ha ido dando pasos agigantados desde el inicio de la aplicación de la receta electrónica, que fue pionera en España desde Andalucía.