La pasión turca

Ahora que mil corazones no resueltos, cansados de tanta derrota, agitan sus alas y gritan desde los acantilados, es el momento idóneo para que continuemos nuestro viaje; ahora que las pieles brillan en las plazas y la tarde arde sobre las espaldas de quienes preguntan, llegamos a uno de los últimos en llegar al programa Erasmus: Turquía.

Es posible que el día que lean estas líneas, los ánimos se hayan apagado ya en Estambul, y las gentes regresen a sus casas saboreando otra amarga derrota. Incluso puede que los poderosos hayan decidido bajar de sus palacios, siguiendo la algarabía del pueblo, a la realidad de la calle para escuchar las demandas de los que representan. Sea como fuere, es en las malas, cuando los medios nos muestran las calles incendiadas y los policías lanzando botes de gas lacrimógeno, cuando debemos hablar de los países que nos pillan más lejanos. De los que, atendiendo a nuestro inamovible instinto de ser humano, desconfiamos más a menudo. De los desconocidos.

Siempre hay destinos que despiertan recelos entre los estudiantes. No hablo sólo de los turcos por los que vamos a pasear palmito, hoy que ya hemos entrado en el verano, sino de algunos más cercanos, como Nápoles o Marsella (no me gusta porque tiene puerto me llegaron a decir en la Oficina Erasmus, ante mi recomendación). Como les he comentado en otras ocasiones, todos tienen ventajas y desventajas y los turcos tampoco representan una excepción. Una desventaja que no tienen otros países de la Unión Europea, y se debe a que el proceso de adhesión de Turquía está siendo demasiado lento (en Turquía se bromea con que ya no es que la Unión Europea no quiera a Turquía, sino que Turquía ya no quiere a la Unión Europea), es que deberán sacarse un visado de estudiantes, para lo que deberán presentarse en la embajada turca (y esto es un problema para muchos boticarios porque está en Madrid, aunque existen otras vías para sacarse el visado que pueden consultar aquí, en inglés) con el pasaporte, una foto y, lo más difícil, una carta de aceptación enviada por su universidad de destino. Otro pequeño contratiempo, y que también está relacionado con la adhesión, es la tarjeta sanitaria europea, que no es válida en Turquía. Como no es país miembro, sino país candidato, se le deja acceder a algunas cosas, como al Erasmus, pero se le prohíbe otras, como la sanidad. De manera que en su caso deberán contratar un seguro, trámite que algunos casos podrán finiquitar por medio de su universidad de acogida. En cualquier caso, no puedo dejar de hacerles hincapié en esto del seguro, porque un Erasmus conlleva riesgos, y no les diré que acaba en hospital seguro, pero vayan ustedes a saber. Siempre es mejor llevar las espaldas bien cubiertas. Un par de pequeñas piedras en el camino, que sin duda no deberían aplacar los ánimos, porque la pelea burocrática es dura en todos los países. Así que Turquía en esto sí que es una más.

Ankara

Quiero pensar que vamos todos bien en geografía, así que empezaremos el viaje por la capital que como bien saben es... ¡Ankara! Sí señores, sin duda no es la primera ciudad que uno imagina al hablar de Turquía, pero ahí está, en la Anatolia, en la parte asiática de Turquía, 350 kilómetros al este de Estambul, si eso les sirve de referencia. Es la sede de todos los edificios gubernamentales y la segunda ciudad más poblada del país. Su crecimiento se ha disparado, desde que fue elegida capital, cuando era solo un pueblo. Su carácter desconocido y poco turístico, a pesar de contar con numerosos museos estatales y casi todos los monumentos conmemorativos de la fundación de la nueva república, la convierten en una ciudad económica para un estudiante Erasmus. Por poner el ejemplo de la comida, por un euro se puede elegir un menú del día en la Facultad de Farmacia. Llegar a Ankara no es difícil, hay vuelos directos, pero con menos frecuencia que a Estambul, por seguir con la comparación. Eso sí, es el centro de la red ferroviaria y las carreteras, así que volar a Estambul y viajar en tren puede ser otra opción. La Universidad de Ankara se ha colocado como segunda del país que más estudiantes envía (en torno a los 500). Los datos no se pueden comparar con los estudiantes que recibe, porque Turquía es de los pocos países que juegan a esto del Erasmus, que aún presenta disparidad entre ambos números (por cada 2 que manda recibe sólo 1). Compensa esta falta de número con la ilusión. Turquía quiere espantar los fantasmas y que esta fama se esfume, y trata a sus estudiantes con una dedicación que en pocos destinos Erasmus van a encontrar. El caso de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Ankara es el vivo ejemplo de esto que les cuento. El equipo Erasmus siempre anda dando vueltas al asunto para que sus estudiantes puedan aprovechar el tiempo que pasan en la universidad. Ofrecen tanto estancias en el laboratorio como asignaturas, pues existen ya cursos que se imparten íntegramente en inglés. Además ofrecen cursos gratuitos de turco, porque aunque no les vaya a hacer falta en su estancia Erasmus, nunca está de más traerse algo nuevo. Los boticarios sobresalen en el interés por los Erasmus, y aunque ahora mismo sólo tenga convenio con esta la Universidad Complutense, es seguro que dentro de poco más boticarios podrán optar a la plaza. Desde luego, ahora que toca renovar muchos convenios de cara al nuevo plan, creo que muchas facultades de farmacia de España, tan escasas como están de plazas en inglés, deberían pensarse seriamente incluir Ankara en el catálogo. (Más información sobre la facultad aquí).

