Según los datos de que dispone la SEFAP, 2 de cada 3 ciudadanos consumieron algún medicamento a través de receta en el año 2016, cifra que se incrementa al 92% en el caso de población mayor de 65 años. De estos «consumidores de fármacos», el 45% han tenido prescritos 6 o más principios activos, cifra que se eleva al 66% en pacientes mayores de 75 años.
Para el presidente de la SEFAP, Ángel Mataix, «estos datos demuestran la necesidad de que exista un control específico desde la atención primaria que optimice los tratamientos farmacológicos y el uso racional de los medicamentos, sea cual sea el origen de la prescripción».
Mataix considera que «la atención primaria es el centro del sistema y donde se gestiona el historial farmacoterpéutico de los pacientes; por esta razón, tiene los recursos y profesionales necesarios para coordinar a los diferentes ámbitos asistenciales, como son la atención hospitalaria y la comunitaria».
El principal objetivo de esta coordinación es garantizar la seguridad de los pacientes y la continuidad asistencial entre los diferentes ámbitos de atención, es decir, que no existan duplicidades de medicación o posibles interacciones y contraindicaciones.
Tal como explica Mataix «cuando, por ejemplo, a un paciente le recetan en un centro hospitalario público o privado un medicamento que ha de tomar porque ha tenido un infarto, es necesario valorar al paciente de manera integral y no solo desde la perspectiva de una especialidad hospitalaria porque, probablemente, el mismo paciente ya tome otras medicaciones».
«Una vez superada la situación que le ha llevado al hospital –añade Mataix–, el médico y el farmacéutico de atención primaria deben hacer una valoración en base al historial farmacoterapéutico del paciente para asegurar que los medicamentos que va a tomar son los más adecuados para su situación, con especial atención en potenciar su seguridad identificando interacciones, duplicidades de medicamentos y posibles efectos adversos».
En el otro sentido, cuando un paciente medicado ingresa en un hospital para ser, por ejemplo, intervenido, deben realizarse también las actividades necesarias para conciliar su tratamiento farmacológico con el que va a recibir en el hospital. Como destaca Mataix, «hay ocasiones en las que dejar de tomar un medicamento o tomarlo conjuntamente con otros hace que deje de tener efecto, e incluso otras en las que el paciente ya toma el mismo medicamento que le dan en el hospital».