Jesús Aguilar Santamaría, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos y presidente de los comités Organizador y Científico del 22 Congreso Nacional Farmacéutico, expone algunas de las claves de la gran cita farmacéutica de este mes en Sevilla. La celebración simultánea de los congresos nacional y mundial de farmacia es un hito que espera que permanezca en la memoria de todos los farmacéuticos del mundo.
– ¿Qué supone para la farmacia española la celebración simultánea del Congreso Nacional y el Mundial?
– Para nosotros es un honor celebrar el 80 Congreso de la FIP, fundamentalmente porque solo se ha celebrado una vez en España, en los años 90. La FIP celebra su congreso todos los años en un país diferente y tratándose de una institución que agrupa a más de 120 países es difícil que vuelva pronto a España. Es, por tanto, un placer y un honor tener aquí el Congreso Mundial, y más en un momento que no estaba planificado, porque es un Congreso que se pensó para 2020. Era una cita muy importante para nosotros, ya que el Consejo General había hecho un cambio muy profundo de su hoja de ruta y era el momento para compartirla con el resto de los países. Por eso ahora, después de haber pasado estos dos tremendos años de pandemia, este Congreso es realmente importante, no solo para los españoles, sino para el resto de los profesionales farmacéuticos de todo el mundo, porque va a ser el Congreso del reencuentro de una profesión que ha estado implicada al cien por cien en esta crisis sanitaria y social.
Hemos tenido a los compañeros analistas, que han diagnosticado la enfermedad; a los compañeros que han estado en todas las fábricas españolas produciendo los medicamentos que eran necesarios para los ciudadanos; a los compañeros que han estado trabajando en la salud pública, haciendo todos los screening y haciendo de rastreadores a lo largo de todo el país, o hemos tenido a los farmacéuticos que han estado trabajando en las farmacias hospitalarias asegurando la medicación en las UCI, tan crítica en muchas ocasiones. Hemos tenido los compañeros de la distribución farmacéutica haciendo llegar los fármacos a todas las farmacias, o, cómo no, a los compañeros de la farmacia comunitaria, que han sido, con esa cruz verde, los que han estado en la primera línea de esta gran batalla cuando era imposible asistir al resto de los establecimientos sanitarios.
En definitiva, que la Organización Mundial haya mantenido el congreso en España en este año 2022 es para nosotros un reto y un orgullo. Será el punto de encuentro de todos los compañeros para poner en valor todas y cada una de las acciones que se han realizado estos años.
– Son dos eventos de gran envergadura, ¿cabe la posibilidad de que el congreso nacional quede eclipsado por el mundial?
– No nos lo planteamos así, pensamos más en sumar. Es la primera vez que los dos congresos se celebran de manera simultánea y entrelazada en un mismo espacio. Son dos eventos que suman, porque una cosa son las realidades de la farmacia del mundo, y otra las realidades nacionales. Los farmacéuticos españoles, por el sistema de prestación farmacéutica que tenemos, estamos en el grupo de los top, el de los países que tienen mucho que ofrecer al resto de los países, y, por otro lado, tenemos que seguir avanzando en los temas nacionales. También es el momento de sacar conclusiones de la pandemia y de los lemas que hace tres años marcaron nuestra hoja de ruta «Somos Farmacéuticos»: «Somos asistenciales, Somos sociales, Somos digitales».
Es la primera vez que los dos congresos se celebran de manera simultánea y entrelazada en un mismo espacio
– ¿La farmacia española debe aprender de los demás países?
– Todos tenemos que aprender de todos, en todos los sitios adonde vamos lo importante es sacar lecciones y aplicarlas en tu territorio. Cada vez que voy a cualquier colegio profesional del mundo de los farmacéuticos aprendo cosas, de todas las experiencias aprendes cosas que no habías pensado y que pueden ser interesantes para tu propio país. No creo que sea un tema de eclipsarse unos a otros, los dos congresos son complementarios; en el caso de los españoles tenemos un referente muy importante en los países latinoamericanos, y somos un referente también para otros países. En definitiva, se trata de sumar, sumar y sumar.
– ¿Las organizaciones de los dos congresos han trabajado de forma coordinada?
– No es fácil, los congresos mundiales están muy establecidos, tienen sistemas muy homogéneos en todos los países del mundo y hay que adecuar esas maneras de trabajar de la FIP con las realidades de cada país. En este sentido siempre hay algún pequeño problema, pero la verdad es que las dos organizaciones nos hemos entendido muy bien. La FIP tiene muy claro lo que hace y lo que quiere hacer en cada uno de los congresos, y nosotros hemos visto todos los puntos comunes que teníamos para hacerlo de la manera más fácil, fundamentalmente porque queremos que este sea un congreso absolutamente exitoso y que permanezca en la memoria de todos los farmacéuticos del mundo.
Queremos que este sea un congreso absolutamente exitoso y que permanezca en la memoria de todos los farmacéuticos del mundo
– ¿Cree que los precios del Congreso Mundial limitan un poco la presencia de los farmacéuticos?
