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Seminario del Parlamento Europeo sobre legislación del paquete farmacéutico

Eduardo Perales

Los pasados días 26 y 27 de octubre se celebró en Zaragoza el seminario «El Parlamento Europeo en directo: legislación sobre el paquete farmacéutico», donde dicha organización presentaba en España una normativa que afecta a la información dada a los pacientes acerca del uso de fármacos y de sus reacciones adversas, así como otros aspectos, los cuales son:
  • Correcta información acerca del uso y efectos secundarios de fármacos.
  • Posible comunicación directa de pacientes sobre reacciones adversas en nuevos medicamentos.
  • Los nuevos fármacos o aquellos que sean examinados por pruebas adicionales llevarán un símbolo negro en su prospecto.
  • Autoridades nacionales crean páginas web oficiales con información y detalles acerca de los medicamentos.
  • Transparencia en la farmacovigilancia y notificación inmediata de aquellas reacciones adversas en la base de datos EudraVigilance.
  • Control de riesgos medioambientales derivados de los residuos farmacéuticos.
  • Fomento de programas educativos que aumenten la sensibilidad de los consumidores acerca de los efectos adversos de los medicamentos.
Por otra parte, con esta nueva política en la Unión Europea se pretende:
  • Evitar la entrada de productos falsificados en el mercado.
  • Asegurar la calidad de las importaciones.
  • Mayor cooperación y coordinación entre países y dentro de ellos para luchar contra los medicamentos falsificados.
  • Ofrecer una correcta información al consumidor.

En dicha asamblea se reunieron diversos ponentes que representaban a sus respectivos grupos, para poder mostrar a los oyentes sus impresiones acerca de este paquete farmacéutico: desde políticos que representaban a la Unión Europea hasta representantes de ONG. También se daba la oportunidad a los asistentes de expresar sus opiniones respecto a dicha normativa, que serían enviadas a Bruselas para poder valorarlas y ajustarlas respecto a sus necesidades o validaciones.

Crítica

No obstante, y a partir de aquí, quiero comenzar mi crítica. Por lo general considero que los oyentes no oímos nada más que una misma repetición en este debate: o controlar el tráfico ilegal de medicamentos a través de Internet, haciendo apenas hincapié en los otros aspectos, o lo que es aún peor, que las diversas asociaciones ajenas a la política empiecen a hablar de sus respectivas organizaciones, sin establecer relación alguna con la nueva legislación europea.

Respecto al primer aspecto, es muy cierto que es algo urgente y necesario –viendo las cifras que nos fueron mostradas–, que es preciso hacer algo para poder cortar por lo sano este tráfico de medicamentos ilegal que no ocasiona más que problemas de salud, muchas veces fatales, y que calificarlo de ilícito es algo relativo, ya que las penas legales que pueden caer sobre una persona apenas son calificadas de delito, en comparación con el comercio de drogas (las cuales no son más que formulaciones farmacéuticas, en la mayoría de los casos). Me alegra saber que se quieren tomar medidas en ese aspecto, algo que en verdad es muy difícil de realizar, ya que por lo visto muchas ventas on-line se organizan desde el sudeste asiático, donde apenas hay control por parte de los medios legales europeos, quitando la Interpol.

No obstante, considero que se dejaron en el tintero otras muchas cuestiones de más o menos importancia, que hubiera sido interesante al menos presentarlas en una asamblea que se supone que es a nivel europeo y que, por tanto, nos compete a todos. Es como si hubieran querido hablar de lo que mejor preparado llevaban todos, pero se les hubiera olvidado ponerse de acuerdo sobre lo que iba a hablar cada uno. Por ejemplo, en las charlas en las cuales estuve, nadie dijo una sola palabra acerca del medio ambiente, ni sobre las posibles consecuencias que podría desencadenar en la opinión pública la normativa que establece que los prospectos lleven un «símbolo negro» porque estén sujetos a un control adicional mediante pruebas, aspectos que, como ya he indicado, también están incluidos en la normativa.

Otro aspecto que me disgustó en las conferencias a las que pude asistir, y que ya he introducido, es que las diversas ONG y asociaciones que defienden a grupos más o menos amplios aprovecharan para, como si dijéramos, «barrer hacia su propia casa» sin tener relación ninguna con estas nuevas propuestas provenientes del Parlamento Europeo. Es decir, se pasaron sus tiempos respectivos (y algo más también) hablando acerca de sus pacientes concretos, sin aportar nada relevante o de interés a nivel de Europa.

Que no se me malinterprete: entiendo perfectamente y defiendo que una ONG quiera hacerse oír en un congreso de salud, sobre todo si existen problemas relacionados, aunque sea de manera lejana, con el tema principal de la asamblea. Pero considero que hubiera llegado mejor al público su mensaje si hubieran podido hilvanar ambos conceptos de una manera adecuada.

Público de alumnos

Aprovecho que nombro al público asistente para comentar algo que me pareció, cuanto menos, curioso: la gran mayoría de oyentes éramos los alumnos de la Universidad San Jorge; por tanto, apenas se dejaron ver licenciados, doctores y/o dueños de oficinas de farmacia, que yo esperaba que les interesara informarse de esta normativa. Me gustaría pensar que, si no han asistido, haya sido porque ya la conocen y no tienen duda alguna al respecto.

Me gustaría añadir que no todo en dichas ponencias me ha parecido inadecuado o con la sensación de que «algo falta en estas charlas». Hubo ciertas ideas que, teniendo más o menos relación, me parecieron muy a tener en cuenta por parte de los profesionales sanitarios, sobre todo por parte de los médicos, que son los encargados de hacer las recetas para que los farmacéuticos puedan dispensarlas.

Por ejemplo, me gustó mucho la sugerencia de un ponente de que, para evitar en pacientes polimedicados las consecuencias negativas que puede tener para la salud dicho estado en una persona, sobre todo si tiene una cierta edad, los médicos puedan recomendar cambios de hábitos de vida tales como comer menos carne o andar más, que pueden evitar que una persona necesite llegar al extremo de tomar un fármaco quizás para el resto de su vida.

En resumen, por todo lo que he comentado hasta ahora, pienso que esta exposición de la nueva normativa por parte del Parlamento Europeo podría haber sido mucho más productiva para los oyentes si los ponentes hubieran «hecho sus deberes», y que, aunque la normativa en sí me parece en la mayor parte muy bien pensada, creo que apenas se hará de notar en un futuro en los consumidores, los cuales son toda la población europea.

No quisiera terminar sin comentar que a finales de noviembre finalmente se aceptó en Bruselas dicho paquete farmacéutico, con la controvertida premisa de que sean los laboratorios los que informen al paciente de las características de sus medicamentos siempre que no exista promoción de ellos. Este aspecto de la normativa es el que levanta más ampollas en diferentes colectivos sanitarios, tales como la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC), aparte de a las personas que fuimos encuestadas sobre ello. De toda la vida han sido los profesionales sanitarios los encargados de informar adecuadamente a los pacientes, ya sea en una consulta médica, en un hospital o en una oficina de farmacia. ¿Se puede confiar en la objetividad de la industria a la hora de suministrarnos información acerca de los medicamentos que comercializa? Sólo espero que el control por parte de las autoridades sanitarias se haga patente y que no permitan que esta normativa sea una vía de publicidad para productos farmacéuticos, algo que no está permitido en la legislación vigente.

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