Viento en popa a toda vela (I)

A poco que tuviesen ustedes que superar la asignatura de Literatura en el colegio (con tantas reformas educativas uno ya no sabe bien qué se ha suprimido y qué no) podrán intuir a dónde vamos a ir, gracias a ese velero bergantín (hermosa palabra) que veía Asia, a un lado, al otro Europa y allá a su frente Estambul.

Viento en popa a toda vela (I)
Viento en popa a toda vela (I)

Pero todo ello tiene un porqué que les esgrimí precisamente el día que nos fuimos a ver algunas facultades turcas y es el miedo a los puertos. Es un comentario que se me quedó completamente grabado, entre otras cosas, porque fue único. Una chica me dijo que no quería ir a Marsella (nuestro otro destino hoy) porque tenía puerto. Para ella puerto era sinónimo de peligro, y por tanto se descartaban las ciudades con puerto. Debo explicar ahora que yo entendí entonces (y me sigo manteniendo en eso) que lo malo no era estar en una ciudad costera, sino en municipios que contasen con una entrada marítima de mercancías importante (como es el caso de Marsella), pero como ya no puedo volver atrás y preguntarle a la chica si lo decía por eso (en vez de reírme y soltarle mi discurso de siempre sobre que todos los destinos son igualmente maravillosos, que fue lo que hice), les llevaré a un puerto de mercancías (al que ella se refería) y a un puerto de cuento (al que quiero ir yo).
En cualquier caso, hablar de puertos no es baladí. Actualmente no se percibe de la misma manera la importancia de los puertos en el transporte de mercancías, pero la gran mayoría de las mercancías que llegan a Europa desde fuera de la Unión lo hacen en barco (el 74% según informes de la Comisión). A modo de anécdota, y sobre todo para los que somos de la meseta, la industria marítima en España fue puntera hasta los años 80 y la prosperidad (y posterior depresión) de muchas ciudades del litoral dependió de sus astilleros.
Ahora bien, no me gusta dejar a mis compañeros por mentirosos, así que haré un repaso rápido a la relación peligro-puerto, a ver cuánto de cierto y cuánto de graciosa ocurrencia tiene. Uno de los primeros parámetros que hay que estudiar es el número de homicidios en relación con la población; entre las cincuenta con mayor tasa de asesinatos no hay ninguna europea, pero sí hay tres con costa que, sin embargo, no tienen un puerto comercial importante. Sin embargo, en el otro extremo, están Shanghái o Tokio, que tienen dos de los puertos con mayor volumen en movimiento de mercancías y están en el TOP 10 de capitales con menos homicidios. En cuanto a robos, en Europa, la ciudad que se lleva la palma es Barcelona, lo que no asegura es que los delincuentes vengan en barco, porque las tres siguientes no tienen mar. En el tráfico de drogas, el tema puerto sí influye: la droga entra a Europa por algunos puertos. Esos son los datos y suyas las conclusiones, suele despedir Ana Pastor (la periodista, no la ministra).

