Desde el momento de nacer hacemos cosas que hacemos por primera vez, o nos pasan por primera vez, lo cual no quiere decir que las recordemos ni mucho menos las consideremos inicio de un proceso significativo. No recuerdo las primeras palabras que aprendí a leer, quizá las de ese perenne letrero en el ascensor de casa: «No funciona». Otras primeras cosas sí son inolvidables, sobre todo cuando eran peligrosas, prohibidas y no digamos pecaminosas. Pedro, un tertuliano, me envía sus dudas sobre la primera vez en que fue consciente de que se le pasaba la vida, y en su lúcida enunciación mucho me temo que (casi) todos coincidimos.