Entrevistamos a Fermín Quesada Carrasco, farmacéutico comunitario en la Farmacia El Laurel en Gójar (Granada).
– ¿Por qué decidió estudiar Farmacia?
– Pues la verdad es que en principio no fue algo vocacional. Buscaba una carrera de vertiente sanitaria, y Farmacia me pareció una opción interesante.
– ¿Ha sido como se lo esperaba? ¿Volvería a tomar la misma decisión?
– Ha sido mucho mejor de lo que me esperaba, es una carrera preciosa y te permite bastantes salidas profesionales muy válidas. En concreto, a mí me ha permitido tener una profesión de la que disfruto día a día, aunque parezca un poco tópico. Volvería a tomar la misma decisión, ahora más todavía.
– ¿Qué retos se plantea en su día a día profesional?
– Mi principal preocupación es cómo poder ayudar a mis pacientes, es esencial tanto técnicamente (autoformación) como humanamente. Por otro lado, creo que es fundamental trabajar a fondo, de cara a la Administración y con respecto a otros miembros de la cadena sanitaria, para que se vea el potencial profesional que tenemos.
– ¿Cuáles cree que son las principales fortalezas de la farmacia comunitaria?
– La cercanía a nuestros pacientes; los conocemos, los tratamos y tenemos más tiempo para acceder a ellos. Si unimos eso a nuestra capacidad de entender al farmacéutico como un profesional básicamente sanitario y al bien que podemos generar en el paciente, somos un eslabón fundamental en el sistema sanitario.
– ¿Y las debilidades?
– Somos una profesión que tiene pocos controles de competencia (dependemos de nuestro criterio para formarnos) y una variable comercial... Eso hace que las malas praxis nos afecten mucho como colectivo. Hay que entender muy bien nuestro rol y potenciarlo.
– ¿Alguna recomendación para futuros estudiantes?
– Que disfruten mucho de la carrera, pero que no se olviden de que lo más bonito de un farmacéutico es su vida laboral. Lo mejor está por llegar. ¡Mucho ánimo!