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México lindo

Aunque los vinos rústicos y el aguardiente todavía son parte importante de la industria vitivinícola mexicana, en los últimos años han aparecido bodegas que apuestan claramente por la calidad.

Pep Bransuela

Pep Bransuela

Farmacéutico y enólogo

En la época precolombina ya existían vides salvajes en la zona, aunque no eran aptas para la elaboración de vino.

En 1524, Hernán Cortés hizo importar vides europeas debido al mal estado en que llegaba el vino importado en barricas desde España, y fue entonces cuando las vides se adaptaron a las nuevas condiciones y fueron productivas. Más tarde, la Corona prohibió el cultivo de la vid en las posesiones españolas para proteger los intereses de los vitivinicultores peninsulares, que exportaban su producción a América. Con la independencia de México se plantaron muchas vides, pero la inseguridad en el campo y la falta de conocimientos tecnológicos frenaron la iniciativa de los viticultores.

A partir de 1940, se produjo un auténtico despegue de la nueva vitivinicultura mexicana, con bases más técnicas y científicas. Este auge repentino se produjo en parte gracias a las restricciones impuestas a las importaciones, que hicieron que muchas compañías foráneas operasen desde México, con las consiguientes aportaciones de capital y tecnología.

Influidos por las tendencias globales del mercado internacional, los productores mexicanos dirigen sus cultivos hacia las cepas que garantizan la venta mundial de sus vinos: con cabernet sauvignon y merlot en tintos, y chardonnay y sauvignon blanc en blancos. A pesar de todo, actualmente se han introducido otras variedades como la tempranillo y la barbera, con una mejor adaptación al clima mexicano.

El vino en México empieza a despertar cada vez más el interés del consumidor mexicano.

47 EF567 VINOS LIBROSPáramo de Cásser tinto Reserva
Bodegas Pérez Hidalgo
(Sierras de Málaga)
14,95 €

Este vino de carácter mediterráneo se elabora en la Comarca del Valle del Geva, en la D.O. Sierras de Málaga. Las variedades utilizadas son la syrah, que define su estilo, la cabernet sauvignon y la merlot. De limpidez luminosa y un rojo intenso, en nariz es franco y meloso, de frutas maduras de montaña como moras, frambuesas y regaliz. En boca es denso, especiado y agradablemente tánico, con toques de vainilla y canela. Glicérico y aterciopelado y con un posgusto largo y goloso. Perfecto para acompañar aves, caza y carnes rojas en guiso. Un gran descubrimiento.

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