La beca Erasmus es una de las mejores experiencias que pueden tener a lo largo de su etapa universitaria. Imaginen una coctelera llena de gente nueva de todos los países de Europa, un idioma distinto, una ciudad diferente, una facultad extraña a la habitual, profesores dispares, nuevos conocimientos, impartidos con otro modus operandi, el desarrollo de un instinto de supervivencia que ignoraban tener, y obtendrán la mezcla que acaba siendo un Erasmus.

Pero, como en cualquier garito de poca monta, llegar hasta la barra tiene sus trabas y conseguir la copa nos va a costar un buen número de encontronazos con la administración.

La beca Erasmus-Sócrates está pensada como la antesala -o las prácticas- del Plan de Bolonia, favoreciendo la movilidad de estudiantes a lo largo y ancho del viejo continente, y pese a ser una idea excelente en el fondo, las formas no están establecidas y está concebido como un pacto de caballeros. Es por ello que cada universidad tiene su libro de ruta.

Los farmacéuticos no somos una excepción, y las diferencias entre nuestras facultades a la hora de entrar a concurso son notables.

Como toda historia lógica, y esta pretendo que lo sea, empezaré por el principio. Lo primero que deben tener en cuenta a la hora de solicitar una beca Erasmus, o de la índole que sea, es si cumplen los requisitos marcados por la Universidad. Cabe pensar que estos deberían ser los mismos en todas las facultades, siendo, como es, un programa común en toda Europa; pero sólo hay dos requisitos -que permítanme que les diga, son de cajón- que debe cumplir cualquier estudiante de Farmacia: estar matriculado en la universidad y ser ciudadano europeo o tener el permiso de residencia en regla. A partir de aquí, las pequeñas diferencias marcan la tónica general. En las universidades del País Vasco y Complutense de Madrid es requisito indispensable haber superado un número mínimo de créditos de primer curso, lo que, por ejemplo, no se exige en Granada.

Una vez que se hayan asegurado de que cumplen dichos requisitos, comienza la ardua tarea del papeleo. Los asuntos de palacio van despacio, así que no se atoren si encuentran multitud de documentación a entregar. Ármense de paciencia, que el objetivo que persiguen bien merece la pena un par de mañanas de pelea. Siguiendo la línea de los requisitos, los documentos a entregar varían según su facultad de origen, y no sólo eso, varía también la forma de hacerlo. Un ejemplo es la solicitud de beca. La Universidad Complutense, paradigma de educación moderna en otras épocas, se ha adaptado con menos gracia a las nuevas tecnologías, y pese a que obliga a rellenar la solicitud de forma telemática, exige también imprimir y entregar la misma en papel, quedando archivada ésta en el registro de la facultad. La Universidad del País Vasco, gracias a su moderno GAUR, plataforma informática utilizada para casi cualquier asunto académico, sería el sistema opuesto. Todo por Internet; prohibido el papel. Un detalle, viendo cómo me están dejando el Amazonas, la verdad.

No viaja sola

La hoja de solicitud no suele viajar sola. En la Complutense deben acompañarla del Curriculum Vitae, por ejemplo, pero el punto al que realmente deben prestar atención es al idioma del país de destino. En este campo, las facultades de Farmacia tampoco siguen un patrón fijo. Todas exigen un nivel mínimo de conocimientos, pero éste no está oficialmente consensuado y depende en muchas ocasiones del destino que vayan a elegir, que es quien marca las pautas que requiere. Aunque, como en otros puntos también, nuestras facultades tienen diferencias como muestran los siguientes ejemplos. La Universidad de Valencia exige un diploma acreditativo con un nivel mínimo de B1, según el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (ver la tabla 1).

Tabla 1. Niveles comunes de referencia: escala global

Usuario
competente

C2

Es capaz de comprender con facilidad prácticamente todo lo que oye o lee.
Sabe reconstruir la información y los argumentos procedentes de diversas fuentes, ya sean en lengua hablada o escrita, y presentarlos de manera coherente y resumida.
Puede expresarse espontáneamente, con gran fluidez y con un grado de precisión que le permite diferenciar pequeños matices de significado incluso en situaciones de mayor complejidad. 

