«Me siento sin vitalidad, ¿qué puedo hacer?»

IntroducciónCada año, entre mediados de marzo y mediados de abril, coincidiendo con el cambio estacional y horario, llega la consabida astenia primaveral. No se trata de una enfermedad, sino de un conjunto de síntomas que se caracterizan principalmente por una sensación de falta de motivación y debilidad, que afecta a la calidad de vida de quien los sufren. Se relaciona con la adaptación al cambio climatológico, al cambio horario (que supone una readaptación del ciclo circadiano vigilia/sueño, con una variación de una hora de un día para otro), y también con los procesos alérgicos.

María José Alonso Osorio

María José Alonso Osorio

Farmacéutica comunitaria y especialista en Farmacia Galénica e Industrial

«Me siento sin vitalidad, ¿qué puedo hacer?»
«Me siento sin vitalidad, ¿qué puedo hacer?»

A quién afecta
En lo que a su prevalencia se refiere, los datos son muy variados, aunque según una encuesta del Centro de Investigación sobre Fitoterapia (INFITO, 2012) más de la mitad de la población sufre sus efectos, lo que motiva consultas frecuentes en las farmacias. Los grupos de población más afectados son:
• Las mujeres de entre 35 y 50 años.
• Las personas que sufren alergia (se intensifican los síntomas de cansancio).
• Los trabajadores por cuenta ajena (no pueden aumentar las horas de sueño que ayudarían a readaptar el organismo).
• Los estudiantes (suman el estrés de la recta final del curso).

Causas
Las causas y el por qué afecta más a unas personas que a otras no se han definido claramente, pero la astenia primaveral se relaciona con la capacidad individual de reajustar el reloj biológico para adaptarse a las nuevas condiciones de luz y temperatura (aunque se hable menos de ello, ocurre lo mismo en otoño).
Se sabe que la biosíntesis pineal de melatonina (hormona con un importante papel en la regulación del ciclo circadiano y en los procesos intelectuales e inmunológicos) responde de forma precisa a los cambios en la iluminación ambiental. A medida que el día se alarga, se va produciendo más cantidad de serotonina y se va reduciendo la de melatonina, a lo que el organismo debe ir acostumbrándose. Por otra parte, el aumento de la temperatura produce vasodilatación y, como consecuencia, disminución de la presión arterial con sensación de fatiga.
Si a todo ello se une en un mismo individuo la alergia a los pólenes circulantes, no es de extrañar que a algunas personas les cueste encontrar la belleza de la primavera. En el caso de los alérgicos su trastorno se suma a las causas comunes relacionadas con el cambio de estación, el hecho de que la alergia suele producir problemas respiratorios que impiden descansar bien y que los tratamientos antihistamínicos tienden a provocar somnolencia, lo que intensifica la sensación de fatiga.

Síntomas
Los principales síntomas que relata el paciente son los siguientes:
• Sensación de fatiga generalizada, falta de vitalidad, debilidad muscular con el esfuerzo.
• Somnolencia diurna y alteraciones del sueño nocturno.
• Dificultad de concentración (que a veces afecta a la memoria).
• Sensación de aturdimiento, presión o dolor de cabeza.
• Sensación de inestabilidad, malestar general.
• Irritabilidad, tristeza.
• Cambios de apetito.
• Disminución de la libido.
• En las personas propensas, bajada de la presión arterial.

Criterios de remisión al médico. Síntomas de alarma (tabla 1 y figura 1)
No debe olvidarse que la astenia puede ser debida a otras causas distintas a las estacionales:
• Trastornos emocionales y/o psíquicos: estrés, ansiedad, depresión. Posiblemente esté relacionada con la disminución de la producción de endorfinas.
• Enfermedades orgánicas: cardiacas, pulmonares, infecciosas, anemia, miopatías, fatiga crónica, etc.
• Hábitos inadecuados en la alimentación (dietas desequilibradas) o el estilo de vida.
• Convalecencia: algunas enfermedades infecciosas como las gripes o los resfriados pueden dejar como secuela una astenia pasajera pero que impide la adecuada reincorporación a la vida normal de quienes la padecen.
• Tratamientos farmacológicos: algunos medicamentos pueden producir astenia como efecto secundario (tabla 2).

