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  • Intelecto-ruralidad

No es más que el futuro de nuestras zonas rurales, no es más que un progreso que, aunque muy sutil y difuminado en el tiempo, va fraguando una identidad de cultura y ruralidad de las diferentes regiones de España. Una realidad que aunque a veces manuscrita y figurada, es real y vivencial, lo que me gusta llamar intelecto-realidad. Ruralidad de actualidad rural en salud, integrando todas las representaciones de relación, la gente y los lugares de salud, boticas y farmacias rurales, consultorios y clínicas médicas... es la relación de convivencia con los de allí, que favorece el dominio de la zona rural en relación con su independencia con la ciudad y le confiere una idiosincrasia poblacional.

No es la cultura de lo rural en un relato de Miguel Delibes, no es lo ancestral de Campos de Castilla, ni la picaresca del Lazarillo de Tormes, no este escrito una letras de falta de desarrollo rural, ni lo rural es zona desfavorecida, es revindicar la intelecto-ruralidad, donde, en el mismo instante en el que se describe un área aparte de la ciudad o se conversa con alguien de pueblo, salen a la palestra las palabras de identidad rural y sitúan en ese mismo momento matices de identidad rural. Frases como «pero si no tenemos nada cerca...», «pero si el autobús no pasa hasta mucho, de cada vez que pasa, es una vez por semana...», «pero si estamos más muertos que vivos, pero si no vienen de visita...», «pero si es que no cae agua...», «si es que el del consistorio está más para acá que para allá porque es primo del otro...», «es más familiar que institucional...» Y en el rincón de sus casas recuerdan hechos de antaño, tradiciones que no se pueden dejar de cumplir, rutinas que no se pueden saltar y folclore que no se puede pasar por alto, dándole a todo ello, de lo intelectual adquirido y escrito con los años, una importancia que se ha envuelto de magia y de una grandilocuencia, con parte de cierto desconocimiento de los de fuera, esos que están siempre al margen de lo que acontece en la ruralidad donde se pasea o se veranea. Un aire de lo rural de suficiencia, pero a la vez de necesidad dependiente del que llega de fuera.
El farmacéutico rural y las boticas y botiquines rurales ejercen su profesión con un aire diferente, hasta aquello que se padece y de lo que se adolece en esas zonas es diferente, hasta la miel que es balsámica es más dulce, y el requesón más fresco. ¿Es placebo o realidad? Que hasta las medicinas, cuando se tienen, si llegan, son más beneficiosas. Es una evolución perpetuada en el tiempo de ambrosía de lo rural, de una fábula de conquistar al que no es del campo. Una intelecto-realidad rural que a veces conquista.

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