Al pan, pan y al vino, vino

Cualquier excusa es buena para tratar de conseguir una beca Erasmus; tanto si se es un estudiante excepcional que quiere mejorar su currículum y trabajar en las universidades más punteras en tal o cual campo, como si se es un estudiante menos brillante y se cree todavía que irse a Italia garantiza el aprobado con desfile militar y salves marineras. Valen excusas de tipo idiomático, desde mejorar el inglés, hasta adquirir un nuevo idioma que nos pueda ser útil en nuestra vida profesional (en nuestro campo despunta mucho el portugués, por ejemplo).

Al pan, pan y al vino, vino
Al pan, pan y al vino, vino

Entran en juego motivos culturales, que sé yo, la fascinación por la antigua Grecia, el imperio romano o las tradiciones vikingas. O sin irnos tan lejos querer vivir los templos de la moda, como Milán o Londres, o el vanguardismo más exacerbado de Berlín. Yo alguna vez he defendido aquí motivos futbolísticos, porque incluso puede haber gente que recorra Europa de estadio en estadio, que es un motivo igual de lícito que todos los anteriores. De todas formas, no me gusta llamarlo excusa, porque como decía aquel, nos sobran los motivos para irnos de Erasmus, pero por si no están aún convencidos, les voy a dar otro más, la comida. Les propongo una pequeña ruta culinaria que va a mezclar la farmacia con especialidades que inconfundiblemente llevan el sello de alguna ciudad que puede acogerles en un futuro. Si me lo permiten les diré que pienso que la cocina española no tiene nada que envidiar a las que vamos a visitar, simplemente se ha vendido peor. Opinión irrelevante e innecesaria, si me apuran. No me desvío. Vamos a lo que les contaba.

Módena
Empezamos por aquí, porque si hay en este mundo una cocina que ha sabido venderse a lo grande ha sido la italiana. Primero porque no hay lugar en el mundo donde no se pueda uno comer un plato de macarrones o una porción de pizza. Y segundo, porque han conseguido que siempre apetezca; hasta la peor pizza es buena. Dicho esto, nada tiene que ver un plato de pasta cocinado en Italia, hasta por los que no saben, con esas cosas que dan, por ejemplo, en las cafeterías de nuestras facultades (sin acritud). Sin embargo, Módena se ha hecho mundialmente famosa por la producción y venta de vinagre. A esta fama ha contribuido, sin duda, el hecho de que en la cocina de vanguardia este vinagre, de color más oscuro y sabor más dulce, tenga que estar por lo civil o por lo criminal en todas las ensaladas. Ahora bien, no quiero chafarles, pero lo que llega normalmente a nuestras casas, de distintas marcas, botellas y precios, es un derivado más o menos conseguido a base de mezclar caramelo y vinagre, porque el aceto balsámico, para conseguir la denominación de origen de Módena, necesita cumplir unas condiciones muy especiales, que incluyen 12 años de maduración. O bien la industria alimentaria predijo el boom o nos las están colando (si quieren saber más). No quiero con esto desanimarles a pedir Módena, todo lo contrario, merece la pena el viaje sólo para ver cómo nos engañan. La ciudad de Módena se encuentra en la región de Emilia Romaña, situada en el norte del país, al que atraviesa desde las aguas del Adriático hasta prácticamente la costa mediterránea. La capital de esta región es Bolonia, para que se ubiquen, que se encuentra a menos de 40 kilómetros por esa enorme autopista que vertebra Italia de norte a sur, que es la A1. Ciudades italianas hay muchas en nuestros catálogos Erasmus, pero ahora mismo sólo pueden optar a ella los estudiantes de Barcelona y el CEU de Madrid. Módena es pequeña, 200.000 habitantes, pero 20.000 son estudiantes. El plan de estudios de la Laurea de Farmacia (que se imparte en el departamento de ciencias de la salud) está en línea con los programas del plan Bolonia, no como Bolonia, ya saben, por lo que existen muchas similitudes con los que están ya casi implantados en exclusividad en nuestras facultades. Si lo leen con detenimiento, encontrarán muchas asignaturas no tan parecidas, pero en el mismo centro se imparten otras carreras. Una desventaja que presenta Módena es el aeropuerto: no tiene, vamos. Los vuelos más lógicos desde Madrid y Barcelona, que son las implicadas, son a Bolonia. Esa compañía de mala fama y de vuelos baratos, que te cobra hasta por llevar cosas de más en los bolsillos, ya saben a cuál me refiero, tiene conexiones diarias y económicas desde ambos sitios. Las conexiones con el aeropuerto boloñés las puede consultar aquí (y aquí). No es una cuestión baladí esta de las conexiones con Bolonia, créanme. Van a ir mucho. Hay un tren que sale de Bolonia los sábados a las cinco y cincuenta y dos de la mañana y que cuesta tres euros con setenta centavos. Va lleno de gente de la que nos gusta. En cuanto a la vivienda, las residencias universitarias (en este caso a las que son de la propia universidad) son bastante estrictas en sus reglamentos, y no en todas admiten estudiantes Erasmus. Las visitas no son bien recibidas y el toque de queda está a la orden del día. Los Erasmus con más solera recomiendan la Residenza Costellazioni, la torre de Babel de Módena (informaciones aquí y aquí), que estuvo cerrada durante algún tiempo y que acaba de volver a las andadas, más moderna y con más servicios. Por supuesto siempre está la opción del piso, muy popular entre los Erasmus, aunque con la problemática que tiene siempre buscar piso desde la distancia. Hay muchas opciones de alquiler, pero aquí van un par: la oferta de la universidad y una empresa privada. Por último, hablarles de la música (que podría ser otra excusa para irse de Erasmus). Entre los modeneses más famosos hay que hablar de Vasco Rossi, que a día de hoy les parecerá un espanto y dentro de un año y medio un ídolo, y sobre todo, de Pavarotti. Sean aficionados a la ópera o no, Pavarotti es una institución y un gran aficionado de lo que estamos hablando hoy, la comida. Su receta de pasta con atún es célebre en el mundillo; no es precisamente nouvelle cuisine, pero Pavarotti no es un cualquiera.