Tabla 1 Tabla 2 Figura 1

 

En el caso de convalecencia, el tratamiento puede ser el mismo. En el caso de estrés leve o moderado, podremos dar consejo y tratar con complementos alimenticios de acción adaptógena que ayuden a superar el estrés. En el caso de hábitos inadecuados en la alimentación o el estilo de vida, podremos corregir la causa dando los oportunos consejos.

check listTratamiento
El tratamiento de la astenia comprende medidas dietéticas y relativas al estilo de vida y, cuando es necesario, tratamiento fitoterápico (según sintomatología) y/o complementos alimenticios.

Medidas dietéticas
La comida debe ser equilibrada y rica en verduras, frutas, cereales (preferentemente integrales) y legumbres, y contener raciones adecuadas de carnes no grasas y pescado o huevos como ingredientes de las comidas principales.
Las ingestas deben distribuirse en cinco: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena, sin dejar pasar más de 4 horas entre una a otra. Esto es importante para mantener un aporte de energía y nutrientes durante todo el día.
Las cenas deben ser ligeras y se tomarán al menos 2 horas antes de acostarse, para no entorpecer el sueño y conseguir que éste sea reparador.
Entre horas puede optarse por «barritas energéticas». Su composición es muy variada, pero suelen contener cereales, fructosa, glucosa, lactosa, sacarosa, miel, chocolate, frutas, frutos secos, lácteos, soja, etc. Muchas contienen además vitaminas del grupo B y C, y también minerales, que ayudan en el metabolismo energético.
Es esencial una adecuada hidratación durante todo el día. Conviene no abusar del café. Son adecuadas las infusiones (tónicas, digestivas o relajantes, según el caso).

Medidas higiénicas y de estilo de vida
• Dormir las horas necesarias favorece la recuperación del cansancio diurno y la regeneración del sistema inmunitario.
• Es importante realizar actividad física. El ejercicio regular promueve la liberación de endorfinas, que potenciarán la sensación positiva y de bienestar.
• Aprender a llevar un ritmo de vida más relajado y a evitar el estrés disminuirá la sensación de fatiga y cansancio.

Tabla 3Tratamientos fitoterápicos (tabla 3)
Se atenderá a los síntomas. Las principales plantas utilizadas son las de acción adaptógena (ginseng, eleuterococo, rodiola, esquisandra), que ayudan al organismo a adaptarse a los cambios y al estrés, y tienen una acción antioxidante y tonificante. También en caso de fatiga muy acusada pueden utilizarse plantas de acción tónica y ergogénica (guaraná y nuez de cola). Para favorecer el descanso, pueden ser útiles por la noche las plantas de acción sobre el sueño, como la valeriana, la pasiflora, la amapola de California, la melisa, la tila o el lúpulo. En caso de que los síntomas se acompañen de un estado anímico bajo, el hipérico puede ser una buena opción, teniendo en cuenta sus interacciones en caso de pacientes con medicación crónica.

Tabla 4Complementos alimenticios (tabla 4)
Muchas vitaminas y minerales intervienen en los procesos que determinan la utilización de la energía y pueden ser útiles (en forma de polivitamínicos/minerales, o combinados con fitoterápicos, aminoácidos u otras fuentes de nutrientes) para aliviar los síntomas de cansancio físico y/o mental, estimular los neurotransmisores y por tanto el estado de ánimo, y favorecer el apetito y un buen descanso nocturno.

Consejos al paciente
• Dieta sana y equilibrada, rica en verduras, frutas, cereales, frutos secos, etc. Conviene realizar cinco comidas al día para conservar la energía:
– Desayuno consistente, que aportará energía para empezar el día: cereales (preferiblemente integrales), proteína, fruta fresca o zumos naturales.
– Comida y cena equilibradas. Las cenas deben ser más ligeras para evitar entorpecer el sueño por una mala digestión; conviene cenar 2 horas antes de acostarse. Las comidas principales deben incorporar hidratos de carbono de bajo índice glucémico (verduras, hortalizas, frutas, cereales preferiblemente integrales), alimentos proteicos (al menos una vez al día) como carne (preferiblemente blanca), pescado (el azul aporta mayor contenido de ácidos grasos omega-3), huevos o legumbres, y grasas saludables como el aceite de oliva.
– Merienda para mantener la energía. Barritas energéticas, frutos secos, etc.
– Cena ligera, como se ha comentado.
• Respetar las horas de sueño, para recuperar el cuerpo del cansancio diurno.
• Realizar ejercicio físico moderado ayuda a la producción de endorfinas, que mejoran el ánimo.
• Ejercicios de relajación para superar el estrés y evitar la fatiga.

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