—¿Qué balance puede hacer del Congreso SEFAC 2024?
—Es un balance muy positivo, la verdad es que todo el feedback que hemos tenido de los asistentes ha sido muy bueno. El congreso siempre lo haces con unos objetivos y aún nos falta el último análisis, cuando ya se cierran todos los números, pero desde el punto de vista de la percepción de todos los asistentes estamos muy contentos en el comité organizador y el comité científico.
—Si nos centramos en la SEFAC de hoy en día, ¿qué retos tiene como sociedad científica en la legislatura que comienza?
—Creo que los retos son los mismos que tenemos hoy por hoy como profesión. En el programa electoral de la nueva candidatura recogimos y concretamos esos retos en unas cinco áreas de actuación. La primera era incrementar la base social y de participación —es decir, el número de socios que puedan participar en las actividades de la sociedad—, facilitar el acceso a las estructuras internas. De hecho, hay una limitación de mandatos para que mucha más gente pueda entrar en las estructuras internas.
»La segunda área de actuación era profundizar en el desarrollo profesional, que es una de las asignaturas pendientes desde hace mucho tiempo en la farmacia comunitaria. Estamos hablando de la especialidad, de que queremos una especialidad en farmacia comunitaria, y también queremos hablar de carrera profesional, de la recertificación… Eso sigue siendo todavía hoy uno de los retos que tenemos por delante.
»Otro reto como sociedad científica que somos —ya que prácticamente nuestra misión es la de generar conocimiento especializado en nuestra disciplina— es impulsar el desarrollo de dos pilares como son la producción científica y la formación.
»También queremos seguir fortaleciendo las relaciones institucionales con actores del sistema, desde universidades y colegios profesionales hasta otras sociedades científicas, asociaciones de pacientes… Bueno, todos los stakeholders del sector.
»Y el quinto de los retos previstos para esta legislatura es promover y desarrollar las actividades de la Fundación SEFAC, que la teníamos un poquito al ralentí porque no hemos tenido el tiempo suficiente para dedicarle muchos más recursos. Ahora, con la nueva junta directiva, voy a tener más personas que van a poder ocuparse de este tema.
—Y sobre el concepto One Health, ¿cree que representa uno de los retos a destacar en la próxima década para la farmacia comunitaria?
—Sin duda, sobre este tema tuvimos justamente una sesión en el congreso. Este concepto de One Health nos resitúa a todos como en una parte de algo mucho más grande, que ya no es solo la sanidad humana, sino dentro de una visión mucho más amplia que incluye el medio ambiente, la salud animal y la humana, y lo relaciona todo muy bien.
–¿Cuál es el principal reto de la farmacia comunitaria?
–Pero el reto fundamental de la farmacia comunitaria, hoy por hoy, sigue siendo el de integrarse en el sistema sanitario. Ya sabemos que la palabra integrarse se puede entender de muchas maneras, y dependiendo de cómo la quieras entender, evidentemente, el reto es mayor o mucho mayor. Todo lo que implica integrarse en el sistema sanitario, desde el punto de vista de los objetivos o de cuál debe ser la misión de la farmacia dentro de las áreas de salud o de las zonas básicas donde están, tiene unas consecuencias muy claras…
»Como farmacias, ahora mismo diría que no tenemos un objetivo sanitario alineado con los objetivos del sistema en esa zona donde están las farmacias. Integrarse implica que no hablemos de mapas farmacéuticos o de demarcaciones farmacéuticas, sino que hablemos de las demarcaciones de salud que ya existen, donde las farmacias de esas zonas estén integradas, y que la farmacia comunitaria sea un recurso más dentro de todos los recursos sanitarios que existen en cada zona básica de salud, o de la demarcación sanitaria, que cada comunidad autónoma tiene su terminología.
»Pero lo importante es eso, empezar ya hablando el mismo idioma, sobre todo en el sitio en el que estás, con los objetivos del resto de los recursos sanitarios, asistenciales, que hay. Y todo, claro, tiene también sus consecuencias y sus derivadas, porque eso implicará los cambios que nosotros venimos diciendo desde hace ya mucho tiempo, desde el propio cambio en la forma de hacer las cosas en las farmacias, en el sentido más tradicional que es la dispensación. Ahí ya tenemos casos como la dispensación de medicamentos al hospital, donde tenemos una nueva forma que hay que pulir y que de alguna manera todavía tiene que implantarse en el resto de España.
—¿Qué otras implicaciones tiene?