– En los congresos mundiales los precios los marca la FIP, y son lo mismo aquí, en Nueva York, en la India o en cualquier otro país. A mí me parecen muy elevados, pero como lo son todos los congresos internacionales. Lo que nosotros hemos hecho es subvencionar las cuotas y hemos ofrecido a los Colegios unas cuotas reducidas en un 65%; de esta manera, yo creo que independientemente de que siguen siendo valores económicos importantes, no creo que haya habido ni haya ningún congreso internacional con el precio que tiene en estos momentos el que se celebra en España.
– La pandemia de la COVID-19 lo ha cambiado todo y, lógicamente, tendrá un gran protagonismo en el congreso, pero, por otro lado, es inevitable, que a estas alturas pueda haber un cierto cansancio con este tema. ¿Desde qué enfoque se ha pensado abordar el tema?
– Es verdad, estamos todos cansados. Seguimos con las pantallas de protección en todas las farmacias, con el virus y con las olas, vistas de otra manera, pero con las olas. Esto está creando mucha tensión en las farmacias, porque durante dos años el trabajo ha sido permanente y continuo, y trabajar en esta situación es muy complicado. En las farmacias no hay relevos, no hay turnos, son siempre las mismas personas. Tenemos una farmacia con un número de personas por farmacia muy pequeño, y al final es el farmacéutico quien abre y cierra su farmacia, y lo mismo pasa con las personas que colaboran con él. Esto, sin ningún tipo de duda, causa mucho estrés.
Y ahora también nos está causando mucho estrés la situación de la atención primaria, porque en muchas comunidades autónomas todavía seguimos con centros de salud y consultorios que siguen sin abrirse. Los pacientes también están muy cansados de tener que estar llamando por teléfono, de que se les atienda a través de pantallas, y todo ese cansancio repercute en la farmacia, porque al final es el profesional sanitario que los pacientes tienen más a mano. En algunas ocasiones ya estamos viendo cómo el propio paciente intenta forzar al farmacéutico a tomar decisiones sobre los tratamientos que les corresponden a los médicos.
– ¿Cuáles van a ser los ejes sobre los que girará el Congreso Nacional?
– Los tres ejes de la hoja de ruta que marcó el Consejo General hace ya tres años, antes de la pandemia: Somos asistenciales, Somos sociales, Somos digitales. Durante todo este tiempo hemos sido asistenciales, digitales e hiper sociales, hemos sido el refugio de los ciudadanos ante esa soledad no deseada, hemos dado respuesta a esas preguntas constantes de los ciudadanos sobre lo que estaba pasando y lo que no estaba pasando, y sobre qué debía y qué no debía hacerse. Y en el plano digital, en estos momentos los españoles tenemos también la receta electrónica privada que, junto con la receta electrónica pública, hace que este sea un país de lo más avanzado que hay en el mundo a nivel de seguridad ciudadana, porque al final todo esto lo que da es seguridad al ciudadano.
El Consejo General y el propio Comité Directivo tienen estos tres ejes marcados para toda esta legislatura y bajo cada uno de ellos hay distintos hitos que tenemos que ir cumpliendo y que queremos compartir con el resto de los compañeros en el congreso. Y también habrá alguna sorpresa.
– ¿Cuáles son los temas que más preocupan al sector?
– Lo primero que puede preocupar al sector, como siempre, es la inseguridad desde el punto de vista jurídico, y la situación del propio país. En los 7 años que llevo de presidente ha habido 7 ministros, lo cual lleva consigo una dificultad muy importante a la hora de poder avanzar. Y esto, de manera bastante parecida, está pasando también en las comunidades autónomas, lo que supone una dificultad añadida a la hora de crear caminos de futuro. El presente y el corto plazo están muy bien, pero la visión de futuro, la de construir un pantano para que lo inauguren otros, en este país esto todavía no parece que estemos en vías de hacerlo. La sanidad y la farmacia necesitan esa visión de futuro, necesitan saber dónde quiere ir el país, y, por lo tanto, dónde tiene que ir la profesión.
Y en este contexto últimamente van surgiendo otras cosas, desde las plataformas que aparecen y desaparecen de manera permanente y en las que hay intereses económicos de grandes fondos, o los intereses por hacer llegar medicamentos a los ciudadanos sin ningún tipo de control, las leyes de ordenación farmacéutica que se están elaborando y que se van a tener que seguir desarrollando los próximos años, o esta ley de garantías que se abre ahora y que tendremos que trabajar durante todo el año que viene para que sea una ley de garantías del siglo XXI. Tenemos muchos retos, pero no podemos dejar de valorar el gran apoyo que tenemos de los ciudadanos. Encuestas elaboradas por empresas externas indican que la prestación farmacéutica es una de las mejor valoradas de la sanidad, y que la ciudadanía la apoya. Los ciudadanos están demandando que el farmacéutico esté aún más integrado en los sistemas de salud y también están pidiendo que las farmacias y los farmacéuticos puedan darles muchos más servicios profesionales de valor, ya que se ha visto que esos proyectos siempre son de éxito.
También tenemos la dificultad de conseguirlo en 17 comunidades autónomas, más el Ministerio de Sanidad, Ceuta y Melilla; al final realmente tenemos un país con aproximadamente 20 decisores sobre cuál debe ser el camino de la farmacia española.