Sanliurfa

Los alumnos de la Universidad del País Vasco tienen la opción de pedir plaza Erasmus en la universidad turca de Harran, situada en Sanliurfa. La universidad se llama como una histórica capital mesopotámica que se encuentra en la periferia de Sanliurfa, aunque Harran haya perdido la importancia que tuvo tiempo ha. No posee Facultad de Farmacia, el convenio que existe se ha realizado con la Facultad de Agricultura. Es una ciudad pequeña, al menos comparada con nuestras otras pasiones, con sólo medio millón de habitantes. Francamente, en esta ocasión tengo que ser menos optimista (casi por primera vez en este viaje), pues es un destino del que no he conseguido informaciones de primera mano, además está a solo 50 kilómetros de la frontera con Siria, y esto no es baladí en los tiempos que corren. Eso es un problemón y no las manifestaciones de Estambul. Eso sí, les hablo desde un molesto desconocimiento que trataré de subsanar.

Esmirna

Para los boticarios de la Universidad de Barcelona, existe la opción de Esmirna. Ege University presenta un programa Erasmus de gran tradición. No obstante, y a diferencia de nuestra anterior y fallida visita a Sanliurfa, Esmirna (Izmir en turco) es la tercera ciudad del país, con prácticamente los mismos habitantes que la capital. Además, es el segundo puerto más grande de Turquía, y su salida al mar Egeo le va a abrir la puerta a posibles incursiones por las variopintas islas griegas, por ejemplo. Aunque en esto de los viajes no me meto, que no será por sitios. La posición en el país condiciona en parte el carácter de ciudad europea de Esmirna. Además, existen otras universidades en la ciudad y en la periferia (hasta 9 en total), por lo que hay una gran aglomeración de estudiantes de fuera de la ciudad, de otros países y por ende también Erasmus, que eligen el barrio de Bornova, cercano al campus, para asentarse.

Algunos consejos

Aunque me gustaría que este viaje acabase en Estambul, no tenemos convenio en nuestras facultades de farmacia. Las universidades estambulitas de Mármara y Estambul tienen facultades de farmacia, y son además las dos universidades más grandes del país, pero aún no es momento de llegar hasta allí. Quién sabe si dentro de poco.

Ahora, que el viaje no para tampoco aquí; quedan todavía consejos que son comunes a todo el país. Tengan en cuenta que no hay euros. La moneda oficial es la Lira turca. A día de hoy, 1 € son 2,5 liras. En cuanto a la entidad bancaria, ninguna solución es del todo satisfactoria. Es difícil abrir una cuenta bancaria, pero sacar con tarjeta española siempre les acarreará gastos. Es casi mejor la segunda opción, pero asegúrense de las condiciones impuestas por su entidad bancaria. Cambiar dinero en las casas de cambio es bastante habitual, pero las hay de todos los colores y precios; comparen y vayan a la que vean más conveniente. En cuanto a las residencias universitarias, lo común es que las usen como hilo conductor. Hilo hacia conocer a compañeros de piso. Las normales son caras, y las baratas no llegan a lo que muchos de ustedes van a considerar residencia. En cambio, el alquiler de pisos o los pisos que ofrece en las grandes ciudades la omnipresente ESN, tienen todo lo que puede pedir un Erasmus: compañía, cama y baño. Aunque la comida sea barata como les dije al principio, los vicios son caros, motivado, entre otros factores, por la mayoría musulmana de la República.

Despierten, vigilen sus pasiones, sean turcas o no. Despierten, y vean más lejos del norte, de Francia, de Alemania, de Italia. Despierten, vayan a su universidad a pedir que se abran plazas Erasmus con Turquía. Despierten.

 

P.d: Al comenzar este artículo, las calles de Estambul estaban llenas de gente en contra de las obras en el parque Gezi. Cuando lo acabé el gobierno turco ya había retirado el proyecto, pero las calles seguían llenas de gente.

P.d: La primera parte se la robé a Ismael Serrano, de un poema que circula por Internet que se llama precisamente Despierta

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