Catedrática de Química Orgánica, investigadora, presidenta de la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Farmacia... Beatriz de Pascual-Teresa ha logrado abrirse camino en un entorno profesional que, en sus inicios, estaba dominado por hombres. Y con ello, casi inconscientemente, ha contribuido a allanar el camino a otras muchas mujeres.
– Tras estudiar Farmacia en la Universidad de Salamanca, completó su formación en investigación en el extranjero. ¿Qué le aportaron aquellos estudios complementarios?
– Yo creo que me aportaron todo, ha sido una de las mejores experiencias que he tenido en mi trayectoria personal y profesional. Realicé estancias en distintas universidades en Estados Unidos y luego en una em-presa en Alemania. Desde el punto de vista del conocimiento me aportaron las bases de toda la trayectoria investigadora en la que estoy trabajando, y en el aspecto personal muchos de mis amigos, y también mi marido, por lo que la experiencia no pudo ser mejor.
– Además de a la investigación, usted se ha dedicado a la docencia. ¿Son compatibles estas dos facetas profesionales?
– No es que no sean compatibles, es que son necesarias, no son separables. A nivel universitario la docen-cia tiene que ir necesariamente unida a la investigación. En la universidad transmitimos conocimiento, pero también tenemos que ser quienes lo creamos. No puedo entender que un profesor universitario no se de-dique también a la investigación.
– Actualmente es catedrática de Química Orgánica. ¿Qué le aporta esta asignatura al farmacéutico?
– Soy catedrática de Química Orgánica porque en España las áreas no están separadas, y la docencia que imparto es la química farmacéutica, que es una asignatura exclusiva del grado de Farmacia en la que se estudia el diseño y la síntesis de los fármacos. El farmacéutico debe conocer los fármacos en profundidad. La química orgánica es la base para poder estudiar química farmacéutica y, por tanto, para poder estudiar los fármacos.
– ¿Las facultades saben adaptarse a las necesidades de la sociedad de cada momento?
– Yo creo que sí, y sobre todo en el caso de Farmacia, pues a lo largo de los años se ha demostrado esa adaptación. La cuestión es que tener que remodelar planes de estudio requiere de mucho consenso y mu-cha burocracia, y eso puede hacer pensar que tardamos más en adaptarnos. Realmente, si uno quiere cambiar los contenidos de un grado para adaptarlos a las necesidades de la sociedad, no es necesario cambiar los planes de estudio, sino los programas, y para eso lo que hace falta son profesores dinámicos, personas que estén dispuestas a adaptarse a los cambios, y que además tengan esa formación y ese cono-cimiento que aporta la investigación.
– Es presidenta de la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Farmacia. ¿Qué función tiene este organismo? ¿Cómo influye en el día a día de las facultades?
– Una de las principales funciones de la Conferencia de Decanos, que se creó hace más de 25 años, es coordinar las actividades que se hacen en las distintas facultades de España. Sus decisiones no son vincu-lantes, pero yo creo que a todos nos sirven de orientación y sobre todo compartimos las adaptaciones, ac-tualizaciones y modificaciones en un ambiente constructivo y muy agradable. Considero que ha tenido un papel muy importante en la elaboración de los últimos planes de estudio, con el Libro Blanco, que nos sirvió a todos de guía, y en la organización de algunas asignaturas como las prácticas tuteladas. Como decana soy miembro desde hace 12 años, y como presidenta es mi segundo año.
– Leía en un artículo que Elvira Moragas Cantarero fue la primera farmacéutica colegiada en Madrid, en 1918, y que tenía que asistir a la universidad con un ritual previo: «A la puerta la recogía un bedel y la llevaba hasta el aula, a la que entraba por el laboratorio del profesor, quien la sentaba en el estrado sin que se mezclara con los estudiantes, todos varones, manteniéndose así el respeto a la mujer en los claustros universitarios». Ahora, el panorama ha cambiado y la mayoría son mujeres, ¿cuáles cree que son las razones por las que la profesión farmacéutica en España ha pasado, en 60 años, de ser una profesión eminentemente masculina a una claramente femenina?
– Realmente desconozco las razones por las que se incrementó el porcentaje de forma tan rápida, no sé si fue porque se pensó que era una profesión que socialmente se consideraba que se adaptaba muy bien a las mujeres. En mi caso, viene de familia: madre, tíos, primos... hay muchos farmacéuticos. Me llama la atención, sin embargo, que el término «farmacéutica» lo tengamos asumido desde siempre. En otras pro-fesiones se habla de «mujer abogado» o «mujer fiscal», y en cambio el término farmacéutica está adap-tado incluso a nivel de lenguaje. Por cierto, Elvira Moragas, además, fue luego monja y beata.
