
Cuando abordamos el tema de la atención farmacéutica en productos sanitarios podemos hacerlo desde diferentes puntos de vista, pero llegamos siempre a la misma conclusión: la aplicación del concepto de atención farmacéutica (si nos quedamos con la definición estricta y no añadimos el «consejo farmacéutico») no está definida ni protocolizada en el mundo del producto sanitario.
La diferencia está en la protocolización del proceso, algo nada fácil por la complejidad añadida que supone asociar medicamentos y productos sanitarios, pues difícilmente encontraremos pacientes en los que no se dé esta asociación.
A veces, en determinados productos (como ocurre con algunos productos de apoyo y cosméticos) es incluso difícil determinar si son sanitarios o no. Lo único que podemos hacer es valorar que el resultado de la acción de un producto sanitario tenga una utilidad médica o sanitaria, y no una finalidad estética o meramente de confort social.