Flor Álvarez de Toledo Saavedra, Beatriz de Pascual-Teresa Fernández, M.ª del Val Díez Rodrigálvarez, Pilar Gascón Lecha, Margarita López Acosta, Carmen Peña López, Regina Revilla Pedreira, Celia Sánchez Ramos y María Sanjurjo Sáez: todas ellas son farmacéuticas que han sido capaces de abrirse camino en un mundo en el que las reglas las ponían los hombres. Nueve mujeres que han abierto un camino a otras muchas farmacéuticas que, a pesar de saberse mayoría en el sector, no lograban encontrar una voz propia. Gracias a ellas y a otras muchas, las mujeres llevan hoy en día la voz cantante en la Farmacia, y sin duda el futuro de la profesión está en sus manos.
Los números lo dejan muy claro: más del 70% de los colegiados son mujeres. Es por ello que en El Farmacéutico nos pareció oportuno reunirlas para intercambiar impresiones sobre esta circunstancia y proponerles una serie de entrevistas durante este 2020 que acaba de comenzar. Queremos que nos expliquen sus motivaciones, sus dificultades, las vivencias que han marcado su vida profesional desde su perspectiva de mujeres...
Algo de ello ya nos avanzaron en la reunión que mantuvimos con todas ellas para presentarles el proyecto, aunque lo cierto es que, si bien la charla orbitó en torno al papel de la mujer en la farmacia, fueron los problemas de la profesión los que acapararon buena parte del protagonismo. Pero eso no fue una sorpresa. Todas ellas han vivido y viven su trabajo con pasión, de modo que resultó inevitable que la farmacia se impusiera en la conversación.
Parece claro que, además de la evidencia numérica, el liderazgo femenino en puestos clave para la transformación y crecimiento de la farmacia es una realidad cada vez más consolidada, pero al mismo tiempo es indudable que el desarrollo profesional de las mujeres farmacéuticas aún tiene mucho recorrido.
Afortunadamente, «la mujer está de moda», como dijo Regina Revilla nada más comenzar la charla, y quizá esto facilite que las cosas cambien, aunque hasta hace muy poco no era así. Beatriz de Pascual recordó que, once años atrás, cuando fue nombrada decana, le dijeron que la iban a tratar fenomenal en la Conferencia de Decanos «porque sois dos o tres mujeres. En cambio —explicó—, en la última Conferencia de Decanos había sólo dos hombres, y somos veintidós decanos».
Margarita López señaló que le encantaría que «ninguna otra farmacéutica que quisiera dedicarse a la industria tuviera que esperar tantos años como yo esperé para llegar adonde llegué», mientras que María Sanjurjo aportó un punto de vista muy personal: «Somos apasionadas de la farmacia y de nuestro día a día, y esa circunstancia quizá también es parte de la respuesta de por qué no hemos llegado a puestos de representación. Para mí, mi trabajo es un hobby».
Esta pasión por la profesión también la defendieron Celia Sánchez y M.ª del Val Díez Rodrigálvarez. La primera afirmó con rotundidad que «si volviera a nacer, volvería a hacer Farmacia, y eso que he estudiado luego otras dos carreras. Creo que la formación de farmacéutico nos da una visión del área sanitaria muy genérica, que enriquece mucho». Por su parte, M.ª del Val Díez Rodrigálvarez reconoció que había tenido «una carrera profesional muy cambiante», pero aseguró que, vaya adonde vaya, siempre dice que es farmacéutica. «Es una profesión que te da una gran versatilidad», afirmó, a lo que Flor Álvarez de Toledo apostilló: «Que seamos muy versátiles, que la mayoría de la gente que acaba ahora tenga una formación mejor incluso que la que tuvimos nosotras, no facilita la presencia real en la sociedad del valor de la farmacia».
Curiosamente, sí hubo acuerdo en que la de Farmacia es una profesión poco valorada. Margarita López reconoció que siempre ha pensado «que la labor que se hace en la oficina de farmacia está totalmente menospreciada, y que es injusto que sea así, porque al final en la farmacia confluye todo, por ella pasan absolutamente todos los pacientes».
