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  • El orgullo de ser farmacéuticos

Nuestros compañeros titulares de oficina de farmacia no están pasando por buenos tiempos que digamos. Muchos de ellos no cobran desde hace meses los medicamentos que han dispensado, tienen que explicar a sus pacientes el cambio de genérico que están obligados a dispensar en cada momento, aclararles por qué ahora tienen que pagar el medicamento que se les ha prescrito, incluso muchos de ellos están obligados a recaudar una cantidad por cada receta. 

No parece el escenario ideal para que, como Universitarios que son (lo digo con mayúscula y con orgullo), documenten o registren sus actividades profesionales, para de esta forma analizarlas y saber si están actuando correctamente o si pueden mejorarlas. Y, ademas de investigar en este sentido y con el objeto de poder comparar sus actividades con las de otros compañeros y aprender lo que sea posible, publicarlas y compartirlas, y debatirlas en congresos en forma de ponencias.

Es la única forma –y es lo que distingue a un Universitario– de mejorar día a día el servicio que se presta a los pacientes, que es, no lo olvidemos, la única razón de ser del Farmacéutico Comunitario, cuya formación como experto en medicamentos se ha realizado a través de la Universidad gracias a los impuestos pagados por los ciudadanos, que a cambio esperan que estos profesionales les aseguren que los medicamentos que toman son los necesarios, efectivos y seguros en cada paciente.

Como decía anteriormente, no parece que el entorno en el que se ve obligado a trabajar en estos momentos el compañero comunitario sea el idóneo para poder hacer este trabajo. Y, sin embargo, es en estos momentos duros cuando es más necesario comportarse como Universitarios, mantener el orgullo de serlo y no olvidar el fin para el que existimos.

Esta revista está especialmente dirigida a los farmacéuticos jóvenes y a los que aún no lo son pero están en sus últimos años de Universidad. Y este espíritu Universitario al que he aludido es necesario que se promueva desde esos años, y de hecho ya es una realidad que los estudiantes de grado y postgrado están aportando trabajos y comunicaciones a la comunidad científica farmacéutica y están adquiriendo el hábito necesario para seguir haciéndolo durante toda su vida profesional.

En noviembre tendrá lugar en Barcelona el Congreso de la SEFAC (Sociedad Española de Farmacia Comunitaria). Propongo desde este editorial animar a mis compañeros jóvenes en edad y en espíritu y a los alumnos de postgrado y últimos cursos de grado a participar activamente en dicho Congreso y aportar sus trabajos de investigación en forma de póster.

Ahora más que nunca es necesario que el número de asistentes y de comunicaciones sea el mayor posible, porque ahora más que nunca pienso sinceramente que nuestros compañeros comunitarios necesitan recuperar urgentemente el orgullo de ser farmacéuticos.

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