C1

Es capaz de comprender una amplia variedad de textos extensos y con cierto nivel de exigencia, así como reconocer en ellos sentidos implícitos.
Sabe expresarse de forma fluida y espontánea sin muestras muy evidentes de esfuerzo para encontrar la expresión adecuada.
Puede hacer un uso flexible y efectivo del idioma para fines sociales, académicos y profesionales.
Puede producir textos claros, bien estructurados y detallados sobre temas de cierta complejidad, mostrando un uso correcto de los mecanismos de organización, articulación y cohesión del texto. 

Usuario
independiente

B2

Es capaz de entender las ideas principales de textos complejos que traten de temas tanto concretos como abstractos, incluso si son de carácter técnico siempre que estén dentro de su campo de especialización.
Puede relacionarse con hablantes nativos con un grado suficiente de fluidez y naturalidad de modo que la comunicación se realice sin esfuerzo por parte de ninguno de los interlocutores.
Puede producir textos claros y detallados sobre temas diversos así como defender un punto de vista sobre temas generales indicando los pros y los contras de las distintas opciones. 

B1

Es capaz de comprender los puntos principales de textos claros y en lengua estándar si tratan sobre cuestiones que le son conocidas, ya sea en situaciones de trabajo, de estudio o de ocio.
Sabe desenvolverse en la mayor parte de las situaciones que pueden surgir durante un viaje por zonas donde se utiliza la lengua.
Es capaz de producir textos sencillos y coherentes sobre temas que le son familiares o en los que tiene un interés personal.
Puede describir experiencias, acontecimientos, deseos y aspiraciones, así como justificar brevemente sus opiniones o explicar sus planes. 

Usuario
Básico

A2

Es capaz de comprender frases y expresiones de uso frecuente relacionadas con áreas de experiencia que le son especialmente relevantes (información básica sobre sí mismo y su familia, compras, lugares de interés, ocupaciones, etc.).
Sabe comunicarse a la hora de llevar a cabo tareas simples y cotidianas que no requieran más que intercambios sencillos y directos de información sobre cuestiones que le son conocidas o habituales.
Sabe describir en términos sencillos aspectos de su pasado y su entorno así como cuestiones relacionadas con sus necesidades inmediatas. 

 

A1

Es capaz de comprender y utilizar expresiones cotidianas de uso muy frecuente así como frases sencillas destinadas a satisfacer necesidades de tipo inmediato.
Puede presentarse a sí mismo y a otros, pedir y dar información personal básica sobre su domicilio, sus pertenencias y las personas que conoce.
Puede relacionarse de forma elemental siempre que su interlocutor hable despacio y con claridad y esté dispuesto a cooperar. 

En caso de no poseerlo, el alumno deberá concurrir a una prueba de idioma. Este proceso es el más común entre nuestras facultades, pero no es excepcional. El hecho de desconocer el idioma por completo limita el acceso al examen de nivel a los alumnos de la Universidad Complutense. Otro ejemplo distintivo sería el aplicado por la Universidad de Granada para el nivel de inglés, que será evaluado independientemente del idioma del país de destino, siempre que el estudiante demuestre un nivel igual o superior al B1.