—Creo que eso también tiene sus derivadas y sus consecuencias en la parte del sistema retributivo de la farmacia, que ineludiblemente ya está cambiando pero tendrá que cambiar más, seguro, si queremos seguir haciendo las cosas en el sistema. Luego está el tema de los servicios. Evidentemente tiene que haber una mayor profundidad de los servicios que presta la farmacia en colaboración con el sistema sanitario. Esto es básico; faltan los mecanismos de coordinación, sobre todo de comunicación, con los profesionales sanitarios, con los médicos, por ejemplo, porque podemos mejorar mucho más la forma en la que los pacientes acuden a las farmacias y el servicio que les damos, que esa experiencia sea mucho mejor. Muchas veces el paciente tiene que volver al médico precisamente para que resuelva problemas que se podrían resolver perfectamente en la farmacia, pero bien por cuestiones legales, bien por temas de coordinación o por otros, pues en general al paciente le toca volver y hay un montón de ineficiencias y de incidencias que se pueden solucionar si nos pusiéramos todos de acuerdo y los farmacéuticos tuviéramos unas competencias mucho mayores a la hora de poderlas resolver. Eso es otra cosa que también tiene que venir, un aumento de competencias, porque realmente los farmacéuticos españoles estamos a la cola de competencias entre los farmacéuticos en Europa. Es algo importante. Confío en que todo esto vendrá de la mano de la integración de la farmacia. La farmacia será asistencial o desde luego no será, en mi opinión, o no la conoceremos tal cual la conocemos ahora.
—Entre los modelos europeos de retribución, ¿tiene alguno en mente que se podría tomar como ejemplo?
—Bueno, la verdad es que somos ya de los pocos que quedamos, la gran mayoría de países de nuestro entorno europeo ya han cambiado sus modelos de retribución. Las farmacias comunitarias evolucionan hacia un sistema mixto, pero nosotros somos de los poquitos que quedamos todavía con un sistema retributivo que no ha cambiado en muchos años y que hace aguas por todos lados. Ahí se puede ver todo lo que es la dispensación de medicamentos con precinto, es decir, todos los que se han incluido dentro de ese paraguas hospitalario, que realmente muchos de ellos son fármacos que, por supuesto, se adquieren en el hospital, pero que realmente no es necesario que se dispensen en el hospital. Sin embargo, se dispensan en el hospital o bien, en algunas comunidades autónomas, de alguna manera se envían a las farmacias para que se entreguen en ellas. Esa es otra de las cosas importantes que se están haciendo y a la que hay que darle una vuelta, porque nosotros siempre hemos hablado de dispensar medicamentos, dispensar de forma más o menos colaborativa, pero nunca de entregar medicamentos.
»Entendemos que la farmacia no es un punto de recogida, sino un establecimiento sanitario donde se dispensan medicamentos y se pueden hacer una serie de servicios profesionales farmacéuticos asistenciales al paciente. Me parece que es muy importante la terminología y, en este sentido, no es lo mismo hablar de entrega que hablar de dispensación. Es muy importante porque, claro, sobre todo siempre con los medicamentos, hablamos de un recurso sanitario tecnológico importante para la salud, y si no se utiliza correctamente corremos el riesgo de que toda la innovación que tiene detrás se pierda porque no se ha hecho un buen uso, y puede dar problemas que hay que resolver. El papel de la farmacia, en ese sentido, tiene que ser activo y, desde luego, no puede limitarse únicamente a una entrega. Eso lo tenemos bastante claro.
—¿Cómo cree que debería abordarse la atención domiciliaria?
—La atención domiciliaria entra dentro de la integración de la farmacia; es uno de los aspectos más importantes porque no es solo lo que nos viene, sino que ya estamos inmersos en él. El envejecimiento de la población ya es muy patente, y todavía va a ser mucho más acusado. Esto se va a juntar con una falta de otros profesionales sanitarios, también con una falta de plazas a nivel de sociosanitarios, y todo ello va a hacer que la atención domiciliaria sea seguramente uno de los ejes más importantes en los que la Atención Primaria tiene que fijar sus objetivos. Para eso estamos convencidos de que se tiene que contar con la farmacia comunitaria.