– Ahora mismo, desde su visión, ¿ve un cambio de tendencia o cree que va a seguir siendo una carrera cursada principalmente por mujeres? ¿Es una realidad española o generalizada del sector en todo el mundo?
– Es una profesión bastante femenina, y creo que la tendencia es que va a seguir y se va a igualar, pero no solo en farmacia, sino en general, y en ciencias de la salud es cierto que se ha disparado.
– Volviendo a la época de las primeras licenciadas, ¿cuáles eran las salidas profesionales para las mujeres en aquella época?
– Hace unos años las mujeres se quedaban mayoritariamente en la oficina de farmacia y los hombres ele-gían más otras salidas como industria farmacéutica, ensayos clínicos, etcétera. Ahora mismo no es así, se ha ampliado mucho el abanico, más de lo que nosotros pensamos. Hoy en día las salidas profesionales para un farmacéutico son muy amplias, y no hay diferencia entre hombres y mujeres.
– Durante su trayectoria profesional, ¿alguna vez se encontró con dificultades para avanzar por el mero hecho de ser mujer?
– Es algo que he pensado muchas veces y realmente no recuerdo ninguna situación en la cual fuese dis-criminada por ser mujer. Probablemente todas podemos recordar algún momento en el que hayamos sido objeto de algún detalle discriminatorio, pero es mejor olvidarlo. Además, creo que en el ámbito universitario hace muchos años que se superaron esas barreras, pero es cierto que en otros ámbitos no.
– Desde 1999 usted ha desempeñado diferentes cargos académicos. ¿Cuál era en aquella época la representación de la mujer y cuál es ahora? ¿Cómo ha evolucionado el escenario?
– Ahí sí que ha evolucionado. Si estuviésemos haciendo esta entrevista en la sala de juntas en la que están las fotos de los anteriores decanos veríamos que no hay ninguna mujer. La mía todavía no está puesta por-que se ponen cuando dejan el cargo. Ahora mismo tenemos también una rectora en la universidad San Pablo CEU, que es la primera rectora de nuestra universidad, y el porcentaje de decanos/as está al cin-cuenta por ciento. Cuando yo me incorporé a la Conferencia de Decanos éramos solo dos o tres mujeres, y en la última Conferencia que hemos celebrado eran dos o tres hombres. La situación ha cambiado. En la Conferencia de Decanos hubo una presidenta hace bastantes años, pero luego la mayoría han sido hom-bres. Es una evolución natural y que irá sucediendo en todos los ámbitos.
– ¿Cree que actualmente es más fácil para una mujer farmacéutica abrirse paso en el mundo universitario que en otros ámbitos?
– Yo creo que no hay diferencia, en el caso de la universidad no lo creo.
– Las ciencias de la salud en general están en plena transformación, ¿hacia dónde se dirige la profesión?
– Tanto la farmacia, como la medicina, la enfermería y todas las ciencias de la salud van tendiendo a la personalización y a que cada vez haya más mujeres, no sé si por ese carácter social y de ayuda de la mujer.
– Usted que está en continuo contacto con los estudiantes de farmacia, ¿qué demandan en relación con la formación?
– Nosotros notamos una diferencia entre el estudiante cuando está aquí o cuando sale de aquí, entre el que llamamos estudiante y el que llamamos egresado. El estudiante, cuando estudia, lo que quiere, en general, es que le cueste lo menos posible, porque Farmacia es una carrera difícil, y lo que más aprecian cuando salen son las prácticas, no solo en los laboratorios, sino en empresas, en la industria farmacéutica, además de las prácticas en oficina de farmacia o en farmacia hospitalaria, que son obligatorias.
Valoran mucho la parte práctica y también la internalización, el tener posibilidades de hacer estancias Erasmus, prácticas tuteladas en el extranjero, asignaturas o el trabajo de fin de grado, y no solo en Europa, sino también en Estados Unidos. De empezar con una movilidad reducida, hoy un porcentaje muy alto hace movilidades, que son muy enriquecedoras y además les dan una visión de la profesión distinta, ven cómo se hace en otros países.
– ¿Es una profesión involucrada en gestionarse su formación una vez terminada la facultad?
– Depende de la salida profesional en la que se encuentren, pero sin duda la formación continuada es una necesidad. Puede venir como una especialización para aquellos que quieren trabajar en oficina de farma-cia, un máster en atención farmacéutica, en gestión de la oficina de farmacia, por ejemplo. Existen cursos, másteres, grados... Hay que renovarse o morir.