La farmacia andaluza, en el punto de mira de la IX Convención en Defensa del Modelo Mediterráneo de Farmacia

La tercera sesión de la IX Convención Nacional en Defensa del Modelo Mediterráneo de Farmacia, celebrada en Málaga en la sede del Club de Opinión Farmacéutico Malagueño (COFAM-88) como Jornada de Solidaridad con la farmacia andaluza, dejó patente la preocupación de todos los sectores asistentes –pacientes, consumidores, pensionistas, políticos, profesionales de la salud, distribución, etc.– por la situación creada en Andalucía con el intento de la Consejería de Sanidad de obligarles a dispensar una única especialidad por principio activo, sin dar posibilidad a la sustitución por causas razonables por otra del mismo precio.

Los intervinientes declararon de manera unánime que tanto este tipo de medidas puramente economicistas, como los recortes a que se está sometiendo a las oficinas de farmacia, puedan acabar con el que consideran «el mejor modelo farmacéutico del mundo, el más accesible y homogéneamente distribuido, con la misma o más profesionalidad que cualquier otro sistema de prestación farmacéutica».

Ya en la primera mesa redonda, que contó con la participación de representantes de colegios oficiales, sociedades científicas y distribución farmacéutica, se insistió en la alta calidad de los servicios que presta la oficina de farmacia española, a pesar de los continuos ataques a su viabilidad económica, y en la necesidad de la unidad de todos los farmacéuticos andaluces para dar una respuesta clara y contundente a las pretensiones de la Administración.

La opinión de los ciudadanos, expresada en la segunda mesa redonda por los representantes de las asociaciones de jubilados y pensionistas, de consumidores y amas de casa, tampoco dejó lugar a dudas sobre la opinión que tienen los usuarios de las oficinas de farmacia sobre el modelo mediterráneo de farmacia y sobre los profesionales. En este sentido, mostraron su preocupación sobre cómo les pueden afectar las medidas de la Administración a los pacientes, que ahora disfrutan de una buena atención por parte de los farmacéuticos.

La tercera mesa, dedicada a las cuestiones jurídicas y técnicas, no fue menos contundente en cuanto a la negativa valoración de la propuesta de la Consejería de Sanidad a los farmacéuticos, de la que dijeron que «no resistirá el más mínimo recurso ante los tribunales de justicia, al carecer la Junta de cualquier legitimación para decidir por subastas los medicamentos dispensables con cargo al Servicio Andaluz de Salud». Y a ello se añadió que «además de ilegal, sería de muy complicada aplicación por las oficinas de farmacia y contaría con el rechazo absoluto de los pacientes».

Finalmente, intervinieron para cerrar el acto destacados políticos andaluces, como Ignacio Souviron, secretario de Sanidad del PP de Málaga; Jesús Aguirre, ex presidente del Colegio de Médicos de Córdoba y senador del PP, y Ana M.ª Navarro, en representación del alcalde de Málaga, que destacaron que los «decretazos» aplicados desincentivan a todo el sector farmacéutico y que hay que buscar un marco de estabilidad jurídico y económico para las oficinas de farmacia. Los representantes del Partido Socialista y de la Junta declinaron la invitación a participar en el acto.

 

Asistentes a la sesión de MálagaImpotencia e incomprensión

Francisco Martínez

Director científico de El Farmacéutico

Tuve ocasión de asistir en Málaga a la tercera y última sesión de la IX Convención en Defensa del Modelo Mediterráneo de Farmacia, que el Colegio de Farmacéuticos de Valencia organiza año tras año y que ya constituye un clásico imprescindible dentro de los eventos farmacéuticos de nuestro país. A resaltar, en primer lugar, el hecho de que se haya celebrado en Andalucía, como muestra de apoyo a la profesión de esta autonomía, donde los hechos acaecidos en los últimos meses están poniendo en peligro el modelo establecido de farmacia.

Nuestros compañeros andaluces no entienden lo que está sucediendo, pues se están tomando una serie de medidas que, sumadas a las ya de por sí extremas propiciadas por la Administración sanitaria central, están haciendo que profesionales que siempre han estado a la cabeza del servicio al paciente estén viendo cómo dicho servicio se va deteriorando poco a poco y, lo que es más triste, sin que ello esté beneficiando a nadie y ni siquiera se esté mostrando válido, sino todo lo contrario, como medida de ahorro.

La situación ha llegado a tal extremo que se sienten incapaces, porque están atados de pies y manos por las medidas de presión de la Inspección, para poder solucionar a sus pacientes ni siquiera los problemas de desabastecimiento que se están produciendo y que están provocando un aumento del incumplimiento, una búsqueda desesperada de medicamentos, de farmacia en farmacia, por parte de algunos pacientes, e incluso una acumulación innecesaria de medicamentos cuando los han conseguido (por si acaso les pasa de nuevo). Se están comenzando a crear foros en Internet (hay incluso algún caso de intercambio de medicamentos entre dos pacientes de distintas provincias), se ha constituido un grupo contra el desabastecimiento de medicamentos en Facebook...

He tenido la ocasión de comprobar en persona que nuestros compañeros andaluces están tristes, desilusionados, se sienten incomprendidos, impotentes, sienten hastío, están confesándose faltos de liderazgo y, lo que es más grave si cabe, no vislumbran soluciones. Como se apuntó a la mesa de políticos, es difícil recuperar la ilusión por el trabajo bien hecho cuando se llega a estos extremos.

De ahí que la Jornada haya tenido, además del éxito apuntado anteriormente en cuanto al apoyo de los compañeros del resto de España, otro éxito quizá no esperado pero indudable: el aire fresco que llevaron María Teresa Guardiola y todo su equipo a una Andalucía con demasiado calor. Fue, se palpaba en el ambiente, un ejemplo de lo que deber ser asumir un liderazgo y una responsabilidad, fue un bálsamo de Fierabrás que vino a aliviar, a apoyar y enseñar un camino a seguir para dignificar esta profesión.

Porque, repito, si está demostrándose que las medidas tomadas por la Administración andaluza no benefician a nadie, hay que exigir que se rectifique. Rectificar, aunque es representativo de las personas sabias, no es un verbo conocido por los que nos representan, y es necesario y urgente que alguien les enseñe a conjugarlo.

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