Y a esta condición de profesión poco valorada se le añade la de profesión de mujeres. M.ª del Val Díez Rodrigálvarez explicó que ahora que está en la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ve «cómo se frivoliza o se minusvaloran los territorios femeninos. Soy presidenta de la Comisión de Igualdad de la CEOE –dijo– y una de las cosas que nos piden es que fomentemos la presencia de las mujeres en las carreras STEM. Hay programas específicos para que las niñas estudien Ciencias, Tecnología, Matemáticas o Ingeniería. A veces me revelo cuando me dicen que las mujeres sí que están, pero en las carreras de Ciencias, como si eso no tuviera valor. En la orla de mi padre, que es médico, sólo había dos mujeres, y en las orlas de Medicina de ahora hay un 50% de hombres y de mujeres. Estos avances nos han convertido en una sociedad muy justa sanitariamente, pues estoy segura de que, si no hubiera tantas mujeres en el ámbito de la salud, éste no sería tan justo, tan disponible, tan generoso».
Carmen Peña recordó que en Farmacia las mujeres «somos el 70%», y opina que es una cifra que hay que hacer valer porque la realidad nos muestra que, aunque «el 50% de la población son mujeres, en muchos lugares la mujer está absolutamente devaluada, infravalorada y vapuleada». Y a ello añadió que, en los 4 años que estuvo como presidenta de la FIP, se había dado cuenta de que «la farmacia comunitaria en el mundo refleja el modelo y la política farmacéutica de cada país».
Otro tema que surgió en la charla fue la posible acomodación del farmacéutico como profesional. Pilar Gascón planteó una pregunta incómoda: «El tema de la feminización de la profesión farmacéutica –dijo–, que se visualiza todavía más en el ejercicio en la farmacia comunitaria, ¿pensáis que ha contribuido a un acomodamiento de la farmacia? Reconozco que muchas veces me lo pregunto». Margarita López, aunque reconoció que ella no ejerce en la farmacia comunitaria, sí opinó que «como cliente no puedo pensar que la profesión haya sido acomodaticia».
Carmen Peña aseguró que «somos una profesión regulada en beneficio del usuario/paciente. En los países donde hay democracia real, la mujer está en puestos de decisión».
En la charla también surgió el tema de la formación del farmacéutico. María Sanjurjo afirmó que «en todas las profesiones has de tener una formación continuada, pero en las profesiones sanitarias todavía más, pues nuestro mundo cambia con gran rapidez».
María Sanjurjo alertó sobre el hecho de que los enfermeros están reclamando más parcelas de responsabilidad, entre ellas algunas relacionadas con la atención farmacéutica. «Si no os movéis –dijo– lo harán ellos.»
Por su parte, Celia Sánchez también llevó el tema a su terreno y aseguró que se necesitan salidas distintas «para nuestros jóvenes, que están muy bien preparados. "Mujer y farmacia" no puede ser sólo "Mujer y Oficina de farmacia", porque ¿qué pasa con las demás salidas profesionales?».
A partir de ahí, la charla derivó hacia el tema de las políticas de discriminación positiva. No hubo acuerdo en este punto y algunas llegaron incluso a afirmar que estas políticas las ofendían.
Celia Sánchez reconoció que era posible que la discriminación positiva hubiera ayudado al cambio, pero puntualizó que por culpa de la discriminación positiva «hemos sufrido a personas con una formación discutible, que estaban en unos puestos muy importantes por el mero hecho de ser mujeres, y eso es lo que a veces nos avergüenza. Yo quiero estar en el puesto que sea por ser quien soy, pero no por ser mujer».
Al respecto, Beatriz de Pascual-Teresa afirmó: «Yo, como mujer, nunca me he sentido discriminada en mi área, en la Universidad, donde he trabajado con farmacéuticos y con investigadores, pero sí me he sentido a veces discriminada por ser farmacéutica en áreas en las que comparto espacio con químicos o biólogos».
Regina Revilla aportó una experiencia personal. Explicó que, al regresar de un doctorado en Lovaina, empezó a buscar trabajo y que, cuando ya había pasado todas las pruebas, le preguntaron si estaba casada, y, al responder que sí, le dijeron que no podían contratarla porque en los estatutos de la compañía se prohibía contratar a mujeres casadas.
Ésta es sólo una pequeña muestra de lo que dio de sí una reunión que pretendía ser informal, pero que resultó en un debate sobre la profesión farmacéutica que hubiera podido durar indefinidamente. Se dijo mucho, pero también quedó mucho por decir. A partir de ahora, les toca hablar a cada una de ellas por separado en las entrevistas que empezaremos a publicar a partir del próximo número. Es nuestra forma de homenajear a estas nueve mujeres avanzadas a su tiempo, que siguen abriendo el camino hacia el futuro.