Burdeos
Si hay un producto que hemos vendido mal aquí es el vino. Sin embargo, las denominaciones de origen francesas llenan las cartas de los mejores restaurantes desde Toronto hasta Sídney. Burdeos está considerada la Capital del Vino en Francia, en parte por la ser la capital de la región de Aquitania, por donde se extienden los viñedos y las bodegas productores de la bebida estrella. Yo la verdad que de vinos no sé nada, así que en vez de tirarme el moco les remito al oráculo del siglo XXI (la Wikipedia), que les explicará al detalle la historia del vino de Burdeos. Llegar hasta Burdeos es fácil desde el norte, porque está relativamente cerca de la frontera; eso sí, ahora mismo sólo es elegible para los boticarios de Granada y Valencia. Vuelos directos sólo hay desde Madrid y a un precio que se me pone la carne de gallina (por lo que me contaron, aquella compañía de vuelos baratos que intenta cobrarte por todo lo que puede debía tener línea antes desde Barcelona y Madrid y una prima hermana suya desde Sevilla). El tren exige transbordos (varios), pero se ve el paisaje y puedes sentir ese romántico traqueteo del que nos estamos olvidando. Se compensa esta mala comunicación con esa gran red de residencias que tienen en Francia, que te va a permitir llegar a Burdeos con el alojamiento buscado. Los precios oscilan entre los 140 y los 200 €. En cuanto al piso, las trabas burocráticas casi invitan a decantarse por la opción del jaleo y los alumnos de todos los rincones. Con cuatro universidades en una ciudad de algo más de doscientos mil habitantes el entretenimiento lo tienen por seguro. El centro además es espectacular; es el segundo en Francia, después de París claro, con más edificios protegidos. Hace relativamente poco fue elegido por la UNESCO patrimonio de la humanidad. En cuanto a la universidad, aunque Farmacia goza de mucho prestigio, los planes de estudio franceses se dividen en pequeñas asignaturas que si vamos juntando podremos convalidar por una de aquí (buena opción); aunque incluso mejor idea es tratar de hacer trabajo de fin de grado.
Beber, comer e irse de Erasmus en dos páginas. ¡Qué de placeres!

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