»Creemos que ese es otro de los temas que tenemos que abordar cuanto antes, porque ya no se trata solo de la farmacia. Después de lo que hemos visto con la pandemia, y creo que todo el mundo lo tiene más o menos claro, hay que reformular la Atención Primaria, hay que fortalecerla, hay que ver qué se hace, y entendemos que la farmacia comunitaria es parte de la solución a ese problema de la Primaria. La farmacia comunitaria es muy próxima y muy accesible, pero hay pacientes que, por sus circunstancias personales y sus condiciones, no pueden acceder a la farmacia pero por ello no tienen por qué verse privados de los servicios que desde la farmacia les podamos dar. Que el farmacéutico se desplace al domicilio de estas personas lo vemos como una solución clara, pero lo tenemos que hacer de una manera muy bien ordenada, y esto incluye hablar de atención farmacéutica domiciliaria.
»No es llevar los medicamentos al domicilio, que es lo que muchas veces se confunde. Cuando hablamos de atención domiciliaria, nosotros siempre hablamos de un programa de atención sanitaria, un programa que incluya a personas que cumplan ciertos criterios, normalmente que viven solas, personas frágiles, vulnerables, que tienen una gran cronicidad, que están polimedicados. Se deben establecer unos criterios para que el farmacéutico colabore de forma interdisciplinar con el resto de los profesionales; al final eso es un equipo de atención. La farmacia comunitaria tiene que estar para mejorar esa atención a los pacientes. Para las próximas dos o tres décadas las estadísticas nos dicen que casi la tercera parte de la población va a ser mayor de 60 años… Quiero decir, eso viene ya y hay que estar preparados.
—Con la receta electrónica, ¿ve posible la unificación en un plazo razonable?
—Aquí creo que se hizo mal desde el principio. En nuestro país lo que se ha hecho es una reunificación, es que se pueda interoperar, esa es la palabra, lo que se ha conseguido es la interoperabilidad. Cada uno ha hecho su sistema, y luego nos hemos dado cuenta de que los españoles tenemos la mala costumbre de irnos de vacaciones a otras comunidades autónomas, viajar y todas esas cosas. Al final, la prestación farmacéutica es de toda España, los medicamentos y los tratamientos no conocen de fronteras ni de comunidades autónomas, con lo cual hemos conseguido que esos sistemas entre ellos se entiendan más o menos para, por lo menos, dar esa prestación farmacéutica, ¡menos mal!
»Pero, contestando a la pregunta, creo que la solución nos viene de Europa, y posiblemente sea la receta electrónica europea la que ordene perfectamente todo. Me refiero a que ordene de golpe toda España, y no tener esas peculiaridades tan diferentes que tenemos por comunidades autónomas. Ahora mismo, por ejemplo, en Valencia ya tenemos la capacidad de poder dispensar medicamentos con recetas de varios países europeos. Y poquito a poquito se irá ampliando el número de países de los que podemos dispensar recetas hasta que sea una realidad.
—Entre los proyectos de la SEFAC que ahora están en el horno, si tuviera que destacar alguno con especial interés, ¿cuál sería?
—Nosotros, como sociedad, a través de la Fundación, nos estamos abriendo mucho a los pacientes, y hay dos proyectos que están muy ligados a este aspecto. Hace poco, hablando con un paciente, me decía: «Yo no quiero ser el centro del sistema; yo lo que quiero es participar dentro del sistema, poder de alguna manera influir en lo que me afecta, que es la prestación de la sanidad».
»Hay dos proyectos ligados con pacientes, con la humanización de la sanidad. Vamos a hacer un manual o guía de buenas prácticas para que las farmacias comunitarias tengan en cuenta esta forma de atención, que es humanizando la sanidad. Parece que a veces lo tenemos todo hecho y creo que podemos avanzar como farmacia comunitaria en ese sentido.
»Y otro de los proyectos que tenemos se refiere a los PREM [medidas de experiencias comunicadas por el paciente] y a los PROM [medidas de resultados comunicados por el paciente], que no deja de ser un poco medir los resultados en salud en dos vertientes. En la vertiente clínica, preguntarle al paciente por sus resultados en salud, pero los que le interesan a él, porque resultados en salud hay muchos pero al paciente le preocupan más unos que otros; esos son los PROM. Y luego están los PREM, que son todos esos resultados que se refieren más a la experiencia de uso del paciente, o sea, cómo se le ha atendido, que iría también muy ligado a lo que hemos hablado de la humanización.
»Es una manera de que las farmacias tuviéramos unos indicadores, tanto en PROM como en PREM, donde los pudiéramos de alguna manera tener de referencia, ver cómo lo hacemos. El paciente es el que recibe los servicios, y plantearse cómo mejorar eso tiene mucho sentido.