Marsella, Francia
Marsella es la ciudad más antigua de Francia, o al menos así la declara el Trivial Pursuit (esta fue otra de las razones para hablar de ella), y esto también tiene que ver con el puerto. Porque hace tropecientos años era mucho más cómodo estar cerca del mar que encerrado a muchos kilómetros de ninguna parte (por eso de vender cosas). Marsella es de esos convenios que tienen solera, y es elegible desde las facultades de Granada, Alcalá o la Complutense. Por mi experiencia desde la Oficina de Relaciones Internacionales de esta última, las relaciones son buenas pero tensas; nos reciben bien, pero hay una señora allí que sin ser la coordinadora, manda mucho, demasiado (si van ya sabrán a quien me refiero).
Pero pasemos a la información de servicio. Y empezaremos, como no, por los puertos; no todas las facultades no están dentro de un mismo campus, las facultades se dispersan por toda la ciudad, pero en nuestro caso la de Farmacia está, como no podía ser de otra manera, cerca del puerto. A la hora de elegir Francia, siempre hay que tener en cuenta lo diferentes que son sus programas de estudio, que constan de más asignaturas, de menos créditos y más específicas. La mentira de adaptarse a Bolonia encuentra en Francia su máximo exponente. Habrá que hacer un auténtico encaje de bolillos para conseguir un learning agreement de puras garantías. Otra cosa importante si deciden elegir realizar asignaturas en Francia: en muchos destinos, Marsella por ejemplo, solamente podrán escoger asignaturas del mismo curso en Francia. Ya les digo, la homologación de planes no es real; lo que aquí es cuarto, aquí puede ser tercero o hasta sexto, porque ni la duración está homologada. En cualquier caso, sean ustedes flexibles, incluyan más optativas de las que les gustaría, y no tendrán problemas. Por el contrario, en las prácticas tuteladas, aunque en su día no seleccionamos este destino entre los ejemplos, Marsella destaca por tener una larga tradición en este tipo de colaboración. En ambos sentidos además, porque recibe muchos estudiantes que van a hacer prácticas tuteladas, pero envía otros tantos.
Entre la información no académica, y no portuaria, empezaremos destacando el precio de vida. Teniendo en cuenta quienes ofertan este destino entre nuestras Facultades (Madrid, Alcalá y Granada), tendremos que decir que Marsella se parece más a Madrid que a Granada, aunque la capital española gana según veo en la foto finish. Para dormir, y una vez más en nuestras visitas a Francia, tengo que recomendarles que echen un vistazo a CROUS, al menos al principio, aunque si tienen oportunidad de hablar con compañeros que hayan estado en Marsella otros años, infórmense sobre las diferentes residencias, porque no todas son tan buenas, por decirlo suavemente. En el caso de Marsella, la residencia parece la mejor opción, pero entre ellas hay mejores opciones renovadas y mejores opciones viejunas.
En 2013 Marsella fue una de las capitales europeas de la Cultura y aunque la cantidad de eventos que se organizaron ese año no se van a repetir cuando vayan ustedes, sigue habiendo muchas cosas que merece la pena ver. Para 2016, que les puede caer mejor, hay eventos programados; no culturales, pero sí deportivos y es que Marsella será una de las sedes de la Eurocopa del verano que viene; además, el equipo de la ciudad es el único francés que ha ganado alguna vez la Copa de Europa de ese deporte.
Para darse una vuelta, les dejo dos opciones: el barrio de Cours Julien, el más auténtico, y el más Erasmus que, y no está hecho adrede, es el Vieux Port, en el que se encuentran las mayores y más famosas discotecas, que puede ser lo que le diese miedo a mi precavida amiga.

Estambul, Turquía
He querido incluir la ciudad de Estambul, porque sin ella no habría sido este el título elegido y todo a pesar de ser una convenio joven. Por ello que nuestro paso será un vistazo, una advertencia y una promesa de volver que, como todas las promesas que puedan hacerse a orillas del Bósforo, suena mucho más romántico. Como les comenté, cuando viajamos a Turquía hace un par de años no existían todavía acuerdos firmados entre las facultades de Farmacia españolas y ninguna universidad estambulita. Ahora la Universidad Complutense estrena colaboración con la Universidad Kemerburgaz que, para alivio de los estudiantes madrileños, imparte asignaturas en inglés, algo de lo que no puedes presumir muchos destinos dentro de su catálogo (ni el de otras universidades, por cierto). Este hecho puede ser algo de lo que pueda presumir Estambul en lo que a nosotros nos atañe, aunque es cierto también que la Universidad Kemerburgaz es una universidad joven (nació en 2008) y cuya aportación al programa Erasmus está empezando ahora.
Eso sí, por mucho mar que rodee Estambul, la facultad de Farmacia ve más de cerca el aeropuerto que cualquier puerto marítimo. Aunque eso no es importante, hay que llegar a todos los puntos de Europa, por tierra, mar y aire.

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