Por ejemplo, las farmacias de paso o situadas en centros comerciales han cerrado el año con una facturación más baja, ya que durante el periodo de confinamiento su actividad disminuyó mucho y no han conseguido remontar a final de año.
Asimismo, las farmacias cercanas a centros de salud han disminuido también considerablemente sus ventas porque se incluían los medicamentos en la receta electrónica de cada paciente y estos lo compraban en su farmacia más cercana o porque incluso algunas de ellas tuvieron que llegar a cerrar.
Finalmente, la facturación de las farmacias de barrio se ha visto notablemente incrementada «debido a que la gente durante el confinamiento iba a su farmacia más cercana dejando de lado a las de paso en su día a día».