—Hablando de temas de pacientes, en Cataluña se ha llevado a cabo la campaña «La meva regla, les meves regles». No sé si ve factible la continuidad de servicios en esta línea o…
—Bueno, parece ser que vamos en esta línea. Recientemente tuvimos la oportunidad de estar con el secretario de Estado de Sanidad en el Ministerio, y nos corroboró la idea de la ministra de implantar que desde la farmacia se pudieran, de alguna manera, dispensar anticonceptivos a personas jóvenes, sobre todo porque ahora han aumentado enormemente las infecciones de transmisión sexual. Entonces, parece ser que eso va adelante, quiero decir, va en la línea de utilizar la farmacia como prevención primaria.
—Por su gran capilaridad, ¿no?
—Sí, por la proximidad, el grado de cobertura y la facilidad que tiene el paciente, bueno, que en este caso no es paciente todavía, afortunadamente, pero para que no tenga que serlo, ¿no? Intentar esa prevención primaria en el tema de la sexualidad y, sobre todo, de las infecciones de transmisión sexual. Está por definir el procedimiento de actuación en la farmacia, pero creo que la línea a seguir es utilizar la farmacia como un punto próximo donde se pueda ofrecer esa prevención primaria, en este caso a jóvenes, por el tema de las infecciones de transmisión sexual. Yo creo que va un poco en la línea de lo que han hecho en Cataluña, que es informar, acercar una serie de productos que tienen su utilidad en la higiene y en la prevención de problemas.
—Y para terminar, ¿cómo le ha repercutido profesionalmente en su labor asistencial diaria el trabajo al frente de la SEFAC, qué le ha cambiado?
—Para empezar, me ha cambiado que ya no puedo estar ni la mitad del tiempo que estaba en el mostrador. Por un lado, para mal, y digo mal desde el punto de vista del tiempo que tengo disponible para atender, que tengo menos. Pero por otro lado para bien, porque, evidentemente, aprendes muchas más cosas, y cosas que no conocía ni hubiera pensado que existían o que se podrían hacer de una manera o de otra si no fuera por estar donde estoy. Y llevar proyectos que nunca hubieras pensado. Esto enriquece un montón, claro, te da muchas más pistas de lo que la farmacia es capaz de hacer por el paciente.
La Inteligencia Artificial es uno de esos temas en boca de todos, transversal, que toca a todas las profesiones, a la economía, a la política, al entretenimiento… sobre el que casi todo el mundo se pregunta cómo le puede afectar. En la farmacia comunitaria también está el debate; prueba de ello es que el último congreso de la SEFAC le ha dedicado dos sesiones, la conferencia inaugural y una mesa con tres experiencias diferentes de Inteligencia Artificial ya aplicadas en la farmacia comunitaria. El interés con que fueron seguidas estas sesiones augura más atención en futuros congresos de la SEFAC, y su presidente pudo extraer algunas reflexiones junto al resto de los asistentes. Sin ánimo de ser muy categórico, Vicente Baixauli adelanta que «lo que se desprende de todo esto es que es una herramienta que no nos viene a sustituir, sino que viene a ayudarnos, y esto es quizá lo que más se puede sacar en claro».
A corto plazo, creo que todavía le queda un poco de tiempo para que sea lo que todo el mundo cree que es, en el sentido de que realmente sea inteligencia. Hasta ahora, para todo lo que se está utilizando hay que enseñarle, hay que dejarle que sea capaz de poder entender lo que se le dice, que esto parece una tontería, pero antes de que pueda darnos resultados hay que enseñarle, y este enseñarle incluye también que entienda lo que queremos. Todos estos procesos, que parecen muy sencillos, no lo son tanto». Un ejemplo de sus posibles aplicaciones se llama MEDI, y se desarrolla en el ámbito del prospecto del medicamento con el fin de resolver dudas. El prospecto no es un tipo de literatura fácil, ni por el contenido técnico de su información ni por las dificultades que afronta cada usuario. El ponente explicó los retos que plantean el uso de la terminología farmacéutica o la traducción a diferentes idiomas, entre otros muchos. En opinión del presidente de la SEFAC, «la Inteligencia Artificial aplicada a esto podría permitir responder a todas las dudas que puedan tener los pacientes sobre los prospectos, y que el paciente pueda entender esa información de una manera mucho más cómoda». Ahora se está empezando a utilizar la Inteligencia Artificial y el temor que tienen muchos profesionales, concluye Vicente Baixauli, «es si nos va a sustituir o realmente nos puede ayudar como una herramienta más. Y parece ser que, hoy por hoy, más bien va a lo segundo, cómo disponer de una herramienta que nos va a ayudar a ser mucho más productivos, a estar formados y a ser capaces de tenerla como un aliado». |