«Los farmacéuticos españoles no hemos de tener complejos, nuestra formación científica es muy sólida»

«Los farmacéuticos españoles no hemos de tener complejos, nuestra formación científica es muy sólida»

Jaime Acosta

Miembro del Comité Ejecutivo de la FIP (International Pharmaceutical Federation). Sección Farmacia Comunitaria@jaimeacosta_ @CommPharSection

«Queremos que los propios compañeros cuenten cómo viven y qué les han supuesto algunas novedades o cambios, o cómo gestionan determinadas cuestiones del día a día en relación con los pacientes.» Así explica Jaime Acosta el objetivo de la sección «La farmacia en el mundo», que comienza en este número y de la que él es coordinador. Hemos aprovechado la ocasión para preguntarle, como miembro del Comité Ejecutivo de la Sección de Farmacia Comunitaria de la FIP, cómo ve el momento actual de la farmacia comunitaria en el mundo.

Usted forma parte del Comité Ejecutivo de la Sección de Farmacia Comunitaria de la FIP. Por lo que respecta a la farmacia comunitaria, ¿cuáles son los problemas comunes con los que se encuentran la mayoría de los países a escala internacional?

En general, existe una falta de reconocimiento de lo que el farmacéutico aporta y puede aportar a los pacientes y sistemas sanitarios, incluyendo naturalmente gestores y otros profesionales sanitarios, sobre todo en el uso adecuado de los medicamentos y otros servicios relacionados con éste.

La farmacia globalmente está viajando desde el producto hacia el paciente, al tiempo que la capacidad logística de la profesión por la que se ponen a disposición de pacientes y sistema medicamentos legítimos y de calidad cada vez es menos crítica, sobre todo en los países desarrollados. Ya no existe futuro en la mera logística de entrega de medicamentos. Esta actividad ya se está realizando en otros países más o menos incipientemente con menor coste y con intervención de farmacéuticos a través de teleasistencia, por medio de mensajería, farmacias móviles, máquinas de vending, e incluso drones.

En los países en desarrollo, los problemas son esencialmente distintos en cuanto a los problemas que existen de acceso de los pacientes a farmacéuticos comunitarios y a medicamentos legítimos y de calidad.

Por otra parte, se debe mantener el carácter universitario de la educación, pero equilibrando el conocimiento científico con la práctica. Esto proporciona al egresado un cuerpo único de conocimientos, equipándole para emplear un gran abanico de técnicas tradicionales y modernas con que ayudar a los pacientes a alcanzar los resultados deseados derivados del uso de los medicamentos. Existe también la necesidad de desarrollar tanto la enseñanza clínica teórica como lugares de entrenamiento clínicos en los que los estudiantes de farmacia puedan contextualizar sus aprendizajes.

Los farmacéuticos hemos de pensar acerca del valor añadido que estamos revirtiendo al sistema y a los pacientes. Sólo como técnico, el farmacéutico probablemente resulte más caro que otros; sin embargo, si aprovechamos la capacidad sanitaria que tiene en cualquiera de sus ámbitos, es muchísimo más difícil de sustituir.

¿En qué situación se encuentra España respecto al resto de países?
Es difícil explicarlo de manera rápida y sin matices. Creo que los farmacéuticos comunitarios nos encontramos en España en una buena posición profesional, con una altísima capilaridad y accesibilidad sobre otros modelos más desregulados, con una ratio alta de farmacéuticos por farmacia, y con el reconocimiento y confianza de los pacientes, que nos sienten como profesionales cercanos.

El modelo de propiedad-titularidad facilita que los farmacéuticos tomemos decisiones de manera independiente de cualquier interés económico relacionado con la integración vertical de las farmacias. Esto debe ser una de las bases para ser ambiciosos como colectivo y avanzar profesionalmente.

¿Cree que en nuestro país existe un conocimiento de las novedades internacionales sobre farmacia comunitaria? ¿Cómo acogen los farmacéuticos españoles estas novedades?
El farmacéutico suele trabajar en un cierto aislamiento. En general, pero con muchas excepciones, existe un desconocimiento sobre otras realidades profesionales y noticias que nos llegan como meras reseñas de prensa, que además en algunos casos son vistas con una cierta desconfianza. Afortunadamente, la globalización y las herramientas digitales (como redes sociales) ayudan mucho en este ámbito, y contribuyen a que el farmacéutico esté mucho más al tanto de las novedades y a que pueda hacer un seguimiento con compañeros y publicaciones de otros países.

Internacionalmente, ¿qué se conoce del modelo de farmacia comunitaria español?
Debido a las muy especiales características de los medicamentos y su puesta a disposición de los pacientes, existen multitud de regulaciones y de modelos de farmacia; podríamos decir que existen tantos como países, con sus peculiaridades y normativa. En cuanto a España, creo que es conocido por el modelo de propiedad y titularidad.

¿Cree que es necesario potenciar la colaboración internacional? ¿Cómo?
Conocer la situación de otros compañeros supone un ejercicio de apertura mental muy saludable, y ayuda a mejorar el foco de nuestras actuaciones.

Ser miembro de la FIP –abierto a cualquier farmacéutico individual– da acceso a una red privilegiada de contacto con colegas internacionales para intercambiar experiencias, opiniones, formación e información que no aporta ninguna otra organización. Es muy saludable y un privilegio hablar con líderes mundiales de la farmacia comunitaria y conocer sus inquietudes, aciertos y errores, más allá de las referencias bibliográficas. Y ello sólo es posible en la FIP.

En España la crisis ha afectado de forma muy seria a muchas farmacias. ¿Ocurre lo mismo en otros países?
La crisis global ha afectado a todos los presupuestos sanitarios y al poder adquisitivo de las familias. Naturalmente, los presupuestos de medicamentos y su uso no han escapado de ello y algunos compañeros lo están sufriendo, sobre todo los que dependen de un margen o del volumen de medicamentos dispensados.

