Siempre que entramos en cualquier concurso público es importante conocer a quién nos enfrentamos. Si es importante es cómo enfrentarnos a las administraciones (y si no saben esto es que no me han hecho los deberes, así que lean lo que ya les conté el mes pasado y no hagan que me enfade), no lo es menos saber contra quién competimos. Deben ser honrados, y ser conscientes de las limitaciones que les marcan sus méritos a la hora de pedir unos destinos u otros.

Para explicarles este desaguisado al que me refiero con el término de «saber pedir», usaré datos reales cedidos por las universidades acerca de lo que suelen pedir los proyectos de boticarios y un país referencia en el mundo Erasmus como es Italia. En la humilde opinión de un servidor, es clave jugar bien las cartas, porque mi fin ya lo conocen, motivarles a un intercambio, y de farol también pueden ganar un órdago. El único fracaso es quedarse en casa.

Italia forma parte del programa Sócrates-Erasmus (que en contra de lo que muchos piensan es el acrónimo de su nombre en inglés, European Region Action Scheme for the Mobility of University Students, y que nada tiene que ver filósofo holandés de los siglos XV y XVI) desde su creación en 1987. Para muchos, Italia y Erasmus son dos conceptos que van de la mano, y relacionan la fama del programa (ni se liga tanto, ni se estudia tan poco, háganme caso) con el modus vivendi de nuestros camaradas mediterráneos, pero lo cierto es que el país transalpino es sólo el quinto país en el número de estudiantes Erasmus que recibe, por detrás de España, Francia, Alemania y el Reino Unido. Pese a ello, la demanda para determinadas plazas es alta, porque en el campo que nos interesa –la farmacia– Italia posee algunas de las facultades con mayor prestigio del mundo. Por este motivo, si está usted pensando en pedir Italia como destino Erasmus debe conocer lo que le limita su expediente. Irse a Italia no es difícil, hay muchas plazas, pero no deben obcecarse en pedir lo mismo que piden todos. El número de solicitudes varía según las modas, pero hay determinadas plazas que siempre están en boga.

Datos esclarecedores
Los datos sobre solicitudes aportados por las facultades de farmacia y el número de plazas resultan muy esclarecedores. La demanda de plazas ha ido creciendo a lo largo de los años, pero también lo ha ido haciendo el número de plazas, casi de manera proporcional, hasta llegar a un punto en el que prácticamente todas las facultades de farmacia de Italia están disponibles para el concurso. Y aunque la demanda es más alta que la oferta, lo que contradice claramente lo que les dije en el primer párrafo, verán también que un número elevado de alumnos se pelean por las mismas plazas (Bolonia, Perugia). Si aprenden a priorizar, y asumen que la experiencia está por encima de las ciudades, tendrán mucho ganado. Miren los números, antes de seguir leyendo. Yo nunca les miento.

Como verán, Bolonia es el alma mater de todo este asunto. Y nunca mejor dicho, pues a la Universidad de Bolonia se la conoce como Alma Mater Studiorum, al ser la universidad más antigua de lo que se conoce como el viejo mundo (precisamente por ello, se decidió que el tratado para unificar los planes de estudio de la Europa moderna se firmara allí: el archiconocido Plan Bolonia). Fue fundada en el año 1088 y desde entonces y hasta ahora, casi mil años después, ha funcionado de manera ininterrumpida. Solo este dato debería ser suficiente para explicar el alto interés que suscita en los alumnos de farmacia, pero por si les parece poco, tengo más. La población de la ciudad asciende a 375.000 personas, persona arriba, persona abajo, de las que 90.000, según los últimos datos del informe Dati&Fatti (datos y hechos) que presenta anualmente la Universidad de Bolonia, son estudiantes. Si mis cálculos no fallan, una de cada cuatro personas. Podrán imaginarse que vidilla no le falta a la ciudad, que siendo como es una ciudad medieval bien conservada, parece cada día más joven gracias a los alumnos.

Otra de las razones por las que Bolonia es muy demandada es su ubicación. Punto estratégico de confluencia de las principales autopistas del país, permite una amplia movilidad a la hora de conocer Italia, así como otros lugares del continente. Pese a que el asunto de viajar no esté reflejado en ninguno de los acuerdos firmados por los países miembros, lo cierto es que un buen Erasmus nunca debe descartar las facilidades de conocer nuevos lugares (ya saben: es parte de la educación). Ahora bien, no crean que todo en Bolonia es de color de rosa. Son muchos años de prestigio y no regalan un aprobado así como así, contrariamente a lo que dicen las malas lenguas. Bolonia no es una comparsa: preparen los codos, porque les va a tocar dar el do de pecho. Afilen también su don de lenguas, porque Bolonia es la ciudad de Italia con más Erasmus, y si los españoles son una plaga (es el lugar de Italia donde más paisanos van a encontrar), el crisol de nacionalidades es estupendo. Italiano aprenderán, aunque también mejorarán algún idioma más.

