Composición de la dieta y efecto sobre la ganancia de peso

Bray G, Smith S, de Jonge L, Xie H, Rood J, Martin C et al. Effect of dietary protein content on weight gain, energy expenditure, and body composition during overeating: a randomized controlled trial. JAMA. 2012; 307(1): 47-55.

La ganancia de peso cuando se ingiere una dieta baja en proteínas (de solo el 5%) fue neutralizada en comparación con la ganancia de peso observada con una dieta con proporción normal de proteínas (15%), cuando se tiene el mismo exceso calórico en ambas dietas. Solo las calorías favorecen el aumento de la grasa corporal; las proteínas contribuyen al cambio en el gasto energético, pero no al aumento de grasa corporal.

Algún estudio previo ha apuntado la posibilidad de que una sobrealimentación en la que exista mayor o menor cantidad de proteínas puede afectar a la eficiencia metabólica comparada con una dieta que posea una cantidad proteica normal. Por ello, investigadores estadounidenses analizaron si un diferente nivel de proteínas en la dieta podría afectar a la composición corporal, ganancia de peso o gasto energético.

Con este fin, se diseñó un estudio con 25 personas con un índice de masa corporal (IMC) de entre 19 y 30 kg/m2, que fueron asignadas de forma aleatoria a seguir dietas que contenían una baja, normal o alta proporción de proteínas (5, 15 o 25%, respectivamente), siendo sobrealimentados durante las 8 últimas semanas del estudio. Se midió a los pacientes su gasto energético de forma semanal, así como la composición corporal.

Durante el periodo de sobrealimentación, aquellos pertenecientes a los grupos de normal o alta proporción de proteínas incrementaron su gasto energético, no así los del grupo de baja proporción. La eficiencia metabólica (definida como el exceso de la ingesta energética dividido por la ganancia de peso) fue superior en los de baja proporción de proteínas.

El aspecto más importante de este estudio es que el número de calorías es más importante que el contenido de proteínas cuando se consume un exceso de energía. Así, la dieta con bajo contenido proteico se asoció a una menor ganancia de peso que la que contenía proporciones normales o altas de proteínas. Una dieta con solo un 5% de proteínas fue metabólicamente diferente en comparación a las que presentan 15 o 25% de proteínas. El adecuado control energético es responsable de un correcto control del peso en la persona.

 

Se habla de...¿Estatinas para reducir el riesgo de infecciones?

Van der Hoek H, Bos W, De Boer A, Van de Garde E. Statins and prevention of infections: systematic review and meta-analysis of data from large randomized placebo controlled trials. BMJ. 2011; 343: d7281.

Las estatinas no reducen el riesgo de infecciones, a pesar de que estudios observacionales realizados previamente sugerían la posibilidad de una relación causa–efecto a la vista de sus resultados. No obstante, la revisión sistemática de los ensayos realizados no aporta ninguna prueba a favor de dicho argumento, por lo quela probabilidad de dicha relación queda minimizada.

Puede parecer extraño, pero desde 2006 han aparecido algunos estudios observacionales que muestran una relación entre la utilización de estatinas y la reducción del riesgo de infecciones, como neumonía o sepsis, así como la subsiguiente reducción de la mortalidad asociada a las infecciones. No obstante, hay que considerar que los estudios observacionales no están dotados de gran rigor metodológico, por lo que los sesgos pueden ser importantes, hasta el punto de hallar asociaciones poco verosímiles. Así, se ha especulado que, dado que el usuario de estatinas presenta una comorbilidad menos grave que la del no usuario, ello podría explicar dicha asociación.

Para dar respuesta a la cuestión planteada, investigadores holandeses realizaron una revisión sistemática y un metanálisis de los estudios que tienen relación con dicho tema. Así, se hallaron 11 estudios que agrupaban a unos 31.000 pacientes (14.103 con estatinas y 16.844 sin ellas), a los que se había efectuado un seguimiento a lo largo de una media de 3,3 años. En total se describieron 4.655 pacientes con infección durante el tratamiento, de los cuales 2.368 recibían estatinas y 2.287 no.

Los resultados no dejaron lugar a dudas: el uso de estatinas no se asociaba a una reducción del riesgo de infección (RR: 1,00; IC del 95%: 0,96-1,05) ni de mortalidad por infecciones (RR: 0,97; IC del 95%: 0,83-1,13), a pesar de las circunstancias descritas previamente.

El hecho de atribuir ciertos resultados a partir de los datos obtenidos en estudios observacionales (quizás uno de los casos que más han llamado la atención fue el de la utilización de la terapia de reemplazamiento hormonal como medida preventiva de la enfermedad cardiovascular) es un error común. Los estudios con una calidad reducida, como los observacionales, no están dotados de la validez que poseen los experimentales, por lo que a la hora de diseñar y realizar un estudio habría que pensar en dotarlo del suficiente rigor metodológico, de modo que sus resultados puedan ser útiles para la toma de decisiones posteriores. Este aspecto toma gran importancia en la evaluación de la efectividad de las diferentes intervenciones farmacéuticas si se quiere dotar a los estudios realizados de la validez interna y externa suficiente para demostrar las hipótesis que se contrastan.

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