Los precios de los medicamentos tradicionales están disminuyendo globalmente y muchos compañeros siguen dependiendo esencialmente de su margen para mantener la salud de sus empresas. Lo están sufriendo de forma especial las farmacias independientes, ya que las cadenas más grandes tienen mayor capacidad financiera. Sin embargo, estas dificultades han traído también oportunidades de mejora por las que muchos gestores han sabido aprovechar los recursos disponibles y accesibles en el centro de las comunidades que supone la farmacia comunitaria.

Aunque ya hace tiempo que se habla de cambiar el sistema de remuneración de las farmacias, éste es un debate que debido a la crisis se ha recuperado con más intensidad. ¿Es también un debate internacional?
Bueno, es natural y hasta saludable que el sistema retributivo esté en permanente discusión. La FIP ha elaborado muy recientemente un informe sobre ello, y de hecho el foco en dispensación está limitando la provisión de otros servicios por los farmacéuticos comunitarios, y son los propios farmacéuticos los que están subsidiando nuevos servicios prestados a los pacientes.

Los sistemas retributivos han de alinearse hacia las necesidades de los pacientes y del sistema, y han de incluir indicadores e incentivos en cuanto a calidad. Los modelos de remuneración de farmacia han de valorar lo que las farmacias ya aportan sobre el uso de los medicamentos, la salud pública, los sistemas de salud y la economía, así como incentivar funciones extendidas y prácticas colaborativas dentro de la atención primaria de salud y la atención hospitalaria.

Nuestro trabajo intelectual durante la dispensación no es generalmente visible a ojos del paciente, salvo que desemboque en un acto diferencial. Los médicos, por ejemplo, cristalizan su actividad en una receta o un informe.

A escala internacional, ¿hacia dónde se dirigen los esfuerzos en estos momentos en lo que a farmacia comunitaria se refiere?
La tendencia mundial es lograr que la farmacia sea una profesión orientada al paciente, consiguiendo más responsabilidades. Intervenciones en salud pública, atención farmacéutica, uso racional del medicamento y gestión para un aprovisionamiento efectivo de medicamentos son componentes clave en un sistema sanitario accesible, sostenible y asequible, que asegure la eficacia, la seguridad y la calidad de los medicamentos.

Está claro que la farmacia tiene un importante papel que jugar en los continuos procesos de reformas sanitarias. Para ello, no obstante, el rol del farmacéutico ha de ser redefinido y reorientado a conseguir mejoras en la salud de los pacientes y resultados concretos: los farmacéuticos hemos de ser reconocidos por el valor que aportamos al sistema sanitario y al correcto uso de los medicamentos en particular.

En un futuro, mundialmente, debería haber suficiente acceso a los farmacéuticos y a medicamentos de calidad garantizados por sistemas de distribución seguros. Asimismo, los farmacéuticos prestaremos servicios centrados en las necesidades del paciente en cooperación con otros profesionales, y estos servicios serán remunerados de acuerdo con la capacidad del farmacéutico y la complejidad del servicio prestado.

Hemos de enfocar parte de nuestro trabajo como profesión a casos de poca complejidad y de alto volumen de casos: éstos deben ser resueltos en la farmacia comunitaria maximizando la atención sanitaria para el mayor número posible de personas, de manera eficiente y cómoda. A partir de aquí ya podemos hablar de servicios más complejos. Evidenciar ante ciudadanos, administraciones, profesionales y pagadores que la farmacia provoca una diferencia. Que en nuestros actos se puede invertir para generar resultados que mejoran la calidad de vida de los pacientes, su salud, y que estas inversiones son coste-efectivas. Así está siendo en países con entornos distintos como Estados Unidos, Tailandia, Canadá, India, Australia, Reino Unido... Aprovechando las oportunidades que el contexto ofrece, los farmacéuticos avanzamos globalmente. Según Dominique Jordan, presidente del consejo suizo, el siglo XXI será el siglo del farmacéutico, y no me parece exagerado.

Hasta la fecha, ¿qué resaltaría de su experiencia como miembro del Comité Ejecutivo de la Sección de Farmacia Comunitaria de la FIP? ¿Hay algo que le haya llamado especialmente la atención?
En primer lugar, que los farmacéuticos españoles no hemos de tener complejos en cuanto a los compañeros de otros países. Nuestra formación científica es muy sólida, y estamos acostumbrados a trabajar muy cerca de los pacientes.

En segundo lugar, que pese a las evidentes diferencias de contexto y situación, los retos globales son sorprendentemente parecidos.

Como coordinador de la sección que iniciamos en El Farmacéutico, ¿qué le gustaría transmitir al lector?
Queremos que los propios compañeros cuenten cómo viven y qué les han supuesto algunas novedades o cambios, o que expliquen cómo gestionan determinadas cuestiones del día a día en relación con los pacientes. Desde cuestiones muy cotidianas, como puede ser el sistema que se usa en el Reino Unido cuando se pide un medicamento que requiere receta, hasta el nuevo sistema retributivo de Australia, por el que los farmacéuticos ya son independientes del precio de los medicamentos, hasta la visión de un compañero canadiense que prescribe de manera independiente.

Queremos que sean los propios compañeros, con una visión práctica y nada académica, quienes opinen y muestren la realidad de estas cuestiones.

¿Puede avanzar alguno de los temas que se abordarán en la sección?

Bueno, además de los mencionados, que creo que son temas muy interesantes para los farmacéuticos, hablaremos por ejemplo del servicio de vacunación y qué oportunidades proporciona, además de las evidentes.