Pero no todo Italia es Bolonia. El informe anual del diario estatal La Repubblica, la conocida Grande Guida Università (Gran Guía de las Universidades), muestra otras opciones interesantes y que, como podemos ver en el cuadro de solicitudes del que les hablaba antes, están menos demandadas. Hablemos, por ejemplo, de Padua. Según dicho informe, se trata de la facultad de farmacia de Italia con mejores relaciones internacionales, con lo que a su llegada se van a sentir poco menos que como en casa. Si interesante es la historia de la Universidad de Bolonia, Padua arroja algunos datos que hablan por sí solos. Sólo con contarles que en sus bancos se sentaba un alumno llamado Nicolás Copérnico y que entre sus profesores figuraba un tal Galileo Galilei, creo que les he dicho todo. Fundada a imagen y semejanza del Alma Mater, compartió en su origen estatutos y modo de financiación (eran los propios alumnos quienes pagaban a los profesores, aprovechando lo que pudiesen recolectar), pero quiso adoptar un aire más renovador y menos encorsetado que el de la Universidad de Bolonia. Bajo la protección de la República de Venecia, su desarrollo fue impresionante hasta la unificación de Italia (1866), cuando pasó a formar parte de la red de universidades estatales.

Porque, en efecto, otra de las ventajas de Padua es precisamente su cercanía a Venecia. Enclavadas ambas en la región del Véneto, cuya capital es la ciudad de los canales, sólo las separan 49 kilómetros. Estar de Erasmus en Italia y no visitar Venecia es como ir al McDonalds a pedir una ensalada, y siendo obligatoria la visita, qué mejor que tenerla cerca. Aunque Padua es una ciudad algo más pequeña que Bolonia, su porporción de estudiantes, alrededor del 30%, es una clara ventaja. Además, pese a la fama de la Universidad de Padua, estudiarán menos de lo que lo hacen aquí. No porque sea Italia, que lo es, sino porque en España estudiamos más de lo que pensamos. Podemos haber sido durante muchos años el hermano pobre de la Unión Europea, pero tenemos que estar muy orgullosos del programa educativo que tenemos los boticarios. La alta demanda de farmacéuticos españoles que hay por el viejo continente está más que justificada, créanme.

Méritos
Si con todo esto piensan que sus méritos a concurso no son suficientes, existen aún más opciones que pueden barajar. No sólo de historia antigua y de datos vive el hombre. Por encima de lo que dictan los libros, está la opinión de las personas ¿Y quién mejor que sus propios compañeros para garantizarles un buen destino? Hablo de destinos como Sassari, en la isla de Cerdeña. Sin tener una demanda excesiva, no han visto estos ojos ningún boticario que haya renegado de los encantos de la vida Erasmus en tierras sardas. Podría hablarles de los cuatro siglos de ocupación colonial española, de su actual estatuto, que le reconoce cierta autonomía a pesar de su pertenencia a Italia, o de la menos ilustre historia de su universidad, pero no son datos de interés. Sí lo son sus paradisiacas playas, el bajo coste del precio de la vida (y viendo como están las partidas de las becas en educación, es algo a tener en cuenta) o el buen trato que reciben los estudiantes extranjeros.

Sassari es una ciudad en plena expansión, que ha duplicado su población en los últimos cincuenta años y que pretende seguir progresando gracias a valores como la educación, desempeñando la universidad un papel importante en ello. No en vano, y según el informe de La Repubblica al que aludí anteriormente, está valorada como la mejor facultad de farmacia en el apartado de enseñanza, por delante de otras universidades de mayor parangón. Sin embargo, la ratio de estudiantes es menor que en otras ciudades de Italia (14%), y el número de alumnos españoles que se deciden por comenzar una aventura de integración en una vida estudiantil puramente italiana es pequeño. Su italiano será excelente a la vuelta. Gozarán de un leve acento isleño, eso sí, auténtico distintivo del pueblo sardo.

Las posibilidades de juego son infinitas. Si se ven ganadores frente a otros boticarios, pueden apostar por un clásico, pero no tengan miedo a los lugares menos conocidos. Todos, con sus ventajas y sus inconvenientes, son buenos sitios para continuar su carrera. No serán mejores farmacéuticos los que vayan a un sitio o a otro, pero todos serán mejores personas. Sigan conmigo. Nos quedan muchas plazas por visitar, y este viaje no quiero hacerlo solo.

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