A medida que las personas envejecen, su piel presenta más arrugas, se vuelve más seca y fina, incluso translúcida. Hasta hace poco, esos cambios se consideraban funcionalmente triviales, pero actualmente se ha comprobado que la piel va perdiendo su función como protección viscoelástica, sobre todo en personas mayores de 80 años. Es entonces cuando la senescencia de la piel alcanza el grado de insuficiencia cutánea crónica, un proceso que el profesor Jean Hilaire Saurat bautizó en el año 2004 como dermatoporosis.
Saurat, que trabaja en el Departamento de Dermatología de la Universidad de Ginebra (Suiza) y ha sido presidente de la Liga Internacional de Sociedades Dermatológicas, pronunció una conferencia en Barcelona el pasado 5 de octubre en la que explicó qué es la dermatoporosis, habló de sus causas y mostró cómo prevenir y tratar este proceso de fragilidad cutánea.
El término, evidentemente, se inspira en la osteoporosis. En ésta, debido a una disminución de la masa ósea, se produce un deterioro de la microarquitectura del hueso y aumenta su fragilidad. Algo parecido sucede en la piel de las personas mayores.
Respecto a su prevalencia, un estudio con 202 individuos de 60 a 90 años de edad (edad media de 85), ha mostrado que el 32% presenta dermatoporosis. La localización más habitual son los antebrazos, seguida de las piernas y el dorso de las manos.
La dermatoporosis se clasifica en cuatro estadios en función de su gravedad. Sus primeras manifestaciones clínicas son la atrofia cutánea, con una apariencia de la piel muy fina, translúcida y arrugada. También pueden observarse pseudocicatrices estelares, así como púrpura senil, hematomas que se localizan en las extremidades y que son resultado de traumatismos que causan pequeñas hemorragias en la dermis. Tal como explicó Saurat, la complicación más grave en los estadios más avanzados son los hematomas disecantes profundos, que requieren ingreso hospitalario.
No obstante, puso de manifiesto que, cuando la enfermedad es leve, es reversible. Se produce por una disminución del ácido hialurónico. Esta sustancia es «el cojín viscoelástico de la piel», apuntó Saurat, lo cual la convierte en una diana terapéutica para la dermatoporosis.
El ácido hialurónico nativo no fragmentado se ha utilizado, inyectándolo en la dermis, con una función estructural de relleno e hidratación. No obstante, el tratamiento propuesto para la dermatoporosis por este investigador es el ácido hialurónico fragmentado, aplicado tópicamente, cuya función principal es de señalización. Estimula el hialurosoma, definido como «la fábrica de ácido hialurónico que produce y regula esta sustancia en la dermis y la epidermis» y, al mismo tiempo, estimula la renovación celular y la angiogénesis.
Además, se ha observado que el ácido hialurónico fragmentado actúa de forma sinérgica con el retinaldehído. Los ensayos clínicos han mostrado que la aplicación tópica de esta combinación previene la atrofia epidérmica e incrementa el grosor de la piel dermatoporótica en pocas semanas y de manera sostenida. La conclusión final de Saurat no puede ser más clara: «La dermatoporosis puede revertirse».
Denseal, primer producto tópica contra la dermatoporosis
Los Laboratorios Dermatológicos Avène han lanzado recientemente Denseal, el primer y único producto que atenúa los primeros signos cutáneos de la dermatoporosis. Su composición incluye fragmentos de ácido hialurónico, que estimulan la síntesis natural de ácido hialurónico dérmico y epidérmico, y retinaldehído, que reactiva la actividad y aumenta la expresión de los receptores CD44, implicados en la neosíntoesis del ácido hialurónico propio. Denseal ha demostrado su eficacia y seguridad en ensayos clínicos, en los que se ha observado que la piel recobra su espesor y resistencia desde el primer mes de utilización.