Sandra Saliente es una farmacéutica diferente. Empezando porque fue ella misma la que me contactó para hablar de la posibilidad de dedicar la sección «Salidas profesionales» a una salida que no se había tocado hasta la fecha: farmacéutico cooperante, y siguiendo porque es capaz de combinar su vida de farmacéutica en un hospital con la vida de la cooperación farmacéutica. A pesar de no tener una vocación inicial muy clara, poder ayudar a los demás fue lo que hizo que se decidiera a hacer el FIR y a especializarse en esta salida atípica, la de la cooperación.

¿Por qué estudiaste farmacia?
Nunca tuve una vocación clara, tenía varias cosas en la cabeza, medicina, farmacia, fisioterapia, biología... todo relacionado con la salud. Al final la nota de acceso fue el factor determinante y me matriculé en Farmacia. Estudié en la Universidad Complutense de Madrid, de donde soy, y combiné mis estudios con mi trabajo en una oficina de farmacia. “Allí me dí cuenta de que lo que me más me gustaba era ayudar a los pacientes con sus problemas de salud, me encantaba la parte más clínica de la farmacia y así decidí presentarme al FIR.”

Las oportunidades aparecen cuando menos te lo esperas:
Sí, estuve cuatro años de residente en el Servicio de Farmacia de un hospital, pero en 2011, al terminar la especialidad, me fui directa al paro, y buscando salidas me llegó la oportunidad de hacer un voluntariado trabajando como farmacéutica en la farmacia de un hospital en Mauritania. Allí descubrí mi verdadera vocación: trabajar para hacer llegar los medicamentos a la gente a la que más falta le hacen.

Formarse como farmacéutica cooperante es un paso previo para convertirse en una de ellas.
En mi caso sí. A la vuelta estudié un máster en cooperación internacional y al acabarlo me marché a trabajar casi un año a Chad, y así empezó mi vida como farmacéutica cooperante.

Sandra Saliente¿Qué tiene de bueno y malo la vida de farmacéutica cooperante?
En cuanto a lo positivo, para mí lo mejor es saber que con tu trabajo estás ayudando tanto a los pacientes, a los que les aseguras medicamentos de calidad, no caducados, no fraudulentos, etc., como a los trabajadores locales con los que compartes tu día a día, que se benefician de la formación que les estás dando y que de otra manera no recibirían porque en muchos países los estudios de farmacia o no existen o son aún muy básicos.

» Otras cosas que me encantan de esta profesión son la posibilidad de convivir con otras culturas y la necesidad de estar reinventándote cada vez que comienzas un nuevo proyecto, con nuevas exigencias, nuevos compañeros, un nuevo contexto, etc.

» Como punto negativo destacaría el hecho de tener que pasar temporadas largas lejos de tu familia, tu pareja y tus amigos de siempre. También están las condiciones de vida un tanto complicadas, por las temperaturas extremas, los protocolos de seguridad que debes respetar en algunos contextos, la posibilidad de ponerte enfermo si no te cuidas...

El regreso a casa tampoco debe resultar fácil.
A nivel personal una de las cosas que más difícil se me hace es "readaptarme a la vida de casa". Supuestamente la vuelta de las misiones es un momento estupendo, donde te rencuentras con tu gente, con tu cultura y vuelves a donde deberías estar más a gusto, pero en mi caso siempre tardo en reaccionar y paso unas semanas un tanto desubicada. Comentándolo con compañeros y con los psicólogos que ayudan a los equipos del terreno me explican que es porque aunque físicamente estás aquí, tu mente aún pasa un tiempo intentando gestionar las rutinas y las emociones a las que te enfrentabas estando allí.

¿Cómo es tu día a día? ¿Es una salida «de futuro» para los farmacéuticos que acaban ahora la carrera?
El día a día depende del tipo de proyecto en el que trabajes. Yo he estado unas veces en hospitales, donde más o menos una jornada laboral se puede parecer a la de un hospital de aquí, preparando la medicación para los enfermos ingresados, fórmulas magistrales, haciendo cálculos para optimizar los pedidos que se hacen de medicamentos, etc. y otras veces he participado en proyectos donde tratábamos de montar un sistema de abastecimiento de medicamentos desde la farmacia central de la ONG hacia los centros de salud de determinadas regiones del país. En este caso combinas días en los que te dedicas a poner en marcha nuevos protocolos o a dar las directrices para montar una farmacia y otros en los que te desplazas al terreno para dar formación a los enfermeros de los centros de salud encargados de gestionar la medicación. Un trabajo apasionante teniendo en cuenta las dificultades de comunicación con algunos pueblos perdidos en el desierto y donde tienes que respetar muchas medidas de seguridad debido a la presencia de grupos armados en la zona.

Respecto a si es una salida de futuro o no, creo que es algo muy particular de cada uno. Si a lo que aspiras es a tener una cierta estabilidad y comodidad, con un sueldo de dos o tres mil euros mensuales asegurado y tener la vida aparentemente resuelta con treinta y cinco años, probablemente no lo sea. En mi caso, considero que sí puede ser una salida de futuro porque es un trabajo que me encanta, gano lo suficiente y dentro de un tiempo, cuando me canse de viajar y necesite un poco más de estabilidad, tendré ya bastante experiencia y es posible que pueda trabajar en la sede de alguna ONG gestionando las compras de medicamentos o coordinando los diferentes proyectos de farmacia que se desarrollen por el mundo.

¿Qué le recomendarías a alguien que quiera optar por esta salida profesional?
Una vez acabada la carrera, creo que se tiene que hacer una formación complementaria relacionada con la cooperación internacional y la ayuda humanitaria, que te dé herramientas para comprender un contexto muy diferente en el que vas a trabajar y también que destaque en tu currículo para que las ONG se fijen en ti. Hay muchísima oferta en este ámbito, se puede hacer en una universidad, en una escuela de formación humanitaria, a distancia, presencial... Se puede pedir información a la Asociación Profesional de Cooperantes españoles (página web o grupo en facebook). Ahora mismo hay un curso de Farmacéuticos Sin Fronteras que creo que está muy bien y es muy específico para nuestro gremio.
Una de las ONG con las que empecé a trabajar en esto fue Fundación El Alto. Es un muy buen ejemplo de proyectos de farmacia y cooperación y donde se puede tener una primera toma de contacto con este mundo.

Además está bien echar un ojo en las páginas de Farmamundi, Médicos del Mundo, Médicos sin Fronteras... Allí se puede ver más acerca de los proyectos y de los requisitos para trabajar en ellos y suelen incorporar farmacéuticos a sus equipos. También suelen tener blogs de la gente que está en terreno, con los que nos podemos hacer una idea de lo que se vive estando allí.

Creo que es muy importante defenderse con el inglés y, si es posible, con el francés o algún otro idioma, por tener más opciones a la hora de ser asignado a un proyecto y también porque para formar parte de ONG importantes u organismos internacionales los procesos de selección suelen ser en varios idiomas.

A los que quieran indagar un poco más sobre la cooperación les recomendaría un libro que me parece muy interesante y que desmonta varios mitos en torno a este mundo de la cooperación. Es Mamá quiero ser cooperante, de Jorge Jimeno Almeida.

Para saber más sobre Sandra
Quienes estén interesados en conocer un poco mejor a Sandra pueden ver este vídeo de Acción contra el Hambre en el que relata su día a día.

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