Una vez superados estos dos obstáculos, sólo les queda esperar. La suerte está echada y su destino depende ya de las Oficinas de Relaciones Internacionales. Puede que este nombre les suene a chino, pero si van a convertirse en estudiantes beneficiarios de una beca de movilidad conviene que vayan acostumbrándose a visitarla. Como les decía, su suerte está echada y no será tanto ésta como sus méritos los que les puedan llevar a las puertas del cielo (aún no a abrir, no se crean). Los dos baremos que van a determinar su futuro serán, precisamente, el nivel de idioma y su expediente. No vayan a pensar que en esto se han puesto todos los farmacéuticos de acuerdo (cosa que con el tiempo verán que es prácticamente imposible), porque, pese a ser un criterio general, cada uno aplica una fórmula diferente. En la Universidad de Granada toman la nota del expediente, sobre diez, y le suman la prueba de idioma, hasta llegar a un máximo de doce puntos (se obtienen dos puntos al obtener un nivel C2 en la prueba de idioma). En la facultad de Farmacia de la Complutense, el expediente, sobre cuatro, cuenta un ochenta por ciento frente al veinte por ciento del idioma. Por su parte, la Universidad de Valencia utiliza un sistema de medias ponderadas en el que se tienen en cuenta los créditos superados frente a los créditos totales de la carrera y el ya citado nivel mínimo de idioma. Demasiados números para llegar a la misma meta.

Esquema UGRUna vez resueltas las solicitudes, con los baremos indicados, llega la hora de aceptar o rechazar la plaza de manera formal (ver en la imagen el ejemplo de la Universidad de Granada, el Esquema UGR). El incremento de la popularidad de la beca ha traído consigo un aumento en el número de convenios que se firman entre las facultades de Farmacia de Europa, pero también una demanda descomunal, por lo que la competencia para algunos destinos es feroz. El hecho de que no se les otorgue la primera opción nunca debería ser un impedimento a la hora de empezar la aventura. La unificación de programas de estudio y la normalización en el tránsito de estudiantes ha crecido tanto que todos los destinos presentan un gran atractivo, tanto académico como personal.

Abrir la puerta

Dicha aceptación, y siento decírselo tan abiertamente, no es el final del papeleo, pero abre las puertas a nuevos horizontes de cara a nuestra estancia Erasmus. Con la plaza ya en el bolsillo tendrán nuevos problemas, mucho más interesantes teniendo en cuenta que se saben ganadores. Los dos documentos estrella para un farmacéutico de Erasmus son el Application Form (el registro como estudiante Erasmus) y el Learning Agreement (para los de la LOGSE, el contrato de estudios). Son las universidades de destino las que marcan el calendario a seguir, así como son nuestras facultades las que deciden los plazos para los estudiantes que recibimos. Conviene estar informado de dichos plazos porque, pese a que los compañeros suelen ser flexibles con las fechas, siempre es mejor empezar con buen pie. Entrar por el buen ojo.

El registro es fundamental para que nos esperen. El alumno Erasmus es el último mono del programa educativo. Pese a que nuestras facultades mantienen contacto con las universidades de destino, siempre es mejor no aparecer allí como un amigo gorrón. El registro debe realizarse a través de Internet, normalmente en la página web de la universidad a la que vayan.

El contrato de estudios es un asunto muy peliagudo. No todas las facultades de Farmacia actúan igual en este sentido, y quizás este sea un punto en el que flaquea el programa. Existen muchas facultades, y no solo dentro de nuestro campo de estudios, en las que el alumno Erasmus cursa X asignaturas en el extranjero y a su vuelta puede encontrarse con la sorpresa de no saber si se las van a convalidar por las que él pensaba. Es por ello que es importante que estén atentos a los programas de estudios de todo aquello que quieran cursar, intentando que su contenido se ajuste lo máximo posible al de la asignatura de su universidad de origen. En ciertas facultades de Farmacia, como por ejemplo la de la Complutense, este control se realiza antes de la partida del alumno, de manera que éste ya sabe lo que puede esperar a la vuelta.

Como verán, la tela de araña que se teje en torno a ustedes antes de dejarles marchar no es precisamente pequeña, pero no se asusten. Pongan buena cara, y así van ensayando la cara de Erasmus que les será utilísima en un futuro no muy lejano, y luchen contra el gigante de las administraciones, que aunque pueda parecer que defiende a la princesa con foso, castillo y dragón, acaba cediendo como en los buenos cuentos. Cojan la espada y a por él.

¿Quién dijo miedo?

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